Cuando Atisha fue al Tíbet, primero visitó la ciudad de Ngari. Allí residió durante dos años e impartió numerosas enseñanzas a los discípulos de Yhang Chub O. Al cabo de este tiempo decidió regresar a la India, y antes de partir, Yhang Chub O le rogó que ofreciera unas enseñanzas de despedida. Atisha repuso que ya les había dado todos los consejos que necesitaban, pero en respuesta a sus insistentes ruegos accedió y les dio los siguientes consejos:
¡Qué
maravilla!
Amigos,
puesto
que
vosotros
ya
poseéis
un
gran
conocimiento
y
un
claro
entendimiento,
mientras
que
yo
no
soy
más
que
un
ser
sin
importancia
y
con
poca
sabiduría,
no
es
adecuado
que
me
pidáis
consejo.
A
pesar
de
todo,
ya
que
vosotros,
mis
queridos
amigos,
a
quienes
estimo
de
todo
corazón,
me
lo
habéis
rogado,
os
daré
estos
consejos
esenciales
con
mi
mente
inferior
e
infantil.
Amigos
míos,
hasta
que
alcancéis
la
iluminación
el
Maestro
Espiritual
es
indispensable;
por
lo
tanto,
confiad
en
vuestro
sagrado
Guía
Espiritual.
Hasta
que
realicéis
la
verdad
última
la
escucha
es
indispensable;
por
lo
tanto,
escuchad
las
instrucciones
de
vuestro
Guía
Espiritual.
Puesto
que
no
llegaréis
a
ser
un
Buda
sólo
con
un
mero
conocimiento
del
Dharma,
esforzaos
en
la
práctica
con
entendimiento.
Evitad
aquellos
lugares
que
turben
vuestra
mente,
y
permaneced
allí
donde
vuestra
virtud
se
incremente.
Hasta
que
logréis
realizaciones
estables
las
diversiones
mundanas
son
perjudiciales;
por
lo
tanto,
morad
en
un
lugar
donde
no
haya
tales
distracciones.
Evitad
a
los
amigos
que
os
hagan
aumentar
vuestras
perturbaciones
mentales
y
confiad
en
los
que
os
ayuden
a
incrementar
vuestra
virtud.
Guardad
este
consejo
en
vuestro
corazón.
Puesto
que
las
actividades
mundanas
nunca
se
acaban,
limitad
vuestras
actividades.
Dedicad
vuestras
virtudes
durante
el
día
y
la
noche,
y
vigilad
siempre
vuestra
mente.
Puesto
que
habéis
recibido
consejo,
cuando
no
estéis
meditando,
practicad
siempre
conforme
a
lo
que
vuestro
Guía
Espiritual
os
diga.
Si
os
adiestráis
con
gran
devoción,
recibiréis
los
frutos
inmediatamente
sin
tener
que
esperar
mucho
tiempo.
Si
practicáis
de
todo
corazón
de
acuerdo
con
el
Dharma,
seréis
provistos
de
alimentos
y
demás
necesidades
de
forma
natural.
Amigos
míos,
las
cosas
que
deseáis
no
dan
más
satisfacción
que
beber
agua
salada;
por
lo
tanto,
aprended
a
sentiros
satisfechos.
Evitad
las
mentes
altivas,
engreídas,
orgullosas
y
arrogantes,
y
permaneced
tranquilos
y
sumisos.
Evitad
las
actividades
que,
aún
considerándose
meritorias,
en
realidad
son
obstáculos
para
el
Dharma.
La
ganancia
y
el
respeto
son
los
lazos
que
tienden
los
maras;
por
lo
tanto,
echadlos
a
un
lado
como
si
fueran
piedras
en
vuestro
camino.
Las
palabras
de
alabanza
y
celebridad
sólo
sirven
para
engañarnos;
por
lo
tanto,
libraos
de
ellas
como
si
os
sonarais
la
nariz.
Puesto
que
son
efímeros,
dejad
atrás
la
felicidad,
el
placer
y
los
amigos
que
se
logran
en
esta
vida.
Puesto
que
las
vidas
futuras
durarán
mucho
tiempo,
acumulad
la
riqueza
que
os
asista
en
el
futuro.
Tendréis
que
marchar
dejándolo
todo
atrás;
por
lo
tanto,
no
os
apeguéis
a
nada.
Generad
compasión
por
los
seres
más
sencillos,
y
sobre
todo
evitad
despreciarlos
o
humillarlos.
