VEN, SIGUEME VOL 1


CAPÍTULO 1

JUAN 1

1  Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.

3  Todas las cosas fueron hechas por El; y sin El no se ha hecho cosa alguna de cuantas han sido hechas.

4  En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

5  Y la luz en las tinieblas brilla, y las tinieblas no la han acogido.

6  Apareció un hombre enviado por Dios: su nombre era Juan.

7  Este vino como testigo, para dar testimonio de la Luz, a fin de que por medio de él todos creyesen.

8  No era él la Luz, sino quien había de dar testimonio de esa Luz.

11 Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron.

12  Mas a cuantos le recibieron, aún a aquellos que creen en su nombre, les dio el poder de transformarse en hijos de Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros ‑y contemplamos su gloria, gloria como hijo único del Padre‑ lleno de gracia y de verdad.

16     Y de su plenitud nosotros todos recibimos, y gracia por gracia.

17     Pues la ley fue dictada por Moisés; pero la gracia y la verdad vinieron a través de Jesús el Cristo.

 

 

 

Y LA PALABRA SE HIZO CARNE

Hablaré acerca de Cristo, pero no acerca del Cristianismo. El cristianismo no tiene nada que ver con Cristo. En realidad, el cristianismo es anti‑Cristo, tal como el Budismo es anti‑Buda y el Jainismo, anti‑Mahavir. Cristo tiene en sí algo que no puede ser organizado: su verdadera naturaleza es la rebelión, y la rebelión no puede ser organizada. Apenas la organizas, la matas. Entonces queda sólo el cadáver. Puedes venerarlo, pero eso. no te puede transformar. Puedes llevar la carga durante siglos y siglos, pero sólo será un peso, no te liberará. Por eso, quisiera dejar algo totalmente claro desde el principio: estoy enteramente de parte de Cristo, pero ni siquiera una pequeña parte de mí está de parte del cristianismo. Si quieres a Cristo, tienes que trascender el cristianismo. Si te aferras demasiado al cristianismo, no te será posible entender a Cristo. Cristo está más allá de todas las iglesias. Cristo es el principio mismo de la religión. En Cristo se cumplen todas las aspiraciones de la humanidad. El es una síntesis excepcional. Normalmente, un ser humano vive en agonía, angustia, ansiedad, dolor y sufrimiento. Si miras a Krishna, verás que él se ha ido al otro polo: vive en éxtasis. No hay agonía; la angustia ha desaparecido. Puedes amarle, puedes bailar con él un rato, pero faltará el puente. Tú estás con angustia, él está en éxtasis ‑¿dónde está el puente?

Alguien como Buda se ha ido aún más lejos. Ni está angustiado, ni está en éxtasis. Se halla absolutamente tranquilo y en calma. Está tan lejos que puedes mirarle, pero no puedes creer en su existencia. Parece un mito ‑quizás la cristalización de los deseos de la humanidad. ¿Cómo puede un hombre así caminar sobre la tierra, trascendiendo en esa forma toda angustia, todo éxtasis? El se encuentra demasiado lejos.

Jesús es la culminación de toda aspiración. Está angustiado, como tú, tal como nace cada hombre ‑angustiado sobre la cruz. Se halla en el éxtasis que Krishna logra a veces: celebra; es una canción, es una danza. Y también es trascendencia. Hay momentos, cuando llegas a estar más y más cerca de él, en que verás que su ser más interno no es ni la cruz ni la celebración, sino la trascendencia.

Esa es la belleza de Cristo: allí existe un puente. Te puedes acercar a él poco a poco, y te puede guiar hacia lo desconocido‑y tan lentamente que ni siquiera te darás cuenta cuando cruces el límite, cuando entres en lo desconocido desde lo conocido, cuando el mundo desaparezca y Dios aparezca. Puedes confiar en él, porque se parece tanto a ti, y al mismo tiempo es tan distinto. Puedes creer en él, porque él es parte de tu angustia; puedes entender su lenguaje.

Por eso Jesús se convirtió en un hito importante en la historia de la consciencia. No es tan sólo una coincidencia el hecho de que el nacimiento de Jesús se haya convertido en la fecha más importante de la historia. Tiene que ser así. Antes de Cristo, un mundo; después de Cristo, ha existido un mundo totalmente diferente - una demarcación en la consciencia del hombre. Hay tantos calendarios, tantas formas; pero el calendario que se basa en Cristo es el más importante. Con él, algo ha cambiado en el hombre; con él, algo ha penetrado en la consciencia del hombre. Buda es hermoso, magnífico, pero no de este mundo; Krishna es adorable ‑pero aún así, falta el puente. Cristo es el puente.

De ahí que haya elegido hablar sobre Cristo. Pero recuerda siempre, no estoy hablando del cristianismo. La Iglesia es siempre anti‑Cristo. Una vez que tratas de organizar a una rebelión, ésta tiene que hundirse. No puedes organizar a una tormenta -¿cómo vas a organizar a una rebelión?‑. Una rebelión está viva y es verdadera sólo cuando es un caos.

Con Jesús, un caos penetró en la consciencia de la humanidad. Ahora, la organización no debe hacerse en el exterior, en la sociedad; el orden debe ser llevado al núcleo más interno de tu ser. Cristo ha traído un caos. Ahora, partiendo de ese caos, debes renacer totalmente: un orden que proviene del ser más interno. No una nueva Iglesia, sino un hombre nuevo; no una nueva sociedad, sino una nueva consciencia humana. Ese es el mensaje.

Y estas palabras del evangelio de San Juan ‑debes haberlas oído tantas veces, has debido leerlas tantas veces. Se han convertido en algo casi inútil, sin sentido, insignificante, trivial. Han sido repetidas tantas veces que ahora no repica ninguna campana en tu interior cuando las oyes. Pero estas palabras son tremendamente poderosas. Puede que hayas perdido su significado; pero sí llegas a estar un poco alerta, consciente, puedes recuperar el significado de estas palabras. Será necesario un esfuerzo para recuperar el significado ... similar al que es necesario para reclamarle un terreno al océano.

El cristianismo ha cubierto estas hermosas palabras Con tantas interpretaciones que la frescura original se ha perdido -a través de las bocas de los sacerdotes, que simplemente repiten como loros sin saber lo que están diciendo: sin saber, sin dudar, sin temblar ante la santidad de estas palabras. Simplemente, repiten palabras como robots mecánicos. Sus ademanes son falsos, porque todo ha sido entrenado.

Una vez fui invitado a una universidad teológica cristiana. Me sorprendí cuando me mostraron el establecimiento. Es una de las universidades teológicas más grandes de la India: cada año preparan entre doscientos y trescientos sacerdotes y misioneros cristianos ‑un entrenamiento de cinco años. Y todo debe ser enseñado: incluso cómo pararse en el púlpito, cómo hablar, dónde dar más énfasis, cómo mover las manos ‑‑todo debe ser enseñado. Y entonces todo se vuelve falso: entonces, la persona sólo está haciendo ademanes vacíos.

Estas palabras son como el fuego, pero a través de siglos de repetición, de repetición de loro, se ha acumulado mucho polvo alrededor del fuego. Mi esfuerzo consistirá en descubrirlas de nuevo. Deben estar muy alertas, porque estaremos pisando un terreno bien conocido de una manera muy desconocida, pisando un territorio muy conocido con una actitud muy diferente y totalmente nueva. El territorio será viejo. Me esforzaré por darte una nueva consciencia para verlo. Me gustaría prestarte mis ojos para que pudieras ver las cosas viejas con una nueva luz. Y cuando tienes nuevos ojos, todo se vuelve nuevo. Escucha:

Al principio existía la Palabra,

y la Palabra estaba con Dios,

y la Palabra era Dios.

Los Upanishads se pueden sentir pobres, los Vedas pueden sentir envidia: Al principio existía la Palabra.

¿Qué quiere decir el evangelio cuando dice al principio? Los cristianos lo han estado interpretando como sí al principio significara que hubo un principio. Han estado usando e interpretando estas palabras, "al principio", como si mostraran algo acerca del principio del tiempo. Pero ... sin tiempo, ¿cómo puede haber un principio? Para empezar, en primer lugar será necesario el tiempo. Si el tiempo no existía, entonces ¿qué quieres decir con al principio?

Al principio forma parte del tiempo y no puede preceder al tiempo; por lo tanto, al principio no quiere decir que hubo un día en que Dios creó al mundo. Esa es una soberana estupidez. Al principio e s sólo una forma de hablar. Al principio no se refiere al principio en absoluto, porque nunca ha habido un principio ‑y no puede haber un final, Dios es eterno, Su creatividad es eterna, siempre ha sido así y siempre lo será.

Debido a estas palabras –“al principio”‑, ha habido mucha controversia durante siglos. Hasta ha habido sacerdotes y obispos necios que han tratado de fijar la fecha exacta: cuatro mil cuatro años antes de Cristo, en un lunes determinado, el mundo comenzó. ¿Y qué estaba haciendo Dios antes de eso? La eternidad lo debió preceder ‑cuatro mil años no es nada. ¿Qué estaba haciendo El antes de eso? ¿Nada en absoluto? Entonces, ¿por qué de pronto, en cierta fecha, El inició la Creación?

Ha sido un problema, pero el problema surge debido a una interpretación equivocada. No, “al principio" es sólo una forma de hablar. Uno tiene que comenzar en alguna parte, el evangelio debe comenzar en alguna parte. La vida es eternidad, la vida nunca comienza en ninguna parte, pero cada historia tiene que empezar y cada escritura tiene que tener un comienzo. Deben escoger arbitrariamente una palabra, y no podrían haber escogido mejor: al principio. Al principio significa que simplemente no sabemos.

Pero desde el principio mismo, si es que hubo un principio, Dios ha sido creativo. Permítanme tratar de decirlo de un modo diferente: Dios es creatividad. Hasta puedes dejar de lado la palabra Dios. De hecho, el evangelio mismo no quiere usar la palabra “Dios". Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.

Al principio existía la Palabra. ¿De qué palabra estás hablando, qué es esta palabra? Quien ha conocido la verdad sabe muy bien que la palabra Dios es vana: no hay nombre ni definición ‑ todas las palabras son pequeñas, no pueden contener lo absoluto. La Palabra es simplemente una manera de indicar lo que no tiene nombre, lo desconocido. Al principio existía la Palabra.

Los judíos, que precedieron a Jesús, de quienes Jesús fue la culminación misma ... Naturalmente, ellos negaron a Jesús; ésa es otra historia. A veces ocurre que alguien que está entre nosotros alcanza la culminación de toda la raza, pero esa realización es tan vasta y tan grande y tú estás tan bajo, que no puedes creerlo; tienes que negarlo.

Cristo se elevó muy alto. Los judíos habían estado esperando a este hombre durante siglos ‑¡qué ironía!‑ , habían esperado durante siglos que este hombre apareciera, todas sus esperanzas estaban volcadas a este hombre, que transformaría sus vidas y traería el reino de Dios sobre la tierra ... entonces, este hombre surgió; y ellos, que habían estado esperándolo, no pudieron creer, no pudieron  confiar. ¿Qué sucedió?

Se aficionaron demasiado a la espera misma. "Bueno, si éste fuese el hombre, ¿qué haríamos?". La espera tendría que finalizar, habría que ponerle fin. Y habían esperado tanto ‑de hecho, la espera se había convertido en su única actividad, en toda su actividad religiosa: esperar la llegada del hijo de Dios. Y de pronto llega este hombre y dice: "Aquí estoy".

Pero ahora, ellos preferían aferrarse a su espera que mirar a este hombre ‑‑porque el mirarle sería el fin; ya no habría nada que esperar. El futuro desaparece,. la esperanza desaparece, el deseo desaparece. Este hombre matará toda esperanza, todo deseo, todo futuro ‑ ¡es demasiado! La vieja mente se ha vuelto adicta a su propia espera, la vieja mente se ha vuelto adicta a su propio sufrimiento, frustración ‑ahora es demasiado.

Así sucede: si has estado enfermo durante mucho tiempo, poco a poco empiezas a acumular cierta inversión en la enfermedad. Entonces, comienzas a temer ‑si llegas a estar sano de nuevo, el miedo surge, porque tendrás que volver a la oficina otra vez, a la vida cotidiana. Durante estos años has estado descansando: no has tenido ansiedades, pudiste descansar. Ahora vuelve la responsabilidad. No sólo eso ‑durante estos años en que has estado enfermo, todo el mundo ha sido compasivo contigo, casi todo el mundo ha tratado de quererte. Has llegado a ser el centro de tu familia, de tus amigos, de tus conocidos; todo el mundo ha sido amable. Moverse de nuevo en el mundo cruel y áspero; la mente retrocede, no parece valer la pena.

Si una raza ha estado esperando demasiado tiempo y los judíos siempre han estado esperando. Todavía están esperando ‑ y e! hombre ha surgido y se ha ido. Pero han invertido demasiado en la espera, su espera se ha convertido en su oración, sus sinagogas no son más que salas de espera hasta que llegue el Mesías. ¡Y él estuvo aquí!

Y les digo, si él viene de nuevo aunque no creo que vuelva a cometer el mismo error si viniera de nuevo, los judíos aún no le aceptarían; pues entonces, ¿qué pasaría con su espera? Han vivido demasiado en ella; su encarcelamiento se ha convertido en su casa, y ya la han decorado. Y ahora, moverse en el riguroso cielo abierto ... donde a veces el sol quema demasiado, otras veces llueve, y otras hace frío o hace calor ... es peligroso. Ahora están resguardados.

