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“Venerable monje de Weu, que sea un voto propicio no cruzar el río juntos. Baja tus cargas y deja que padre e hijo platiquen por un rato. Oh, monje de Weu, renuncia al orgullo y al egoísmo, corta los cordeles del afecto y del apego y abandona los deseos mundanos tal como ha de hacerlo un buen budista. Combina todas las enseñanzas en una sola práctica. Ora siempre a mí, nunca te asocies con personas débiles, aquellos cuya avaricia, odio e ignorancia son grandes, pueden contaminarte con tu sombra de pecado. Hay gentes que solamente ven las faltas ajenas y consideran a todos como su enemigo. Ellos envilecen a otros, critican el dharma y traen mala influencia porque en lo profundo del corazón arde siempre el fuego del odio. Para dar un ejemplo: la serpiente no tiene alas, piernas ni manos; lógicamente debe ser una criatura muy débil y mansa, pero en cuanto uno la ve queda lleno de aborrecimiento. Esto es un reflejo del gran odio que existe en la serpiente.
Quien
abriga
en
sí
el
odio
ve
a
todos
los
hombres
como
sus
enemigos.
Hay
otros
que
son
muy
mezquinos
y
todo
lo
acaparan
y
almacenan,
aún
un
pedazo
de
madera
o
una
canasta
de
piedras.
Dicen
«Cuando
seamos
viejos,
necesitaremos
medios
de
vida;
cuando
muramos
necesitaremos
alimentos
para
el
sacrificio
en
el
cementerio».
Dicen
que
no
pueden
practicar
el
dharma
sin
dinero,
que
aún
un
bodhisattva
necesita
dinero
para
acumular
sus
provisiones
espirituales;
luego
condescienden
con
la
usura
y
todas
las
formas
de
especulación,
su
sangre
hierve
siempre
de
codicia.
Otras
personas
dicen:
«Este
no
es
el
tiempo
para
que
yo
practique
la
enseñanza
trascendental.
Quién
no
cultiva
su
compasión
caerá
en
el
sendero
Hinayana.
Uno
nunca
debe
adherirse
a
una
enseñanza
o
caerá
en
el
fanatismo
y
en
la
estrechez
mental».
Estas
personas
están
cegadas
por
la
ignorancia;
no
te
asocies
con
ellas
ni
prestes
atención
a
sus
habladurías.
Si
hablas
con
ellos
te
preguntarán
quien
es
tu
maestro
y
qué
clase
de
dharma
practicas,
pero
tus
respuestas
de
pronto
les
causarán
enojo.
Debido
a
la
estrechez
de
su
mente,
las
buenas
advertencias
nunca
les
significarán
bien
alguno,
sino
que
serán
motivo
para
que
incurran
en
un
vituperio.
Como
resultado
de
esto
perderán
su
refugio
y
se
harán
daño.
En
otras
palabras,
una
buena
advertencia
es
causa
de
un
mal
resultado.
Es
por
esto
que
nunca
debes
asociarte
con
personas
que
estén
dominadas
por
los
tres
deseos
ponzoñosos.
El
sagrado
Tantra
dice:
«Estar
siete
días
en
un
templo
hinayana
le
hace
daño
al
yogui
tántrico,
no
lo
beneficia.
¡Como
gorrión
pequeño
y
cauteloso
espía
tu
conducta
con
gran
cautela!».
Hijo mío, no te enorgullezcas de tu conciencia y disciplina. Ten armonía con todo; sé paciente y presérvate virtuoso y noble: para tus pensamientos equivocados. Habla menos y evita toda distracción. Mora constantemente en ermitas y emplea todo tu tiempo en adelantar tus aprendizajes. Podrás comprender que tu propia mente es el mismo Buda, pero nunca abandones a tu gurú. Podrás comprender que todos los actos son intrínsecamente puros, pero nunca abandones ni la más pequeña virtud. Podrás comprender que todas las causas y los karmas son vacío, pero debes abstenerte de cometer la más pequeña transgresión. Podrás comprender que tu identidad y la de otros son una en la gran igualdad, pero no debes censurar el dharma ni desamparar a los seres sintientes. Hijo, debes venir a verme el año del conejo, el mes del caballo, el día catorce. Escucha ahora mi canto:
Hijo mío, cuando aparezca en tu mente el reino que está más allá de la palabra no consientas las charlas, no sea que te vuelvas orgulloso y locuaz arrastrándo así los reclamos mundanos. Es importante ser humilde y modesto. ¿Entiendes, venerable monje de Weu? Cuando dentro de ti aparezca la autoliberación no te comprometas en lógicas y especulaciones, no sea que te envuelvas en actividades sin sentido; hijo, descansa sin pensamientos vagabundos. ¿Entiendes, venerable monje de Weu? Cuando contemples la naturaleza vacía de la mente no la analices como una o como muchas, no sea que caigas en el vacío de la aniquilación; hijo, descansa a tus anchas, en la esfera más allá de las palabras. ¿Entiendes, venerable monje de Weu? Cuando practiques el Mahamudra no practiques actos virtuosos de boca o con el cuerpo, no sea que se desvanezca la sabiduría de la no distinción; hijo, descansa a tus anchas en el estado del no hacer. ¿Entiendes, venerable monje de Weu? Cuando se abra la revelación y la profecía no te engrías ni te sientas eufórico, no sea que te defrauden presagios demoníacos; hijo, descansa a tus anchas en el estado del no apego. ¿Entiendes, venerable monje de Weu? Cuando observes tu mente con penetración no remuevas las pasiones ardientes ni el apego no sea que te posea el demonio del deseo; hijo, descansa a tus anchas y sin esperanza. ¿Entiendes, venerable monje de Weu?