No
sintáis
apego
por
el
amigo
ni
odio
por
el
enemigo.
En
vez
de
generar
celos
por
las
buenas
cualidades
de
los
demás,
emuladlas
con
admiración.
En
vez
de
fijaros
en
las
faltas
de
los
demás,
fijaos
en
las
vuestras
y
purgadlas
como
si
fueran
mala
sangre.
No
contempléis
vuestras
buenas
cualidades
sino
las
de
los
demás
y
respetad
a
todos
como
lo
haría
un
sirviente.
Considerad
que
todos
los
seres
son
vuestros
padres
y
madres,
y
amadlos
como
si
fuerais
su
hijo.
Mantened
siempre
un
rostro
sonriente
y
una
mente
amorosa,
y
hablad
con
sinceridad
y
sin
malicia.
Si
habláis
mucho
y
con
poco
sentido,
cometeréis
muchos
errores;
por
lo
tanto,
hablad
con
moderación
y
sólo
cuando
sea
necesario.
Si
os
involucráis
en
actividades
sin
sentido,
vuestras
actividades
virtuosas
degenerarán;
por
lo
tanto,
abandonad
aquellas
tareas
que
no
sean
espirituales.
Es
una
gran
necedad
esforzarse
en
actividades
que
carecen
de
sentido.
Si
no
lográis
las
cosas
que
deseáis,
se
debe
al
karma
que
creasteis
en
el
pasado;
por
lo
tanto,
mantened
una
mente
feliz
y
relajada.
Estaos
atentos,
ofender
a
los
seres
santos
es
peor
que
la
muerte;
por
lo
tanto,
sed
honrados
y
francos.
Dado
que
toda
la
felicidad
y
el
sufrimiento
de
esta
vida
surgen
de
acciones
previas,
no
culpéis
a
los
demás.
Toda
la
felicidad
proviene
de
las
bendiciones
de
vuestro
Guía
Espiritual;
por
lo
tanto,
corresponded
siempre
a
su
bondad.
Puesto
que
no
podéis
adiestrar
las
mentes
de
los
demás
mientras
no
hayáis
controlado
la
vuestra,
comenzad
por
dominar
vuestra
propia
mente.
Puesto
que
definitivamente
tendréis
que
partir
sin
las
riquezas
que
hayáis
acumulado,
no
acumuléis
acciones
destructivas
por
apego
a
la
riqueza.
Las
diversiones
que
distraen
carecen
de
esencia;
por
lo
tanto,
practicad
la
generosidad
con
sinceridad.
Guardad
siempre
una
disciplina
moral
pura,
porque
gracias
a
ello
obtendréis
belleza
en
esta
vida
y
felicidad
en
las
futuras.
Puesto
que
el
odio
abunda
en
estos
tiempos
impuros,
poneos
la
armadura
de
la
paciencia,
que
está
libre
de
odio.
Seguís
confinados
en
el
samsara
debido
al
poder
de
la
pereza;
por
lo
tanto,
encended
el
fuego
del
esfuerzo
de
la
aplicación.
Puesto
que
esta
existencia
humana
se
consume
invirtiendo
el
tiempo
en
distracciones,
ahora
es
el
momento
de
practicar
la
concentración.
Bajo
el
influjo
de
las
creencias
erróneas
no
podéis
comprender
la
naturaleza
última
de
las
cosas;
por
lo
tanto,
analizad
los
significados
correctos.
Amigos
míos,
en
esta
ciénaga
del
samsara
no
existe
la
felicidad;
por
lo
tanto,
trasladaos
a
la
tierra
firme
de
la
liberación.
Meditad
siguiendo
el
consejo
de
vuestro
Guía
Espiritual
y
desecad
el
río
del
sufrimiento
de
la
existencia
cíclica.
Contemplad
esta
exhortación
con
cuidado
porque
lo
que
sale
de
mi
boca
no
son
palabras
vacías
sino
sinceros
consejos
que
os
doy
de
corazón.
Si
practicáis
de
este
modo
me
complaceréis,
os
sentiréis
contentos
y
haréis
felices
a
los
demás.
Yo,
que
soy
un
ignorante,
os
suplico
que
practiquéis
estos
consejos
de
todo
corazón.
Éstos
son
los
consejos
que
el
sagrado
ser,
el
venerable
Atisha,
dio
al
Honorable
Yhang
Chub
O. Este
texto
ha
sido
traducido
bajo
la
compasiva
guía
del
Venerable
Gueshe
Kelsang
Gyatso.