Al principio existía la Palabra ...

Los judíos han enfatizado insistentemente que el nombre de Dios no debería ser pronunciado, porque es algo para guardar muy profundamente dentro del corazón. Pronunciarlo es hacerlo profano; decirlo es hacerlo formar parte del lenguaje y del mundo corrientes. Decirlo una y otra vez es hacer que pierda su significado e importancia.

Si amas a alguien y todo el día le estás diciendo: "Te amo, te amo" muchas veces, y gozas diciéndolo, al principio puede que la otra persona se sienta feliz, pero tarde o temprano va a ser demasiado. "Te amo, te amo" estás convirtiendo una hermosa palabra en algo inútil. No la uses demasiado. Entonces es importante, entonces lleva un significado. De hecho, puede que los que están realmente enamorados no la usen en absoluto. Si el amor no es obvio, no se puede verbalizar ‑ no hay necesidad de decirlo. Y si es obvio, ¿para qué decirlo? Debería haber unas pocas palabras claves que utilices muy poco, muy de vez en cuando. Deberían ser guardadas para ocasiones especiales, cuando tocas una cima.

Los judíos siempre han insistido en que el nombre de Dios no debería ser utilizado. Era la costumbre antiguamente, antes de Cristo, que sólo al Sumo Sacerdote del . templo de Salomón le fuera permitido usarlo ‑‑y sólo una vez al año. A nadie más le era permitido eso. Por lo tanto, la Palabra es el código, el código para el nombre de Dios. Algo debe utilizarse para indicarlo, y éste es un hermoso código: la Palabra. No utilizan ninguna palabra, simplemente dicen: la Palabra. Lo mismo se ha hecho también ‑en la India. Si preguntas a los Sikhs, los seguidores de Nanak, ellos dirán: Nam, el Nombre. No dicen ningún nombre; simplemente dicen, el Nombre. Quiere decir lo mismo que la Palabra.

Sólo al Sumo Sacerdote le era permitido, y el Sumo Sacerdote tenía que purificarse a sí mismo. Durante todo el año se purificaría a sí mismo, y ayunaría y oraría y se prepararía. Y entonces, un día del año, toda la comunidad se reuniría. Aún entonces, el Sumo Sacerdote no pronunciaría la palabra ante la multitud: se retiraría a la más recóndita capilla del templo y las puertas se cerrarían. En profundo silencio, donde nadie pudiera oír ‑‑la multitud estaría esperando afuera y no era posible que oyeran‑ él pronunciaría el nombre con absoluta santidad, profundo amor, intimidad. Estaba pronunciando el nombre en representación de toda la comunidad.

Era bienaventurado el día en que el nombre era pronunciado. Y luego, durante todo el año, el nombre no debía llevarse a los labios. Tienes que llevarlo dentro del corazón; debe convertirse en una semilla. Si sacas la semilla de la tierra una y otra vez, nunca brotará. Ponla muy profunda. Ponle agua, protégela, pero mantenla sumergida en la oscuridad para que germine, muera y renazca.

El nombre de Dios tiene que ser guardado en lo profundo del corazón. Ni siquiera tú deberías oírlo: debería estar tan profundo dentro de tu ser, en tus profundidades subliminales, que ni siquiera alcanzara a tu propia mente. Es eso lo que significa el que el Sumo Sacerdote se retire a la capilla más recóndita. Nadie oye, las puertas están cerradas, y él pronuncia el nombre una vez. El significado es éste : ve a la más recóndita capilla del centro de tu corazón, purifícate a ti mismo y, de vez en cuando, cuando sientas la fragancia de tu ser ‑‑cuando estés en el clímax de tu energía, cuando estés realmente vivo y ni un ápice de tristeza persista a tu alrededor, eres feliz, tremendamente feliz, extáticamente feliz y tranquilo y silencioso, te encuentras en un estado en que puedes agradecer, en que te puedes sentir agradecido ... entonces, ve a la capilla más recóndita. Tu mente será dejada fuera ‑ésa es la multitud. Entras más profundamente en el corazón, y ahí proclamas tan silenciosamente que ni siquiera tu mente pueda oír. Allí debe ser llevada la Palabra.

Al principio existía la Palabra,

Y la Palabra estaba con Dios

Y la Palabra era Dios.

No hay diferencia entre Dios y Su nombre. El no tiene nombre; El, en sí mismo, es Su nombre. Su ser es Su nombre; Su existencia es Su nombre. Nace un niño. ¿Cuál es su nombre? ‑ninguno. Pero él es. Ese “ser" es su nombre. Entonces, con propósitos utilitarios, le damos un nombre y poco a poco olvidará su "ser" y se identificará con el nombre. Si alguien insulta a ese nombre, se pondrá furioso; si alguien lo elogia, se pondrá contento. ¡Y el nombre nunca le perteneció!

Dios es el niño, siempre el niño, siempre la inocencia del mundo. El no tiene nombre, Ese es el, significado de este dicho : y la Palabra estaba con Dios. Ser, existencia, vida : y la Palabra estaba con Dios. ‑ Su nombre es Su ser. No repitas Su nombre, movilízate dentro de Su ser ‑ésa es la única forma de llegar a El. En realidad, olvídate de El. Movilízate dentro de tu propio "ser" y llegarás a El.

Todas las cosas fueron hechas por El;

y sin El no se ha hecho cosa alguna

de cuantas han sido hechas.

Dios es creatividad. Decir que Dios es el Creador ya es falsificarle, pero decir: "Dios es creatividad", no será comprensible. La gente pensaría: "¿Por qué usar 'Dios'? ‑con ‘creatividad’ bastaría". Decimos: "Dios es el Creador”, pero debido a esta expresión surgen muchos desatinos. Y entonces, ¿cuándo creó El al mundo? Y entonces, ¿por qué no lo creó antes? ¿Por qué no pudo crearlo antes, por qué lo creó en el momento en que lo creó? ¿Por qué lo creó así como es? ¿Por qué no lo puede mejorar?

Tanta miseria, tanto sufrimiento en el mundo, y El es el Creador. El se convierte entonces en el acusado. Entonces, nos sentimos furiosos: sí El es el Creador, entonces El es el responsable de todo. ¿Por qué no lo puede cambiar? Surgen entonces todo tipo de problemas, y los teólogos se dedican a contestar estas preguntas.

Para empezar, si miras el asunto directamente, no será necesario planteárselas siquiera. Dios no es el creador, él es creatividad. La creatividad es Su ser. Siempre ha estado creando; no puede tomar vacaciones de Su creatividad. ¡Eso no es posible; no puedes tomar vacaciones de tu naturaleza más interna ‑ no. Todo lo que puedes dejar no es tu naturaleza; lo que no puedes dejar lo es.

La naturaleza de Dios es la creatividad. Siempre ha estado creando. Y no hay otra manera: el mundo sólo puede existir tal como existe ahora. Es la única manera. Lo que sea que pienses, condenes o aprecies no tiene importancia. Es como acercarse a una rosa y preguntarle: "¿Por qué tienes esa cantidad de pétalos? Podrías tener unos pocos más. ¿Qué es lo que anda mal?". Pero si tuviera más, surgiría nuevamente la misma pregunta.

Sea como sea el mundo, la gente siempre creará preguntas. Por lo tanto, aquellos que saben, dejan la mente de lado y aceptan el mundo. Y sólo hay dos caminos: aceptar la mente y estar contra el mundo o aceptar el mundo y arrojar la mente. Esta es la única manera en que son las cosas y como pueden ser, y no hay nadie a quien te puedas quejar, ni nadie que pueda escuchar tus quejas y mejorar algo. Dios es creatividad, no un Creador.

Todas las cosas fueron hechas por El ¡en realidad, todas las cosas son hechas de El, no por El! Y sin El no se ha hecho cosa alguna de cuantas han sido hechas.. Y no solamente en el pasado; aún ahora, siempre que algo es creado El es el creador, tu eres sólo el instrumento.

Pintas un cuadro o escribes una canción, ¿Qué crees: que eres el creador? En el momento de profunda creatividad desapareces, Dios entra nuevamente en escena. Por‑ lo tanto, no es una cuestión del pasado. Dondequiera y cuando quiera que la creatividad se presenta, es siempre a través de El. Pregunta a todos los grandes poetas. Dirán que siempre que los grandes poemas descienden sobre ellos, eran, a lo más, receptores pasivos. Sucedió; ellos no fueron los creadores.

La idea de que puedes crear es simplemente tu ilusión. Toda la creatividad Le pertenece. Aún a través de ti, todo lo que es creado, El lo crea. Comprender esto es un gran esclarecimiento. Al entender esto, el ego desaparece; comprender esto es permitirle a El tomar total posesión de ti. Te conviertes en un instrumento; y de pequeñas cosas, grandes cosas llegan a ser posibles. Entonces El se mueve a través de ti. Si tú danzas, El danza. A lo más, eres el terreno donde El danza. Cuando cantas, El canta. A lo más, tú eres la flauta, la flauta vacía que se vuelve un canal para ello. A lo más, tu puedes permitir es siempre El quien está haciendo las cosas.

A esto me refiero cuando digo "flota", cuando digo “fluye con el río". Permite que Su creatividad fluya a través de ti. No impongas ningún patrón sobre EI; no impongas tu voluntad. Si puedes permitirte a ti mismo estar totalmente poseído, no hay sufrimiento, y dejas de ser un ser humano. El Jesús que hay dentro de ti se ha convertido en Cristo en el instante mismo en que permites la posesión total. Desaparece entonces el Jesús y aparece el Cristo.

Cristo es el principio; Jesús es el hijo del carpintero José. Jesús desapareció en un momento determinado y Cristo entró. "Cristo" significa simplemente que ahora el hombre dejó de ser hombre, y está ahora poseído por Dios. Al igual que cuando alguien se vuelve loco y dices: "Este hombre ha enloquecido", puedes decir, "Este hombre está 'endiosado' “. El hombre dejó ya de estar allí.

En El estaba la vida;

y la vida era la luz de los hombres

Dios es la única existencia, el único ser: la única vida que hay, la única danza que existe; el único movimiento, la única energía que hay. En el océano y en las olas; en el mundo ilusorio y en la verdad, en los sueños y en el soñador, la única energía que hay es Dios. Todo es El; El es todo.

En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y cuando sea que llegas a entender esto ‑esto: que El es la única vida‑ tu vida se ilumina. Y entonces, estás lleno de luz. Dios es vida! Si comprendes esto, toda tu vida se llenará de luz. Su vida se convierte en una luz en tu entendimiento. Cuando Su vida se refleja en tu interior, se convierte en luz.

Y la luz en las tinieblas brilla;

y las tinieblas no la han acogido.

Y la luz brilla a tu alrededor. La vida te rodea por todas partes ‑en los pájaros, en los árboles, en el río. La vida te rodea por todas partes, no existe nada más ‑estás viviendo en el océano de la vida. Fuera y dentro, adentro y afuera, solamente la vida burbujea. Una gran corriente de vida, y eres como un pez dentro de ella.

Y la luz en las tinieblas brilla;

y las tinieblas no la han acogido.

Tú no la acoges. Aún estás identificado con la oscuridad, tus ojos están aún cerrados. Estás ciego. Esto es algo hermoso que comprender:

Apareció un hombre enviado por Dios ...

Debía ser así. Estas son parábolas, pero yo digo que debía ser así, porque ¿cómo puede un hombre que ha vivido en la oscuridad ser capaz de llegar a la luz por sí mismo, solo? Necesitará a un Maestro.

Sí estás profundamente dormido, ¿cómo vas a despertarte a ti mismo? ‑parece imposible. Se requiere a alguien que ya esté despierto para sacarte de tu sueño, para darte una sacudida, de modo que la aguja de tu inconsciencia se salga fuera del surco y tome una nueva ruta. Por un instante, abres los ojos y miras.

Apareció un hombre enviado por Dios;

su nombre era Juan.

A menos que Dios mismo vaya a hacerlo, parece casi imposible que logres darte cuenta de qué es qué. Por lo tanto, todas las religiones del mundo ... los Hindúes los llaman avatares; dicen, "El hombre, por sí sólo, es tan indefenso que Dios tiene que descender". Avatar significa, el descenso de Dios, El mismo tiene que venir a despertarte.

Esto simplemente muestra cuán profundamente dormido estás, nada más ‑no es que tengas que creer fanáticamente que Dios desciende. Sólo muestra que estás tan profundamente dormido que, a menos que Dios descienda, no pareces tener posibilidades, Y si a veces despiertas, eso sólo demuestra que Dios ha descendido a despertarte.

Apareció un hombre enviado por Dios;

su nombre era Juan.

Este vino como testigo, para dar testimonio de la Luz,

a fin de que por medio de él todos creyesen.

                                                                                       

Estoy aquí. Si puedes verme, llegarás a confiar en cosas que no habías sido capaz de darte cuenta por ti mismo. A través de mi, puedes tener un vislumbre de lo que todavía no ha sido visto.

Y Dios es lo que no ha sido visto. Se necesita a alguien que pueda ser un testigo, que pueda dar testimonio, que pueda decir: "Sí, yo Le conozco", que pueda resonar en tus profundidades, que te pueda dar el sabor, a través de su contacto, de que "Sí, Dios existe". Dios nunca puede ser sólo una creencia, porque una creencia será impotente. Su naturaleza será intelectual, mental, pero no te transformará. Puedes acarrear la creencia durante toda tu vida: será parte de tu chatarra, no te transformará.

La confianza, la fe, son diferentes. La creencia es intelectual; la confianza es existencial Pero, ¿cómo puedes llegar a confiar si no te acercas a un hombre que pueda dar testimonio, que pueda decir desde las profundidades de su ser:"Sí, Dios es”? Si te permites ser vulnerable a él, y su ser conmociona algo dentro de ti, entonces nace la confianza.

Este vino como testigo‑‑‑Juan se transformó en un testigo‑ ... para dar testimonio de la Luz ... El ha conocido la Luz, él viene de la Luz. Recuerda, quien conoce la Luz también sabe que viene de la Luz, porque no hay otra manera de estar aquí.

Puede que no lo sepas, pero tú también vienes de la Luz. Esa es la verdadera fuente ‑la semilla y la fuente de toda vida. Puede que no te des cuenta, puede que lo hayas olvidado, puede que hayas olvidado totalmente de dónde viniste‑ la fuente está tan lejos que no la recuerdas en absoluto‑ pero quien sea que dentro de ti tome consciencia de la Luz, inmediatamente se dará cuenta de que "Yo vengo de El". En realidad, de inmediato se dará cuenta de que "Yo soy El. Mí padre y yo somos uno".

Como arriba es abajo. Proclamará, al igual que los profetas de los Upanishads han proclamado: "Aham Brahmasmi ... Yo soy eso". 0 dirá, como Mansoor: "Ana Zahak ... Yo soy la verdad". O, como Jesús: "Yo y mi Padre somos uno". Jesús dice: "Si confías en mí, has confiado en Aquél que me ha enviado; si me amas, has amado al que no conoces".

Este vino como testigo, para dar testimonio de la Luz, a fin de que por medio de él todos creyesen. Juan es una puerta, una ventana: a través suyo, puedes tener un vislumbre de las lejanas cimas del Himalaya.

No era él la Luz, sino quien

había de dar testimonio de esa Luz.

Esto tiene que ser entendido, ésta es una de las cosas realmente significativas. Siempre que llega un hombre como Jesús, es precedido por alguien que prepara el terreno. Tiene que ser así, porque se necesita un terreno ya preparado. La vida es una profunda continuidad; todo está conectado, todo es una unidad. Juan vino a preparar el terreno porque habían muchas malezas. La hierba estaba creciendo, mil y un tipos de árboles repletaban la tierra. Tenían que ser cortados ‑quitar las malezas, cambiar la tierra. Sólo entonces podría venir el jardinero a sembrar las nuevas semillas.

Siempre hay alguien que precede a un hombre como Jesús. Así dice el evangelio: No era él la Luz, sino quien había de dar testimonio de esa Luz ‑él vino a preparar el terreno.

 

Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron.

Ha venido a ayudar; ha venido a satisfacer las aspiraciones de siglos. Ha venido a lo que era suyo y los suyos no le recibieron.. Esto es algo muy irónico, pero siempre ha sucedido así. Jesús nació judío y éstos no le aceptarán. Buda nació Hindú, y éstos no le aceptarán. Siempre ha sido así. ¿Por qué? Porque siempre que nacen hombres como Jesús o Buda, suponen tal rebelión que todo lo establecido se estremece.

El hombre corriente vive en el pasado y para el hombre corriente el pasado es más importante, porque ya está establecido, es sólido. Tiene muchos intereses en el pasado, mucha inversión en el pasado. Por ejemplo, si de repente me acerco a ti y te digo que la manera en que has orado es incorrecta, y has estado orando de esa manera durante cincuenta años ‑entonces es mucho lo que está en juego. El creerme supondrá poner en duda cincuenta años de tu propia vida; el creerme equivale a aceptar que has sido un bobo durante cincuenta años. ¡Es demasiado! Lucharás, te defenderás.

Y cuando es cuestión de raza ... durante miles de años, una raza completa ha estado haciendo ciertas cosas; y entonces, llega un Jesús y pone las cosas patas arriba. Todo es nuevamente un caos. Disuelve todo lo que está establecido, arranca todo lo que se creía importante, crea confusión. Tiene que hacerlo así, porque te trae la cosa verdadera. Pero durante siglos has creído que la verdad era otra. ¿Qué elegir: Jesús o tu propio y prolongado pasado? ¿Qué elegir: Jesús o la tradición?

¿Sabes de dónde viene la palabra "tradición"?

 

Viene de la misma raíz que la palabra “comercio". También viene de la misma raíz que la palabra "traidor". La tradición es un comercio, es un negocio ‑y la tradición es también una traición.

La tradición cree en ciertas cosas que no son verdad ‑la tradición traiciona a la verdad‑‑‑; por lo tanto, cuando la verdad aparece, hay conflicto. Lo puedes ver aquí. He nacido Jaina, pero ellos no me aceptarán. Aquí puedes encontrar Cristianos, Judíos, Mahometanos, Hindúes, Budistas, pero muy pocos Jainas. A ellos les es imposible aceptarme. Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron.

Los Jainas están demasiado en mi contra. Los Hindúes también lo están, aunque en menor grado. Pero los Cristianos no, los judíos en absoluto. Cuanto más te alejas, menor es el antagonismo. Nací Jaína; los Jainas son una pequeña comunidad, rodeada de Hindúes por todas partes. Los Jainas son casi Hindúes: por lo tanto, los Jainas serán muy antagónicos, los Hindúes un poco menos y los Mahometanos, Cristianos y judíos no tanto.

        Cuanto más te alejes, menor será el antagonismo. De ahí que puedas entender por qué aquí hay tanta gente de tantos países diferentes, y, sin embargo, no hay muchos indios. Con los indios hay un problema: su tradición está en peligro. Si creen en mi, su tradición ... tendrán que perderla.

Por eso, cerca de mí verás más gente joven que gente mayor: porque la gente joven no tiene mucha inversión en el pasado. De hecho, un joven se halla en  busca del futuro, y un viejo, en busca del pasado. Un joven tiene un futuro; el viejo sólo tiene el pasado. El futuro significa muerte: toda su vida es pasado. Por tanto, cuando un hombre de setenta viene a mí resulta muy difícil cambiarle, porque setenta años se me oponen. Cuando viene un muchachito de siete, un pequeño Siddhartha, no hay nada contra lo cual luchar. Puede entregarse en forma total, no hay nada ‑no tiene pasado, sólo futuro. Puede aventurarse, puede arriesgarse; no tiene nada que perder. Pero un viejo tiene mucho que perder. Por eso, si viene un erudito ‑uno que sabe demasiado sin saber‑ tendrá que luchar mucho, producirá todo tipo de discusiones, se defenderá. Tiene mucho que perder. Pero cuando llega un hombre inocente que dice: "No sé mucho", es fácil, porque está dispuesto a dejarse ir.

Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron.

Mas a cuantos le recibieron,

aún a aquéllos que creen en su nombre,

les dio el poder de transformarse en hijos de Dios.

Y la Palabra se hizo carne...

Muy poca gente se acercó a él. Juan vivió cerca del río Jordán, en la intemperie, fuera de ciudades y pueblos. Los que realmente quisieran transformarse  le buscarían y llegarían hasta él. Muy pocos fueron, pero aquellos que lo hicieron aún a aquellos que creen en su nombre, les dio el poder de transformarse en hijos de Dios. Aquellos que pudieron confiar fueron transformados. Y él preparó el terreno: éstos serían los primeros que estarían preparados para la aparición de Jesús.

Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros

‑y contemplamos su gloria,

gloria como hijo único del Padre

lleno de gracia y de verdad.

Y la Palabra se hizo carne ‑una de las frases más hermosas del evangelio‑ y habitó entre nosotros. Con Jesús, es como si la Palabra se hubiese convertido en carne: Dios se ha convertido en hombre. El secreto se ha abierto; lo oculto ha sido revelado; el misterio se ha convertido en una verdad abierta. Todas las puertas del templo están abiertas.

Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros... Juan produjo la atmósfera, porque la Palabra sólo puede llegar a ser carne cuando el que escucha está listo.

Si estás listo, te podré decir lo que llevo dentro de mi corazón. Si no estás listo, será imposible pronunciarlo; será absolutamente inútil. De hecho, no puede ser expresado hasta que estés listo. Cuando tu corazón esté dispuesto, esa misma disposición hará aparecer la verdad que llevo dentro de mi corazón. Entonces, el corazón puede hablar al corazón, lo profundo puede responder a lo profundo.

Juan reunió a un grupo, un pequeño grupo de gente escogida que fueran capaces de confiar, que fueran capaces de ver con los ojos de la confianza. Sólo en esa situación es posible la aparición de Jesús. Recuerda esto: si el que escucha está dispuesto, sólo entonces puede ser pronunciada la verdad.

Durante muchos años estuve viajando por este país, durante todo el año, sólo para encontrar gente que fuera capaz de transformarse a sí misma, de modo que lo que llevo dentro de mí pudiera convertirse en carne, pudiera ser pronunciado. Ahora, la gente me pregunta por qué no voy ya a ninguna parte. Ese trabajo ya está hecho. Ahora, aquellos que estén dispuestos vendrán a mí. En este momento, ésa es la única forma.

Por eso, no quiero que vengan aquí masas y multitudes:  porque si vienen, no me será posible pronunciar aquello que está dentro de mí ... y me gustaría compartirlo antes de partir. Sólo si estás listo, y únicamente si lo estás, podrá algo del más allá descender sobre ti.

Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros

‑y contemplamos su gloria,

gloria como hijo único del Padre‑

Y esto es, realmente, algo que tiene que ser entendido, porque los cristianos lo han estado mal interpretando continuamente. Ellos siguen diciendo que Cristo es el único hijo engendrado por Dios. Sí, por un lado es verdad, ‑pero no es verdad en el sentido en que los cristianos lo dicen.

Buda también es el único hijo de Dios, y Krishna también es el único hijo de Dios. Recuerda, lo enfatizo: el único hijo engendrado por Dios. Yo también soy el único hijo de Dios., y tú también eres el único hijo de Dios. Entonces , ¿por qué decir "el único hijo engendrado"? Si todos son Sus hijos, ¿por qué decirlo?

Tiene un significado, un sentido; tiene que decirse. Es similar a esto: te enamoras de una mujer y dices: "Eres la única mujer, la única mujer hermosa en el mundo". No es que esto sea verdad; pero aún así, es la verdad de un instante de amor. No es un hecho corriente: es una verdad. Cuando le dices a una mujer: "Eres la única mujer hermosa que ha existido o existirá en el mundo", eso no quiere decir que conoces a todas las mujeres que han existido en el mundo antes, o que sabes que todas las mujeres que existirán después no van a ser más bellas que ésta. ¿Cómo puedes saberlo, cómo puedes comparar? Este no es un hecho lógico; es una comprensión poética.

En ese momento de amor, las estadísticas quedan a un lado. Algún lógico puede alegar: "¡Espera! ¿Conoces a todas las mujeres que existen en el mundo en este momento? ¿Has mirado, buscado, y has concluido que ésta es la mujer más bella del mundo? ¿Qué estás diciendo? Estás usando un lenguaje comparativo".

Pero tú dirás: "No me preocupan las otras mujeres, y esto no es comparativo. No estoy comparando; simplemente, afirmo una verdad acerca de mis sentimientos. No es una realidad del mundo exterior; es una verdad de mí sentimiento interno. Esto es lo que siento: que ésta es la mujer más hermosa del mundo. No estoy diciendo nada acerca de esta mujer; estoy diciendo algo acerca de mi corazón. No conozco a todas las mujeres; no es necesario". No es una comparación. Es un sentimiento. Estás tan poseído por el sentimiento que no decir esto estará mal.

Cuando amas a Jesús, él es el único hijo de Dios. Por lo tanto, esta frase es correcta: dice, ... gloria como hijo único del Padre. "Como" ‑ como si fuera el único hijo de Dios. Para aquellos que se enamoran de Jesús para ellos, él es el único hijo de Dios. No dicen nada acerca de Buda o en contra de Buda. No están comparando.

A eso me refiero cuando digo que Buda también es el único hijo de Dios, y que tú también lo eres. Todos en este mundo son únicos. Una vez que alcanzas tu realización interior, eres el único hijo de Dios ‑‑como si toda la existencia existiera para ti, y nada más que para ti. Los árboles florecen para ti y los pájaros .cantan para ti y los ríos fluyen para ti y las nubes se juntan para ti.

Cuando alcanzas tu realización, te transformas en el centro de la existencia. O, si te llenas de amor hacia un Buda, un Jesús o cualquiera, estas afirmaciones de amor no deberían ser tomadas como la exposición de un hecho. Son realizaciones poéticas. No puedes discutirlas; no son en absoluto discutibles. Son afirmaciones del corazón.

Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros ... lleno de gracia y de verdad. Cuando la verdad existe, hay gracia. y cuando hay gracia, hay verdad.

Trata de entender esto. Sólo puedes poseer la gracia si eres verdadero. Si tienes alguna mentira dentro de ti, esa mentira perturbará tu gracia, esa mentira será venenosa para tu belleza, porque esa mentira tiene que estar oculta, reprimida. A nadie se le permitirá conocerla. No puedes estar abierto; estarás cerrado por la mentira. Si engañas, no puedes ser libre y fluido. Estarás estancado con tu engaño. Por lo tanto, no digo que las mentiras sean malas porque hagan daño a los demás ‑ no. Son malas porque perderás tu propia gracia. Los engaños no son malos porque engañes a los demás; son malos porque perturbarán tu flujo, y no estarás fluyendo. Te empezarás a helar. Estarás estancado, muerto, en muchos puntos. Tendrás bloqueos en tu ser.

Mira a un niño. Cada niño tiene gracia. Y después, ¿dónde desaparece la gracia? Si cada niño trae gracia al mundo, ¿en dónde desaparece? Poco a poco ésta se desvanece, y entonces todos se vuelven feos y sin gracia.

Muy rara vez encontramos a alguien que sea capaz de ser tan agraciado como lo era cuando niño. ¿Qué sucede? ¿Por qué un niño es agraciado?

¿Has visto a algún niño del que puedas decir que es feo? No, eso no existe. Un niño feo, imposible. Todos los niños son bellos, incondicionalmente hermosos. Están fluyendo, y son verdaderos. Cuando quieren llorar, lloran; cuando quieren reír, ríen. Cuando están furiosos, están furiosos; cuando están amorosos, están amorosos. Son verdaderos en cada momento, nunca engañan.

Pero pronto aprenden la política. Pronto aprenderán que: "A mamá le gusta que yo sonría. Si sonrío es más fácil persuadirla, es más fácil manipularla". ¡Un niñito se está convirtiendo en un político! El espera. Puede estar furioso por dentro, pero cuando la madre se acerca sonríe, porque ésa es la única manera de conseguir el helado. Ahora la sonrisa es falsa, y una sonrisa falsa es fea, porque el ser total no está implicado en ella; es algo pintado desde afuera. Y luego, más y más cosas serán pintadas, más y más personalidades se juntarán, y la esencia se perderá. Así te vuelves feo. La verdad y la gracia van siempre unidas. La verdad es gracia, y la gracia es verdad.

El evangelio capta el punto exacto del ser de Jesús: verdad y gracia. El era verdad, era profundamente verdadero hasta el núcleo mismo ‑suprema, absolutamente verdadero. Así es como se metió en problemas. Vivir con una sociedad que es absolutamente falsa, vivir en ella con absoluta veracidad, significa meterse en problemas.

Y la gracia. El no era ni un político ni un sacerdote. Simplemente, amaba la vida y la vivía. No estaba aquí para predicar nada, no tenía ningún dogma que inculcar, no tenía ideas que forzar sobre la gente. En realidad, vivió una vida llena de gracia, pureza y fluidez, y fue contagioso. Con quien fuera que se contactara ‑‑ el que llegara a tener contacto con él se quedaría hipnotizado, magnetizado. Este hombre era un niño, un niño inocente. La gente se sentía atraída. La gente dejó sus casas, sus trabajos; simplemente, comenzaron a seguirle.

El no era un predicador, no estaba entregándole ninguna revolución política al mundo, no estaba proclamando ninguna reforma para el mundo. Simplemente, estaba entregándote una manera fluida de vivir. Y ése era el problema ‑ porque los Judíos son una de las razas más reprimidas del mundo. Muy reprimidos, moralistas, puritanos. Ese se convirtió en el punto problemático. Ellos se guían por principios. Se guían por la ley, y la ley debe ser respetada.

Naturalmente, tienen mucho éxito en el mundo. Si respetas la ley, tendrás mucho éxito. Si te guías por el amor, estás destinado al fracaso. Es una desgracia, es desafortunado, pero es así: la ley triunfa, el amor fracasa ‑en el mundo. En lo que a Dios respecta, el amor triunfa, la ley fracasa; ‑ pero, ¿a quién le importa Dios?

Los judíos son muy respetuosos de la ley, muy buenos ciudadanos, y dondequiera que vayan siempre tienen éxito, porque siempre van con la ley. Se rigen por la aritmética. Por ese motivo, obtienen la mayoría de los Premios Nóbel. Nadie puede competir con ellos. Tienen mucho talento: tienen éxito en los negocios, en la política; hagan lo que hagan, siempre hacen lo adecuado. Pero son puritanos muy formalistas, profundamente  cautivos de la mente. Una profunda resaca prosigue en la mente.

Y Jesús empezó a hablar acerca de la ley. El evangelio dice:

Y de su plenitud nosotros todos recibimos,

y gracia por gracia.

Pues la ley fue dada por Moisés;

pero la gracia y la verdad

vinieron a través de Jesús, el Cristo.

La Ley fue dada por Moisés. Moisés es el fundamento del judaísmo. Naturalmente, esto era necesario, porque a menos que la ley sea establecida, el amor no será posible. La ley es imprescindible, es una necesidad, pero no es suficiente.

Moisés le entregó la ley al mundo. La gente era primitiva, inculta; no tenían sentido social. Moisés creó una sociedad, y una de las más perdurables: la judía. Y en realidad, Moisés debe haber sido realmente genial, porque proporcionó la ley, y los judíos han sobrevivido a todo tipo de catástrofes. Debe haberles dado una base muy estable. Pero él era un legislador, al igual que Manu fue el legislador para los Hindúes. Moisés es el Manu de los Judíos; él trajo la ley.

Permítanme contarles una pequeña historia. En cierta ocasión, Moisés se cruzó con un hombre que estaba rezando. Pero su oración era tan absurda ‑no sólo absurda, sino un insulto a Dios‑ que Moisés se detuvo. Era absolutamente ilegal. Era preferible no rezar que hacerlo de esa manera, porque este hombre estaba diciendo cosas increíbles. Decía, "Déjame acercarme a ti, Dios mío, mi Señor, y prometo que limpiaré tu cuerpo cuando esté sucio. Incluso si tienes piojos, yo te los quitaré ... Y soy un buen zapatero, te haré zapatos perfectos. Andas con zapatos tan viejos ‑ y tan sucios, están totalmente sucios ... Y nadie cuida de ti, mi Señor. Yo cuidaré de ti. Cuando estés enfermo, te serviré y te daré medicina. ¡Y también soy un buen cocinero!".

¡Así es como estaba orando! Así que Moisés le dijo "¡Detente ! ¡Detén este absurdo! ¿Qué estás diciendo ? ¿A quién le estás hablando ‑ a Dios? ¿Y El tiene piojos en Su cuerpo ? ¿Y Sus ropas están sucias y tú las limpiarás? ¿Y no hay nadie ahí para cuidarle, y tú serás Su cocinero? ¿De quién has aprendido esta oración?".

El hombre contestó, "No la he aprendido en ninguna parte. Soy un hombre muy pobre e ignorante, y no sé cómo rezar. La he inventado yo mismo, y éstas son las cosas que conozco. Los piojos me molestan mucho; por lo tanto, le deben molestar a El. Y a veces la comida no es buena ‑mi esposa no es una buena cocinera‑‑‑ y me duele el estómago. El también debe estar sufriendo. Esta es sólo mi propia experiencia, que se ha transformado en mi oración. Pero si conoces la oración adecuada, enséñamela".

Entonces Moisés le enseñó la oración adecuada. El hombre se inclinó frente a Moisés, le dio las gracias con lágrimas de profunda gratitud, y se alejó. Moisés estaba muy contento. Pensé que había hecho una buena obra. Miró al cielo para ver lo que opinaba Dios del asunto.

¡Y Dios estaba furioso! El dijo: "Te he enviado ahí para que acerques‑a la gente a mí, pero has alejado a uno de los que más me ama. Ahora, él orará en forma adecuada, pero no será una oración en absoluto ‑ porque la oración  no tiene nada que ver con la ley. Es amor. El amor es ley en sí mismo; no necesita otra ley".

Pero Moisés es el legislador. El fundó la sociedad: trajo los diez mandamientos. Esos Diez Mandamientos han sido los cimientos de todo el mundo occidental: judaico, Cristiano, Mahometano ‑las tres religiones dependen de la ley de Moisés.

Por lo tanto, el mundo entero ha conocido sólo a dos legisladores: el Oriente conoce a Manu y el Occidente conoce a Moisés. Hindúes, Jainas, Budistas: Manu les ha proporcionado la ley, la ley les ha sido dada por Manu; y Moisés se la ha entregado a Mahometanos, Cristianos y judíos.

Estos dos legisladores han creado al mundo entero. Y debe haber algo en ello: ambos nombres empiezan con “M” Manu y Moisés. Y luego llega Marx, que es la tercera "M". China y Rusia ‑ a ambas les entregó las leyes. Estos son los tres grandes "M": legisladores.

Pues la ley fue dada por Moisés ...

La ley es para la sociedad; el amor es para el individuo. La ley se refiere a cómo te comportas con los demás; el amor se refiere a cómo te comportas contigo mismo. El amor es un florecimiento interior; la ley es la conducta externa. Dado que vives con gente, debes respetar las leyes, pero eso no es suficiente ‑es bueno, pero no es suficiente. Si una persona se limita a respetar las leyes, estará muerta. Será un buen ciudadano, pero estará muerto. La ley puede ser el fundamento de la sociedad, pero no puede ser el edificio mismo. Puedes vivir según la ley, pero no puedes vivir en ella. No te da suficiente espacio. Para eso, el amor es necesario.

Jesús fue la realización de Moisés. Jesús estaba completando lo que inició Moisés, pero los judíos le negaron; lo que Manu inició lo estaba completando Buda, pero los Hindúes te negaron. Marx aún necesita a un Buda o a un Jesús en el mundo. El vendrá algún día, pero los comunistas le negarán.

Comienzan a centrarse en la ley. Y desde ese punto de vista, el amor parece estar en contra de la ley. Y en realidad, la ley sólo es necesaria para que el amor pueda llegar a ser posible. La ley es necesaria para que la gente pueda vivir en paz y en amor; la ley no es, en sí, el fin. Es el medio; el amor es el fin. Pero cuando la gente se vuelve demasiado obediente de la ley, hasta el amor mismo parece ilegal. Y se vuelven temerosos del amor, porque ‑¿quién sabe?‑ estás recorriendo un sendero peligroso.

El amor es locura; la ley, cálculo. La ley es confiable, la sociedad puede decidir con ella. Pero el amor no es confiable ¿quién decidirá? El amor no conoce reglas: no es aritmética, ‑es poesía. Es peligroso. El amor es siempre salvaje, y la ley es social.

Recuerda esto: respeta la ley, pero no te limites a eso; de otra manera, habrás vivido en vano. De hecho, no habrás vivido. Respeta la ley, porque si no lo haces tendrás problemas. Debes vivir en una sociedad, tienes que seguir ciertas reglas, pero sólo son reglas. No hay nada supremo respecto a ellas, no hay nada de Dios en ellas.

Déjame decirte esto: los Diez Mandamientos fueron creados por Moisés. No provienen

de Dios, eso no es posible. Esos Diez Mandamientos son reglas humanas del juego. "No robarás" ‑‑‑porque la propiedad es individual.

   Pero si el juego cambia y la propiedad llega a repartirse, "No robarás" no tendrá sentido como ley. O bien, si algún día el mundo llega a ser realmente opulento, habrá tanto que nadie robará. Sólo si hay pobreza es posible el robo. La gente está hambrienta y es pobre y entonces roban. Pero si la sociedad es rica ‑como va a serlo algún día‑ y hay demasiadas cosas: todo lo que necesites, hay más disponible ... entonces, ¿quién será ladrón? El mandamiento desaparecerá en ese momento. Ya no será necesario.

Los Diez Mandamientos son sociales. Moisés trae la ley; Jesús trae la verdad, la gracia, el amor. El amor viene de Dios, la ley viene de la mente. El amor es de Dios, la ley es del hombre.

Y con amor, la gracia ocurre. Y con amor ‑la verdad. Recuerda esto, porque entender a Jesús es entender el fenómeno del amor. Entender a Jesús es entender los detalles de la gracia. Entender a Jesús es entender la verdad. Recuerda: si puedes entender la verdad, la verdad libera. Y no existe otra liberación.


 

 

CAPÍTULO 2

DIOSES EN EL EXILIO

SEGUNDO DISCURSO

22 DE OCTUBRE DE 1975

 

¿Quién te preparó el camino?

Nadie me preparó el camino, ni tampoco yo le estoy preparando el camino a nadie. Esto tiene que ser entendido.

Hay cuatro posibilidades. Una, la más vieja y la más usada, es la que ‑se dio en el caso de Jesús. Juan el Bautista preparó el camino; el discípulo precedió al Maestro. Esto tiene ventajas, pero también tiene limitaciones y defectos ‑eso es necesariamente así. Cuando el discípulo precede al Maestro, creará limitaciones que le son propias y el Maestro tendrá que funcionar dentro de esas limitaciones. Tiene sus ventajas, pues cuando llega el Maestro, no tendrá que preocuparse de preparar el terreno ‑el terreno ya estará dispuesto, puede comenzar de inmediato a sembrar las semillas‑‑‑ pero el terreno estará dispuesto a la manera deL discípulo. No puede estarlo al estilo del Maestro; por lo tanto, éste tendrá que funcionar dentro de ciertas limitaciones. Eso es lo que produjo todo el problema en la historia de Jesús.

Juan el Bautista es un tipo de hombre diferente de Jesús, un hombre muy fiero, casi en llamas ‑y siempre enardecido. Usa un lenguaje que le es apropiado, pero que nunca podrá ser apropiado para Jesús. Jesús es muy silencioso, muy apacible. Juan el Bautista no es ese tipo de hombre.

Es un profeta y Jesús es un Mesías; y la diferencia entre un profeta y un Mesías es grande. Un profeta es un hombre religioso, profundamente religioso, pero funciona como un político: utiliza el lenguaje de la revolución, utiliza un lenguaje muy violento ‑‑ excitando los corazones y el ser de los hombres, agitándolos. Un profeta es como un terremoto. Un Mesías es muy tranquilizante, silencioso como un valle del Himalaya ‑perezoso, adormecido. Puedes descansar con un Mesías. Con un profeta, siempre estarás en movimiento.

Debido a esto, Juan el Bautista usó la terminología de la política: la revolución, el reino de Dios. E incluso ese "reino'' debe ser tomado por la fuerza. Tiene que ser, de hecho, atacado. El no fue comprendido, pues siempre serás mal interpretado si utilizas el lenguaje del mundo exterior para referirte al mundo interior. Los políticos tuvieron miedo: "¿De qué reino está hablando este hombre? ¿De qué revolución? ¿ A qué se refiere cuando dice que el reino debe ser tomado por la fuerza?".

Juan el Bautista es muy impaciente. Desea cambio inmediato; no puede esperar. El creó la atmósfera en que Jesús tuvo que funcionar. Juan el Bautista murió en prisión, fue decapitado por los gobernantes ‑ fue absolutamente mal interpretado‑ pero nadie tuvo la culpa: él mismo la tuvo.

Pero debido a él ... y Jesús le iba a seguir, Jesús fue discípulo de su propio discípulo. Fue iniciado por Juan el Bautista, porque éste le precedió. Se creó un vínculo. Fue así como tuvo que utilizar la misma terminología. Era casi seguro que no le comprenderían.

Juan el Bautista murió en prisión, decapitado. Jesús murió en la cruz ‑asesinado. Juan el Bautista también estaba hablando del reino de Dios. Naturalmente, él no era agresivo, pero la terminología en sí parecía política. El era un hombre muy inocente, no tenía nada que ver con política.

Pero Juan el Bautista ayudó, en cierta forma. Jesús pudo trabajar porque todos los discípulos de Juan el Bautista estaban listos para recibirle, él no era un extraño. Juan el Bautista había producido una pequeña abertura, había creado una pequeña claridad en la oscuridad de la humanidad. Cuando llegó fue recibido; había una casa lista para él ‑unas pocas personas receptivas a él. Eso no hubiera sido posible si hubiese venido solo, sin un predecesor. Pero la casa fue construida por Juan el Bautista, y los discípulos que éste atrajo fueron. atraídos por él. Eso produjo el conflicto.

Este es el formato más antiguo: el Maestro es precedido por un discípulo que cumple el rol de predecesor y prepara el terreno. Debido a sus defectos y limitaciones, ha habido otra forma: la opuesta.

Ramakrishna es sucedido por Vivekananda; no es precedido por nadie. El Maestro viene primero, y entonces le sigue el discípulo. Esto tiene sus ventajas, porque el Maestro crea toda la atmósfera, el Maestro es quien crea la situación completa en que va a producirse el crecimiento. ‑ cómo van a desenvolverse las cosas. El da el lenguaje, el patrón, la dirección, la dimensión.

Pero esto tiene defectos, porque el Maestro es infinito; y cuando llega el discípulo, éste resulta ser muy finito. Y entonces el discípulo tiene que elegir, porque no puede moverse en todas direcciones. El Maestro puede estar mostrando todas las direcciones, te puede estar guiando hacia el infinito; pero cuando el discípulo llega, debe elegir, debe seleccionar, y entonces fuerza su propio patrón en ello.

Ramakrishna fue sucedido por Vivekananda. Ramakrishna es uno de los florecimientos más grandiosos que hayan ocurrido nunca; Vivekananda es el profeta. Ramakrishna es el Mesías, pero Vivekananda determinó todo el rumbo. Las inclinaciones de Vivekananda eran de tipo extrovertido, no de tipo introvertido. Sus propias inclinaciones apuntaban más hacia la reforma social, hacia el cambio político. Estaba más interesado en traer riquezas a la gente, en destruir la pobreza y el hambre. Cambió enteramente el rumbo.

La Misión Ramakrishna no es fiel a Ramakrishna; la Misión Ramakrishna es fiel a Vivekananda. La Misión Ramakrishna funciona ahora como un servicio social. Siempre que hay hambruna, están allí para servir a la gente. Cuando hay un terremoto, están ahí para servir a la gente. Cuando hay una inundación ‑y ninguna de estas cosas falta en la India‑ ellos están ahí. Son buenos servidores, pero la revolución interior de Ramakrishna ha desaparecido completamente dentro del desierto de Vivekananda.

Ramakrishna funcionó más libremente que Jesús, porque no tuvo un patrón preconcebido. Vivió más espontáneamente que Jesús. No tuvo ningún límite; pudo funcionar en cualquier dirección. Podía volar como un pájaro en el cielo, no había ninguna limitación. Pero luego llega el discípulo. El organiza, y, naturalmente, lo organiza a su manera.

Las dos maneras tienen ventajas, y las dos tienen defectos. También existe una tercera posibilidad, que nunca ha sido utilizada antes. Krishnamurti es el primero en el mundo en utilizar esta tercera posibilidad. La tercera posibilidad consiste en negar a ambos: predecesores y sucesores, ambos. Es negativa.

El método de Krishnamurti es vía negativa. Así entonces, primero negó a aquellos que le prepararon el terreno. Esa era la única forma de desembarazarse de las limitaciones. Negó a todo el Movimiento Teosófico: Annie Besant, Leadbeater ‑ ellos fueron los que prepararon todo el terreno, y trabajaron duro para Krishnamurti. Ellos fueron los que cumplieron el rol de Juan el Bautista para él. Crearon para él una extensa oportunidad en el mundo; pero entonces, cuando él estuvo listo, miró, vio los defectos y las limitaciones: ocurriría lo mismo que en el caso de Jesús. Y entonces, simplemente negó. Negó que ellos prepararan el terreno o que hubiera alguna necesidad de prepararlo.

Al negarles, él estaba consciente de que también tenía que negar su calidad de Mesías ‑‑porque si él decía que era el Mesías, podía negar a los predecesores, pero entonces vendrían los sucesores. Y entonces se plantearía el mismo problema que se había presentado con Ramakrishna. Así que negó: "Nadie me ha precedido y nadie va a sucederme". Negó a Leadbeater, a Annie Besant y al Movimiento Teosófico, y durante toda su vida ha negado que alguien vaya a convertirse en su heredero o sucesor.

Esto tiene su belleza propia, pero también sus problemas. Puedes ser libre, muy libre, absolutamente libre ‑porque no. hay limitaciones por ningún lado, ni antes ni después‑ pero tu libertad está en la negatividad. No creas. Tu libertad no alcanza ninguna realización, es vana ‑no ayudas. Es como si alguien estuviese tan pendiente de no enfermar ‑trabajando continuamente y pendiente de no caer enfermo‑ que olvida que a veces también tiene que disfrutar de la salud. De otra manera, puede que no enfermes, pero el sólo estar pendiente de que "Uno no debe enfermarse y debe permanecer alerta" se convierte en un tipo de enfermedad.

Krishnamurti está tan alerta al respecto ‑que ningún tipo de cautiverio debería crearse en ninguna parte, que no debiera existir ninguna atadura‑ que trabajó duro, pero no pudo ayudar a nadie. Ha sido hermoso para él mismo, pero no ha sido beneficioso para la humanidad. El es un hombre libre, pero su libertad es sólo para él. Esa libertad no pudo llegar a ser saboreada en miles y miles de gargantas; no pudo crear un impulso. El se ha mantenido como un pináculo de la libertad pero no existe puente. Puedes mirarle ‑‑ es como una hermosa pintura o una hermosa poesía‑ pero nada se puede hacer al respecto, no te transforma. Ha roto todos los puentes. Esta es la tercera posibilidad ‑nunca se probó antes. El fue el primero.

Yo he probado la cuarta. Que tampoco ha sido usada. La cuarta consiste en que durante la mitad de mi vida yo mismo he trabajado como Juan el Bautista; y ahora, durante la otra mitad funcionaré como un Cristo. Esta es la cuarta posibilidad: preparar el terreno y también sembrarlo, sembrar las semillas.

También tiene sus inconvenientes; es imposible encontrar un camino que no los tenga. Tiene cualidades y tiene defectos. La ventaja es que soy ambos: por lo tanto soy, en cierta forma, totalmente libre. Todo lo que he hecho en mi primer paso lo hice sabiendo perfectamente bien cuál iba a ser el segundo paso. El Juan el Bautista que había en mí conocía perfectamente bien al Cristo que iba a seguirle: ambos se hallaban en profunda armonía. Son una persona; no hay problema en ello. Por lo tanto, el Juan el Bautista que había en mí no podía crear ninguna limitación para el Jesús que iba a seguirle ‑libertad total.

Y ningún Vivekananda me va a seguir. Yo soy mi propio Vivekananda y soy mi propio Juan el Baustista; por lo tanto, nadie puede limitarme en forma alguna cuando me haya ido. Y soy positivo: si Krishnamurti es vía negativa, yo soy vía positiva. He aceptado ambos papeles, y tengo una cierta libertad que ni siquiera Krishnamurti puede tener. El tiene que negar constantemente, y la negación en sí se convierte en una preocupación, en una profunda ansiedad. No tengo nada que negar; sólo tengo que decir que sí a la totalidad.

Pero existen problemas, y el problema más grande es que siempre seré contradictorio. Todo lo que ha dicho Juan el Bautista, tendrá que contradecirlo el Cristo que hay en mí. Siempre seré contradictorio.

Durante muchos años me estuve moviendo, llegando a cada persona, a cualquiera que tuviera alguna capacidad de crecimiento. Nunca nadie pensó que algún día el vagabundo que había en mí simplemente se sentaría en su habitación cerrada y que ni siquiera saldría de esa habitación ‑‑ ¡contradictorio! Durante años hablé en términos de revolución: naturalmente  Juan el Bautista tiene que hablar de esa manera. Entonces, de repente, dejé de hablar de la revolución, de la sociedad, del bienestar de la humanidad; olvidé todo al respecto. Ahora sólo existe el individuo.

Contradictorio. Si observas, puedes encontrar dos corrientes paralelas, y la primera corriente ha estado en constante contradicción con la otra corriente. Durante esos muchos años, el Acharya, el Juan el Bautista, estaba haciendo una cosa. Ahora el Bhagwan, algo completamente diferente, está haciendo algo totalmente contradictorio.

Más tarde, será imposible decidir si este hombre era uno solo o dos. Y me figuro que algún día alguien sospechará que este hombre eran dos, porque las contradicciones son obvias, y no hay manera de resolverlas. Este es el problema conmigo‑ pero alguien tenía que probar la cuarta posibilidad, y estoy feliz de haberla probado yo. Cada cosa en esta tierra tiene sus inconvenientes, así que no puedes escapar de los inconvenientes. Por una u otra parte aparecerá el problema; por lo tanto, es solamente cuestión de elección ‑ lo que a ti te acomode.

Esto me acomoda perfectamente. Ser libre para contradecirse es un gran prodigio, porque así no me preocupo en absoluto de lo que digo. No guardo cuentas, no necesito preocuparme acerca de lo que dije ayer. Puedo contradecirme: ésta es una gran libertad.

Y si me amas, sé que encontrarás en lo profundo de mí que las contradicciones ya están resueltas. Pero eso le ocurrirá sólo a aquellos que confían, eso sólo les sucederá a aquellos que se acerquen más y más a mí. Todas las contradicciones están en la superficie: en mi interior ya están resueltas, porque soy uno.

Funcioné como Juan el Bautista; ahora funcionaré como Cristo. Así que nadie me ha precedido, y nadie será mi sucesor. Soy un círculo perfecto.

 

¿Por qué vacilo en disfrutar cualquier cosa?

El goce no está permitido; estás condicionado en contra del goce. Desde tu infancia misma te han enseñado que si estás contento, significa que algo anda mal ‑ si eres desgraciado, todo está bien. Nadie se preocupa si eres desgraciado; pero si estás demasiado contento, todo el mundo se inquieta por ti. Debes haber hecho algo malo.

cuando quiera que un niño está contento, los padres empiezan a buscar la causa: debe haber hecho alguna fechoría o algo. ¿Por qué está tan alegre? ‑ los padres no están contentos. Sienten profunda envidia de la alegría del niño. Puede que no se den cuenta de ello, pero están envidiosos. Es fácil tolerar la desgracia de otros, pero es casi imposible tolerar la felicidad de los demás.

Estaba leyendo una anécdota. Un padre muy religioso estaba educando a su hijo lo mejor posible. Un día, cuando iban a ir a la iglesia, le dio al muchacho dos monedas: una rupia y una piastra. También le dio a elegir: que pusiera lo que creyera adecuado en el plato de donativos de la iglesia. Podía elegir la rupia o la piastra.

Naturalmente, el padre creía y esperaba que pondría la rupia en el plato (*). El había sido educado de esa manera ‑podía esperarse eso de él, se podía confiar.

El padre esperó. Al salir de la iglesia, estaba muy ansioso por saber lo que había pasado. Preguntó al muchacho: "¿Qué hiciste?".

(*)      Una rupia es mucho más valiosa  que una piastra (N. del T.)   

El chico admitió que había donado la piastra y se había guardado la rupia para él.

El padre no lo podía creer. Dijo, "¿Por qué? ¿Por qué hiciste eso? ‑‑siempre te hemos inculcado grandes principios".

El muchacho dijo: "Me preguntas por qué. Te diré la razón. Primero habló el sacerdote en la iglesia. En su sermón dijo: 'Dios ama al que da alegremente'. Pude donar la piastra alegremente ‑‑pero no la rupia".

Dios ama al que da alegremente. Estoy absolutamente de acuerdo con el muchacho: lo que hagas no es el problema; eres religioso si puedes hacerlo alegremente. Puede que sea una moneda de una piastra ‑‑ no Importa. Es inmaterial, porque la verdadera moneda que estás dando es tu alegría.

Pero desde muy al principio, a cada niño le enseñan a no ser tan alegre. Ser alegre es ser infantil. Ser alegre es ser natural, pero no civilizado; ser alegre equivale, de algún modo, a ser primitivo, inculto. Por lo tanto, has sido educado para no ser alegre, y todo lo que siempre has disfrutado fue condenado una y otra vez. Sí te divertías corriendo y gritando alrededor de la casa, siempre había alguien que estuviese ahí diciendo: "!Deja de hacer tonterías! ¡Estoy leyendo el periódico!" ‑como si el periódico fuera algo muy valioso.

Un niño gritando y corriendo es una vista mucho más hermosa que cualquier periódico. Y el niño no puede entender: ¿Por qué tengo que detenerme? ¿Por qué no dejas de leer tu periódico?". El niño no puede entender: "¿Qué hay de malo en que corra y esté alegre?".

           ¡ Detente! ‑toda la jovialidad es suprimida, el niño se pone serio. Ahora se sienta en una esquina y se siente infeliz. La energía necesita movimiento: el niño es energía, se deleita en ella. Quiere moverse y bailar y gritar y chillar. Está tan lleno de energía que desea rebalsarse, pero todo lo que hace es malo. O la madre le dice: "Quédate tranquilo", o se lo dice el padre, o la sirvienta, o los hermanos o los vecinos. Todo el mundo parece estar en contra de ese fluido de energía.

Sucedió una vez que la esposa de Mulla Nasrudín se hallaba muy furiosa. Su pequeño hijo estaba molestando mucho creando mucho fastidio. Finalmente, agotada, empezó a correr tras él ‑quería zurrarle bien pero él huyó hacía arriba, y se escondió debajo de la cama. Ella se esforzó mucho, pero no pudo sacarlo de ahí. Y era una mujer muy gorda, así que no pudo meterse debajo, Por lo tanto, le dijo: "Espera, ya verás cuando llegue tu padre".

Cuando Mulla Nasrudín llegó, ella le contó toda la historia. El respondió: "No te preocupes; déjamelo a mí. Yo lo arreglaré".

Así que subió, caminando muy silenciosamente; miró debajo de la cama y se quedó sorprendido ‑ sorprendido de la manera en que el muchacho le dio la bienvenida. El muchacho dijo: "Hola papá ‑¿también a ti te está persiguiendo?".

Todo el mundo le persigue. El exceso de energía les resulta molesto. Y eso es una delicia para el niño. El no pide mucho; simplemente, pide un poco de libertad para ser feliz y ser él mismo. Pero eso no se le concede.

"Es hora de ir a dormir". Cuando él no tiene ganas de ir a dormir, es hora de hacerlo. Tiene que obligarse a sí mismo. Y cómo vas a forzar el sueño ‑ ¿has pensado alguna vez en ello? El sueño no es algo voluntario, ¿cómo puedes forzarlo? Se da vueltas en su cama ‑infeliz, desgraciado ‑y no se imagina cómo va a conciliar el sueño. Pero ya es hora; hay que producir sueño, porque de otro modo, irá en contra de las reglas.

Y entonces, por la mañana, cuando quiere dormir un poco más‑es entonces cuando tiene que levantarse. Cuando quiere comer algo, se lo impiden; cuando no quiere comer nada, se le fuerza. Y esto sigue y sigue. Poco a poco, el niño llega a la conclusión de que todo lo que le produce alegría tiene algo malo. Todo lo que le hace feliz es malo, y todo lo que le pone triste y serio está bien, es bueno y es aceptado.

Ese es el problema. Tú preguntas, "¿Por qué vacilo en disfrutar cualquier cosa?". Porque tus padres, tu sociedad, todavía te persiguen.

Si estás realmente conmigo, arroja ese disparate que te han forzado a asimilar. Sólo hay una religión en el mundo y esa religión es, ser feliz. Todo lo demás es inmaterial e irrelevante. Si eres feliz, estás en lo correcto; si eres desgraciado, estás equivocado.

Cada día viene gente a verme ‑viene la esposa o viene el marido, y la esposa dice ser muy desgraciada porque el marido está haciendo algo malo. Siempre le digo a esa gente que si el marido está haciendo algo malo, lo deje a él ser infeliz. "¿Por qué sufres? El mal, por sí solo, le llevará a ser infeliz‑ ¿Porqué te preocupas tu?".

Pero la esposa dice: "Pero él no es desgraciado.

Se va a la taberna y se divierte. No es en absoluto desgraciado".

Entonces yo digo: "Hay algo mal en ti, no en él. La infelicidad es el índice. Tú eres la que debe cambiar; olvídate de él. Si el es feliz, está en lo correcto .

Te digo: es mejor ir feliz a la taberna que ser infeliz yendo al templo ‑ porque finalmente, uno descubre que la felicidad es el templo. Por lo tanto, lo que hagas no es el problema ‑ sino la calidad que traes al acto mientras lo haces.

Sé feliz y serás virtuoso; sé infeliz y cometerás lo que la gente religiosa llama pecado. Debes haberles oído decir que el pecador sufrirá algún día en el futuro, en alguna vida futura, y que el santo será feliz en algún momento futuro, en una vida futura. Yo digo que esto es absolutamente falso. El santo es feliz aquí y ahora, y el pecador es infeliz. La vida es inmediata, no espera tanto.

Por lo tanto, si te sientes infeliz, significa que has estado haciendo algo malo contigo mismo. Si no puedes disfrutar ‑ si aparece algún tipo de vacilación, si sientes temor, culpa ‑ quiere decir que la sombra de tus padres aún acecha desde algún rincón. Puede que estés disfrutando ‑o tratando de disfrutar ‑ un helado, pero en lo profundo del inconsciente acecha la sombra del padre o de la madre. "Esto es malo. No comas demasiado, va a hacerte daño". Estás comiendo, pero la vacilación está allí. La vacilación demuestra que existe contradicción.

Trata de entender tu vacilación y tírala a un lado.

Y éste es uno de los fenómenos más increíbles: si arrojas la vacilación, puede ocurrir que dejes automáticamente de comer demasiado helado (porque comer demasiado puede ser parte de ello). Cuando ellos lo prohibieron, crearon simultáneamente cierta atracción. Cada prohibición produce atracción. Ellos dijeron: "No lo comas", y eso ha producido una atracción hipnótica, magnética, hacia el helado.

Si dejas de estar indeciso, dejas a un lado todas las voces paternales, toda la educación a que te obligaron a someterte. Puede que repentinamente comiences a ver el helado como una cosa corriente. A veces uno puede disfrutarlo, pero no es un alimento. No tiene valor nutritivo ‑puede ser hasta perjudicial. Pero entonces entiendes. Si es perjudicial, comprendes y no lo comes. Y siempre puedes comerlo de vez en cuando, a veces, hasta las cosas perjudiciales no lo son tanto. De vez en cuando puedes disfrutarlo, pero no existe la obsesión de comer grandes cantidades, Esa obsesión forma parte de la represión.

Arroja las vacilaciones. La gente viene a mí y me asegura que quieren amar, pero dudan; quieren meditar pero dudan; les gustaría bailar, pero dudan. Si esta indecisión está ahí y sigues alimentándola, toda tu vida será un desperdicio. Ya es hora: ¡arrójala! Y no es necesario hacer nada más; sólo toma consciencia de que ésta es solamente la forma en que te criaron, nada más.

Con consciencia, puedes deshacerte de ella; no forma parte de tu ser. Está solamente en tu mente, es sólo una idea que ha sido forzada sobre ti. Se ha convertido en un viejo hábito ‑y un hábito muy peligroso, porque si no puedes disfrutar, ¿para qué está la vida? Y esta gente que no puede disfrutar nada: amor, vida, comida, una bella escena, un crepúsculo, una mañana, hermosa ropa, un buen baño ‑pequeñas cosas, cosas corrientes ... si no puedes disfrutar estas cosas, y hay gente que no puede disfrutar nada: comienzan a interesarse en Dios. Son la gente más difícil; nunca pueden alcanzar a Dios. Dios disfruta con estos árboles; de otra manera, ¿por qué sigue creándolos? El no está harto en absoluto, en absoluto. Durante milenios, El ha estado trabajando en árboles, flores y aves, y sigue escuchando, sigue reemplazando: nuevos seres, nuevas tierras, nuevos planetas. ¡El está, realmente, lleno de color! Mira la vida, obsérvala, y verás el corazón de Dios ‑tal como es.

La gente muy rígida, incapaz de disfrutar nada, incapaz de relajarse, incapaz siquiera de disfrutar un buen sueño, son aquellos que se interesan en Dios. Y se interesan por razones equivocadas. Piensan que tienen que buscar a Dios porque la vida es inútil y vana. Recuérdalo: su Dios está en contra de la vida.

Gurdjieff solía decir: "He buscado en todas las religiones, en todas las iglesias, mezquitas y templos, y he concluido que el Dios de la gente religiosa está en contra de la vida". ¿Y cómo va a estar Dios en contra de la vida? Si El está en su contra, no hay motivo por el cual la vida deba existir, o por el cual se permita que ésta exista. Por lo tanto, si tu Dios está en contra de la vida, significa que tú, para tus adentros, estás en contra del Dios verdadero. Estás siguiendo a un Godot, no a Dios.

'Dios es la plenitud misma, Dios es la fragancia misma de la vida, Dios es la unidad orgánica total de la vida. Dios no es algo que exista como una roca muerta, Dios no es estático. Dios es un fenómeno dinámico. Dios no existe, sucede. Cuando estás listo, sucede. No pienses que Dios existe en alguna parte y que tú encontrarás una manera de llegar a El. No, no hay ningún sitio, y no hay ningún Dios que te esté esperando en alguna parte.

Dios es algo que te sucede cuando estás listo. Cuando estás listo, cuando la tristeza ha desaparecido y puedes bailar, cuando la pesadez ha desaparecido y puedes cantar, cuando la pesada carga del condicionamiento ya no está en tu corazón y puedes fluir ‑Dios sucede. Dios no es una cosa que exista; El es algo que sucede. Es una unidad dinámica y orgánica.

Y cuando Dios sucede, todo sucede: los árboles, las estrellas, los ríos. Y en mi opinión, la capacidad de disfrutar es la puerta. Nunca se ha sabido de gente seria que le haya alcanzado. La seriedad es la barrera ‑la actitud equivocada. Todo lo que te pone serio es irreligioso. No vayas a una iglesia en donde te vuelvas serio.

Sucedió una vez que una mujer adquirió una lora, pero para cuando llegó a casa estaba muy confundida, preocupada. Había pagado un buen precio por la lora; ésta era muy bella. Todo estaba bien, solamente una cosa era de cuidado ‑de vez en cuando la lora decía en voz muy alta: "Soy una hembra perversa". ¡Esto era algo que había que tener en cuenta!

La mujer vivía sola, y era una mujer muy religiosa ‑ de otro modo, ¿por qué vivir sola? Era una mujer muy seria, y esta lora iba a decir eso una y otra vez ‑y hasta los que pasaran por la calle le oirían‑ y la lora decía: "Soy una hembra muy, muy perversa".

Ella fue a ver al vicario, pues éste era su única fuente de sabiduría, conocimiento e información. Le dijo: "Esto anda muy mal, estoy confundida y no sé qué hacer. La lora es preciosa y todo está bien, excepto esto".

El vicario respondió, "No te preocupes. Yo tengo dos loros muy religiosos. ¡Mira!'' ‑uno de ellos estaba en su jaula tocando una campana y el otro estaba rezando en su jaula. Gente muy religiosa‑ "Trae tu lora. La buena compañía siempre ayuda. Deja tu lora aquí por unos cuantos días con esta gente tan religiosa, y más tarde podrás llevártela".

A la mujer le gustó la idea. Estuvo de acuerdo; trajo la lora y el vicario la presentó a los suyos. Pero antes de que pudiera decir nada, la lora dijo: "Soy una hembra muy, muy perversa".

El vicario también se halló perplejo ‑¿qué hacer? En ese momento, el loro que estaba rezando dejó de rezar y le dijo al otro loro: " ¡Idiota! Deja de tocar la campana, nuestras oraciones se han cumplido". ¡Estaban rezando por una hembra! ¡ Deja de tocar la campana; han respondido a nuestra oración!".

De hecho, siempre que veas a alguien rezando puedes sospechar que algo ha ido mal. Estará rezando por una mujer, rogando por dinero, rogando por algo, rogando por la felicidad. Una persona realmente feliz no reza. La felicidad es su oración, y no puede haber una oración más alta o mayor que el ser feliz.

Una persona feliz no sabe nada acerca de Dios, no sabe nada acerca de la oración. Su felicidad es su Dios, su felicidad es su oración ‑está realizado. Sé feliz y serás religioso; la felicidad es la meta.

Soy un hedonista; y, tal como yo lo veo, todos aquellos que han conocido siempre han sido hedonistas, digan lo que digan. Un Buda, un Jesús, un Krishna ‑‑todos hedonistas. Dios es lo supremo en hedonismo  Es la más alta cima de la felicidad.

Arroja todos los condicionamientos que llevas contigo. Y no trates de culpar‑ a tus padres, porque eso no servirá. Tú eres víctima de sus condicionamientos, pero ¿qué podían hacer ellos? Ellos fueron víctimas del condicionamiento de sus padres; por lo tanto, es una larga sucesión. Nadie es responsable, así que no te sientas furioso con tus padres por haberte destruido. No pudieron evitarlo. Si comprendes, sentirás compasión por ellos. Ellos fueron destruidos por sus padres, y sus padres fueron destruidos por otros y siempre ha sucedido así. Es una sucesión, una cadena.

Simplemente, sal de ello. No tiene sentido condenar a nadie, ni tiene sentido estar furioso ‑‑un joven furioso, esto y aquello. No tiene sentido. Es otra tontería. Estás triste, y luego te pones furioso. Es tan malo como la tristeza. Observa todo el conjunto y sal de ello, Simplemente, deslízate fuera sin hacer ningún ruido. Eso es lo que yo llamo rebelión.

El revolucionario se pone furioso. Dice que hay que modificar la educación, dice que hay que modificar la sociedad, dice que el mundo necesita a un nuevo tipo de padres. Sólo entonces todo el mundo será feliz. Pero, ¿quién hará estos cambios? Los que los llevarán a cabo se encuentran en el mismo lío ‑‑‑así que, ¿quién ayudará? "Hay que crear una nueva educación" ‑ pero ¿quién la creará? Primero hay que enseñar a los profesores. Y los revolucionarios no están menos involucrados que los reaccionarios en este disparate; así que ¿quién traerá la revolución? La esperanza es vana.

Sólo hay una esperanza: puedes traer la luz a tu ser. Y eso está a tu alcance ahora mismo, no es nada del otro mundo. ¿Has visto alguna vez a una serpiente deslizarse fuera de su vieja piel? ‑‑‑es igual. Simplemente te escurres fuera: perdona y olvida. No te enfurezcas contra tus padres; ellos también fueron víctimas. Siente compasión por ellos.

No te resientas contra la sociedad, no podía haber sido de otra manera. Pero hay algo que sí es posible: puedes deslizarte fuera ahora mismo. Empieza a ser feliz desde este mismo instante. Todo está a tu alcance, sólo es necesario un profundo cambio de actitud: que desde ahora consideres a la felicidad como lo bueno y al sufrimiento como el pecado.

 

¿Podré llevarme todo lo que siento aquí contigo cuando me vaya o todo lo que ha pasado será sólo un recuerdo?

Si al irte no te dejas a ti mismo aquí, si te llevas tu "yo" contigo, todo lo que ha pasado se volverá un recuerdo. Todo lo que ha pasado quedará atrás. Si quieres llevarte eso contigo, no puedes llevarte a ti mismo. La elección es tuya: o te dejas a ti mismo aquí ‑‑ y entonces, te llevarás en tu interior todo lo que ha sucedido‑ o te llevas a ti mismo de vuelta a casa ‑y entonces, todo lo sucedido será dejado aquí‑. La elección es tuya.

Si puedes abandonar el ego, todo lo que está pasando  será real. Pero si no puedes abandonarlo, todo se convertirá en un recuerdo y te producirá más conflicto, porque el recuerdo llegará a ser obsesionante. Has tenido un vislumbre y lo has perdido. Serás más desgraciado que nunca. Sabes que existe, pero le has perdido la pista. Sabes que está en alguna parte, ya no puedes decir que no existe; ese argumento no servirá. Ya no puedes convertirte fácilmente en un ateo y afirmar que no hay Dios, que la meditación no existe y que no hay un centro interior en los seres humanos ‑no puedes decir eso. Lo has probado. Ahora ese sabor te rodeará, te perseguirá, te llamará.

La elección es tuya. Conmigo, puedes arrojar tu “yo”, y la visión que ha sucedido se volverá parte de tu realidad. Estará integrada en tu unidad orgánica, estará cristalizada. Pero no puedes tener ambas cosas: sólo puedes tener una, así que antes de irte, por favor asegúrate de que dejas tu "yo" conmigo. Asegúrate de que tu entrega es real y total, asegúrate de estar realmente entregado entonces, estés donde estés, estarás cerca de mí.

Es debido a tu entrega que estás cerca de mí; eso no depende del espacio físico. Entregado, estás cerca de mí ‑aunque estés en otro planeta. No entregado, estás lejos ‑aunque estés sentado a mi lado.

 

Ayer mencionaste que la ley es anti ‑ amor, pero que sin ella el amor no puede existir y crecer. Por favor, explica de qué manera es la ley, necesaria para que crezca el amor.

 

Para que un crecimiento ocurra, es necesario lo opuesto, porque lo opuesto produce tensión. Sin lo opuesto, las cosas se adormecen hasta morir. Esta es una de las cosas más fundamentales en la vida.

El amor no puede existir sin la ley; la ley es lo opuesto. La ley es lo no‑espontáneo, lo mecánico; el amor es lo espontáneo, lo no‑mecánico. El amor es inmotivado; la ley se rige por la causa y el efecto. El amor es individual; la ley es social. ¿Puedes existir sin la sociedad? Sin una sociedad no puedes nacer. Necesitas una madre, un padre, necesitas una familia en la cual crecer, necesitas una sociedad en la cual desarrollarte. No puedes existir sin una sociedad.

Pero recuerda, si te limitas a formar parte de la sociedad, te has movido nuevamente hacia la no‑existencia. Sin la sociedad no puedes existir, y tampoco puedes existir sólo en calidad de miembro de la sociedad. Jesús dice: "No sólo de pan vive el hombre". ¿Piensas acaso que quiere decir que puedes vivir sin pan? No sólo de pan vive el hombre ‑es verdad, absolutamente cierto pero, ¿acaso puede vivir sin pan? No, eso tampoco es posible. El hombre necesita pan. Es necesario, pero no suficiente. Simplemente, te otorga una base ‑pero no te hace dar un salto, un vuelo. Es un trampolín. No te quedes estancado en eso.

Jesús dice: "El Sabbath es creado para el hombre, no el hombre para el Sabbath". La ley es necesaria porque la sociedad es necesaria. La ley es el pan. Pero si sólo hay ley ‑si existes como un miembro de la sociedad, un miembro de la sociedad respetuoso de la ley, y no existe nada en ti que se halle más allá de la ley‑ entonces existes en vano; entonces existes "sólo para el pan". Entonces, comes bien, duermes bien, y no pasa nada más.

Está bien comer bien, pero no es suficiente ‑es necesario algo de lo desconocido. Es necesario que algo de lo invisible entre en ti; es necesario el encanto de lo desconocido. Sin ello, serás un silogismo de lógica, pero no serás una poesía. Sin esto, puede que estés totalmente en lo correcto, pero sólo "totalmente en lo correcto" ‑sin romance, sin poesía, sin danza.

El amor es lo misterioso, la ley es lo no‑misterioso. La ley te ayuda a estar en el mundo; el amor te da el motivo para estar. La ley te da la forma de estar, y el amor te da el motivo para estar. La ley te da el cimiento; el amor se convierte en el hogar, la casa.

Y recuerda una cosa: que el cimiento puede existir sin la casa, pero la casa no puede existir sin una base. Lo más bajo puede existir sin lo más alto, pero lo más alto no puede existir sin lo más bajo. Un hombre puede existir sólo con el pan ‑no tendrá nada que valga la pena, no tendrá ninguna razón de existir‑ pero puede existir, puede limitarse a vegetar. Pero ni siquiera un gran amante puede vivir sin pan: ni siquiera Jesús o Buda pueden vivir sin el pan. Ellos han encontrado la casa celestial del amor, pero no pueden existir sin el pan.

Lo más bajo es, de alguna manera, independiente de lo más alto. Lo más alto es, de algún modo, dependiente y de lo más bajo. Pero, es así. Y parece simple, es fácil. Construyes un templo ... lo que en la India llamamos el kalash, el casquete dorado del templo, no puede existir sin la totalidad del templo. Si quitas el templo, el kalash ‑el casquete dorado‑ caerá al suelo. No puede existir sin el templo. Naturalmente, el templo puede existir sin el casquete; no hay problema en ello.

Tan sólo piénsalo: un hombre tiene hambre ‑¿puede bailar. La danza es imposible. El hombre está hambriento, ni siquiera puede pensar. No puede imaginarse siquiera lo que significa la danza. Puede que lo haya sabido en el pasado, pero ni siquiera le será posible creer que lo ha sabido. Parece imposible, parece casi inexistencial. La danza no puede surgir en un cuerpo hambriento ‑¿como puede ser posible que una danza descienda? Pero piensa en otro hombre, bien alimentado y sin danza alguna en él. Puedes imaginártelo, no hay problema él puede vegetar.

Lo más alto no es una necesidad, es una libertad. Si lo deseas, creces en ello; si no lo deseas, no hay nadie que te fuerce a crecer en ello. Lo más bajo es una necesidad, no es tu elección. Debe ser satisfecho.

La ley es anti‑amor. Si te riges demasiado por la ley, no te será posible amar a nadie ‑porque la cualidad misma del amor es la espontaneidad. Aparece de la nada, puede desaparecer en la nada. No tiene razón ni causa aquí. Ocurre como un milagro, es mágico. ¿Por qué y cómo ocurre? ‑nadie lo sabe. No puede ser manipulado: es anti‑ley, es anti‑gravitación, es anti‑ciencia, es anti‑lógíca. Está en contra de toda lógica y en contra de toda ley.

El amor no puede ser probado en ningún laboratorio, y el amor no puede ser probado por ninguna lógica. Si tratas de probarlo por lógica, llegarás a la conclusión de que no existe eso que llaman amor, que el amor es imposible. No puede existir ‑¡pero existe! Hasta los grandes científicos se enamoran. No pueden probarlo en sus laboratorios, no pueden argumentar a su favor, pero también se enamoran. Hasta un Einstein se enamora.

El amor llena de humildad a todo el mundo. Incluso a Einstein ‑tan orgulloso de su lógica, sus argumentos, su ciencia‑ de repente, un día, se enamora de una mujer corriente: Frau Einstein. Repentinamente, toda su ciencia desapareció, y comenzó a creer en lo imposible. Hasta sus últimos años solía encogerse de hombros: "Sucede, pero si me preguntas como científico, no lo puedo comprobar o avalar. Pero si me preguntas como hombre ‑sí, sucede".

En sus últimos días dijo: "Si el amor existe, también Dios debe existir. Si un imposible es posible, ¿por qué no el otro?. Murió siendo un hombre profundamente humilde y religioso.

Alguien le preguntó: "Sí nacieras de nuevo, ¿Qué te gustaría ser?.

El contestó: no seria un científico nuevamente. Más bien, sería un plomero".

¿Qué está diciendo? Está diciendo que ha visto la falsedad de toda lógica y que se ha dado cuenta de la inutilidad de todo argumento científico. Lo que está diciendo es que ha visto una y otra vez que causa y efecto pueden ser el cimiento, pero no son los pináculos. El verdadero templo, el verdadero misterio de la vida, aparece a través del amor, la oración, la felicidad ‑todos imposibles. Si piensas en ellos, no te es posible creer; pero si les permites que sucedan, surgirán gran confianza y gracia en ti.

Moisés es la ley. La sociedad no puede existir sin Moisés  él es imprescindible. La sociedad no puede darse el lujo de prescindir de él; la sociedad sería un caos sin Moisés. El es totalmente necesario, es el cimiento mismo. Pero Jesús es amor. Moisés es necesario; necesario, pero no suficiente. Si sólo Moisés fuese el que dirige al mundo, el mundo no valdría la pena.

Jesús. Una brisa que proviene de lo desconocido ‑nadie sabe de dónde viene, nadie sabe dónde va. Una penetración de la eternidad en el mundo del tiempo ‑la entrada de lo misterioso en lo conocido.

Jesús no puede venir sin Moisés, recuérdalo. Moisés será necesario. El es el pan; Jesús es el vino. Puedes vivir de pan, pero el pan no tiene nada romántico. El vino ‑ése es el romance, la poesía, la danza, la celebración, el goce, el éxtasis.

Sí, Moisés puede existir sin Jesús ... Jesús no puede existir sin Moisés. Por eso, Jesús dice una y otra vez: "He venido a completar, no a destruir". Moisés era sólo el cimiento. Jesús levantó el templo de Dios sobre ese cimiento.

Moisés es el ciudadano totalmente correcto, el buen hombre. Jesús no es tan bueno. A veces, uno no sabe si es bueno o malo; él produce confusión. Anda con borrachos, se queda con una prostituta. No, nunca ‑no puedes imaginarte a Moisés haciendo eso. Moisés es un hombre totalmente recto; pero ahí es donde algo le falta: la belleza, la libertad. Siempre se mueve en la senda adecuada, es como la línea del ferrocarril. Jesús es como un río. Cambia ‑a veces a la izquierda, otras a la derecha, y a veces cambia totalmente de dirección.

Moisés es absolutamente creíble; Jesús no lo es. Y ocurre a veces que uno no sabe si este hombre tiene razón o está equivocado. Ese fue el problema para los judíos. Ellos habían vivido con el pan de Moisés ‑habían seguido a Moisés y sus Diez Mandamientos‑ y de pronto llega este hombre y dice: "Soy la culminación de todo lo que me ha precedido" y "No he venido a destruir, sino a completar". Pero, ¿qué tipo de culminación es ésta? El no se parece a Moisés en absoluto.

No condena el mal. Dice, ¡No juzguéis!". Moisés es un gran juez, y Jesús dice, "No juzguéis, de modo de no poder ser juzgados". Moisés dice: "No hagáis el mal", y Jesús dice, "No resistáis al mal ‑produce mucha confusión. Debe haber creado un gran caos. Dondequiera que fue debe de haber traído confusión y conflicto a las mentes de la gente, debe haber creado ansiedad. Por eso es por lo que tomaron venganza y le mataron; es absolutamente lógico.

Buda no fue asesinado en la India, Mahavir tampoco lo fue ‑algunas veces les arrojaron piedras o cosas así, pero no fueron asesinados, crucificados. Nunca produjeron tanta confusión en la mente como Jesús. Había en ellos algo de Moisés, Y Jesús no tiene nada de Moisés. Mahavir tiene mucho de Moisés. Tiene algo de la ley y algo del amor, ambas cosas.

Jesús es puro amor. Por eso fue crucificado. Tenía que ser crucificado ‑un amor tan puro no puede ser tolerado, una gracia tan pura es totalmente insoportable; su sola presencia es intolerable, porque duele. La sola  presencia de Jesús te sume en la confusión, y la única manera de protegerte y defenderte es matando a este    hombre, destruyéndole.

Al destruir a Jesús, la gente trató de vivir sólo con Moisés y con la ley, y olvidarse del amor. El día que Jesús fue crucificado no fue otra cosa que una indicación de que a la mente corriente le gustaría vivir sin amor. El amor fue crucificado, no Jesús. El es un mero símbolo.

       Existen muchas complicaciones. Los judíos nunca han logrado entender por qué este hombre, Jesús, influyó tanto al mundo entero y no logró influir en absoluto a los Judíos. Los Judíos son grandes eruditos, sus rabinos son grandes sabihondos; han intentado probar que Jesús no dijo ni una sola palabra nueva, que todo lo que dijo está en las escrituras judías. De ser así, ¿Por qué este hombre se ha convertido en el eje mismo de la humanidad? ¿Qué sucedió? ‑parece increíble.

          En parte tienen razón: Jesús no ha dicho una sola palabra que no pueda ser encontrada en los dichos de los viejos rabinos. No, no ha dicho ni una sola palabra nueva. Pero no es por eso que él es único; es único por la forma en que las ha dicho ‑no por las palabras, sino la forma en que las ha afirmado. En el Viejo Testamento, te cruzas una y otra vez con la expresión: "El Señor ha dicho ... ... Pero eso no es característico de Jesús. Cuando él dice esto, dice: "Yo os digo ... " ‑no "El Señor ... ..”. El es el Señor. El Viejo Testamento dice: "El Señor dice esto"; Jesús dice, "Yo os digo". Los viejos rabinos tartamudean, Jesús habla; la gloria de los viejos rabinos es prestada, la de Jesús es suya propia. Los viejos rabinos hablan desde la autoridad y Jesús con autoridad ‑y ésa es una gran diferencia.

           Se cuenta que una vez los enemigos de Jesús enviaron  a un hombre a prenderle y llevarle al templo. El estaba enseñando cerca del templo, y una multitud se había reunido. El hombre fue a prenderle, a tomarle prisionero, pero había mucha gente y tuvo que abrirse paso en medio de la multitud para llegar hasta él ‑llevó tiempo. Mientras se habría paso, tuvo que oír lo que este hombre estaba diciendo. De pronto se detuvo, y olvidó por qué había venido. Y entonces le resultó imposible apresar a este hombre. Regresó.

Los enemigos preguntaron: "¿Por qué has vuelto? ¿Por qué no le has apresado?".

El contestó, “Iba a hacerlo, pero sus palabras se quedaron en mis oídos. ¡Y les digo que nadie ha hablado nunca como lo hace este hombre! Me subyugaron la calidad, la autoridad, el poder con que habla. Estaba hipnotizado; me resultó imposible apresarle".

Jesús es amor. El amor tiene autoridad propia, no es algo prestado. Los viejos rabinos y la gente del Viejo Testamento son como la luna ‑la luz es prestada. Jesús es el sol; él tiene su propia luz. El amor tiene su propia autoridad; la ley nunca tiene su propia autoridad. La autoridad es de Moisés, Manu, Marx; la autoridad es de las escrituras, la tradición, la convención. La autoridad siempre proviene de lo viejo, nunca es fresca y nueva.

El amor es anti‑ley. Pero si tienes amor, también puedes estar dentro de la ley; no hay problema en ello. Pero entonces eres más que la ley; tienes algo  amor dentro de ti.

Vives en la sociedad, tienes que seguir ciertas reglas. Estas son sólo "Mantenerse al lado izquierdo" o "Mantenerse al lado derecho" ‑nada de lo supremo en ellas, sólo reglas para controlar el tráfico; de otra manera, será casi imposible moverse. Está bien en lo que a ese ámbito respecta, pero no pienses que obtienes algo si te mantienes siempre al lado izquierdo. Naturalmente que es bueno para el fin que tiene, pero no es gran cosa ‑¿qué has conseguido? El tráfico andará bien, eso es todo ‑pero, ¿qué has obtenido?

Toda moralidad, toda ley, es buena para el fin para el cual está creada, pero no va lo bastante lejos. El amor es necesario. El amor es una forma de locura: lógico, irracional.

Ser un testigo, consciencia, meditación ... repentinamente parecen ideas adultas estériles y distantes, en comparación con el fluido salvaje e infantil de adoración que me llena mientras te escucho hablar de Jesús, Mi yo adulto dice: “Cuidado; no cedas a sentimentalismos adormecidos y empalagosos ‑esto es sólo la mente, condicionamiento infantil cristiano" Pero el impulsivo y ardiente niño de siete años siente ganas de sacarle la lengua al severo buscador espiritual de veintiocho. ¿ Cuál es mi verdadero yo?

Ninguno de los dos ‑sino el que observa a ambos, el que ha formulado la pregunta. No eres ni alguien que tiene siete años ni alguien que tiene setenta. La vejez te es ajena, la edad no te pertenece. Eres eterno ‑ni el niño, ni el joven, ni el viejo.

Repliégate siempre hacia el testigo, entra más y más profundo en el testimonio. Nunca permitas que se establezca ninguna otra identificación: la del niño o la del adulto ‑no. Todas las identificaciones son cautiverios.

La libertad total no está en la identificación; la libertad total se halla en no identificarse con absolutamente nada. Algún día, cuando todas las identificaciones se rompan y caigan ‑como se caen las ropas‑ y te halles absolutamente desnudo en tu libertad, entonces sabrás quién eres.

Ustedes son dioses en el exilio. Solamente siendo un testigo recordarás quién eres. Entonces, desaparece todo el sufrimiento, desaparece toda la pobreza. Tú eres el mismísimo reino de Dios.

¿Por qué das sannyas a tantos tipos estrafalarios?

 

Esto es de Anand  Bodhisattva. De otra manera, Bodhisattva, ¿cómo podrías tú ser un sannyasin (*).

Me encantan los tipos estrafalarios. Son buena gente. Todo el mundo es aceptado; no pongo condiciones, porque no me fijo en tu aspecto. No me interesa tu apariencia. Los miro a ustedes, y ustedes son dioses en el exilio ‑quizás a veces con ropas sucias, otras veces con la cara sin lavar; pero, aún así, un dios.

A veces pareces un tipo estrafalario, pero no lo eres. Dado que puedo ver en la profundidad de tu realidad, te acepto totalmente. Cualquier cosa que pretendas ser, no me puedes engañar. Sólo estás fingiendo. Puede que tú te engañes con tu propia simulación; yo no me engaño. Miro en forma directa e inmediata; miro dentro de ti. Y siempre encuentro lo fresco, lo eterno, lo bello: verdad y gracia ‑divinidad. Son soberanos ...

(*) Sannyasin: discípulo de Bhagwan Shree Raineesh (N. del ‑F.)

                                


 

 

 

CAPÍTULO 3

TERCER DISCURSO

Y HE AQUI QUE LOS CIELOS SE ABRIERON

MATEO 3

  1      En aquellos días se presentó Juan el Bautista, predicando en el desierto de Judea,

  2      y diciendo: Arrepentíos, pues está cerca el reino   de los cielos.

11      Yo os bautizo con agua para moveros al arrepentimiento; mas el que viene tras de mí es más grande que yo, y no soy digno de llevar sus sandalias:    él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego.

13      Y en aquellos días llegó Jesús de Galilea al Jordán,         en busca de Juan para ser por él bautizado.

14      Mas Juan se resistió a ello, diciendo: Yo debo ser por ti bautizado, ¿y tú vienes a mí?

15      A lo cual respondió Jesús, diciendo: Déjame hacer          ahora, pues es así como conviene que nosotros cumplamos toda justicia. Entonces, Juan condescendió con él.

16      Apenas bautizado, Jesús salió del agua: y he aquí que se le abrieron los cielos, y vio bajar al Espíritu de Dios a manera de paloma y posarse sobre él.

17      Y he aquí que se oyó una voz venida de los cielos que decía: Este es mi Hijo bienamado, en quien mucho me complazco.

 

Y HE AQUI QUE LOS CIELOS SE ABRIERON

He oído una historia ‑sucedió en los días de caballeros y castillos. Un joven inglés viajaba en busca de fortuna, vagabundeando por las tierras. Cansado, se detuvo cerca de un castillo, a descansar bajo un árbol. El duque del castillo pasaba por allí. Se detuvo y pregunal joven por qué estaba allí, que qué era lo que estaba buscando. El joven respondió, "Soy arquitecto y estoy buscando trabajo".

El duque estaba muy complacido, porque necesitaba un arquitecto. Le dijo: "Ven conmigo. Serás mi arquitecto, y cualesquiera sean tus necesidades, serán colmadas en mi castillo y de mis tierras. Puedes vivir como un hombre realmente rico. Pero debes ser fiel y recordar una cosa: si te vas, tendrás que marcharte con las manos vacías, tal como viniste".

El joven estuvo de acuerdo. Pasaron semanas y después meses; trabajó lealmente, y el duque estaba muy complacido con él. Todas sus necesidades fueron colmadas, le cuidaban ‑realmente vivía como un hombre rico en el castillo.

Pero poco a poco comenzó a sentirse intranquilo. Al principio no tuvo claro cuál era la causa de ello porque, en realidad, no había motivo de intranquilidad. Todas sus necesidades estaban satisfechas. Era como si le rodeara una nube, una pesadez, el sentimiento de que algo faltaba. Sin embargo, al no saber exactamente qué es lo que era, se sentía confuso.

68

Y entonces un día, repentinamente lo vio todo, como en un destello comprendió la causa. Fue a ver al duque y le dijo que se marchaba.

El duque no podía creerlo. Le dijo: "¿Por qué te marchas? Si hay alguna dificultad, simplemente me lo dices y será resuelta. Estoy muy satisfecho con tu trabajo, y me gustaría que estuvieras aquí toda tu vida".

El joven respondió, 'No, me marcho. Por favor, permíteme hacerlo".

El duque preguntó, "Pero, ¿por qué?''.

El joven contestó: Porque aquí nada me pertenece. He venido con las manos vacías; y tendré que irme con las manos vacías. Esto es un sueño; nada de aquí me pertenece".

Este es el momento en que una persona comienza a ser religiosa. Si algo de este mundo te pertenece, significa que aún no estás preparado para ser religioso. Llegas con las manos vacías y te vas con las manos vacías. Una vez que te das cuenta de esto, todo se aclara como en un destello de luz. Este mundo no puede ser tu hogar ‑‑‑a lo más, el alojamiento de una noche. "Por la mañana nos vamos".

Una vez que tienes la sensación de que sólo estás aquí de momento ‑aquí no puedes poseer nada, no puedes tener nada ‑ todo se convierte en un sueño, lo que los Hindúes llaman maya. Se vuelve ilusorio. Esa es la definición de maya: algo que parece ser tuyo y no lo es; algo que parece ser real y no lo es; algo que parece ser eterno y sólo es momentáneo ‑algo que está hecho del mismo material del que están hechos los sueños.

A menos que uno comprenda esto, sigue haciendo cosas a las que, eventualmente, no se les verá sentido alguno. El día que llega la muerte, se demuestra que tu vida entera no tiene sentido. Al enfrentarte a la muerte, verás que tus manos están vacías ‑ ¡y trabajaste duro! Viviste tanta angustia y ansiedad por cosas que no se pueden poseer.

No está en la naturaleza de las cosas que éstas puedan ser poseídas. La posesión es imposible, porque solamente estás aquí por unos pocos instantes. Las cosas estaban aquí antes que tú aparecieras; las cosas estarán aquí después que te vayas. Tú vas y vienes, y el mundo permanece.

Sé un invitado, y no comiences a sentir y a creer que eres el dueño aquí. Y entonces, tu vida cambia de inmediato; tu vida toma un nuevo cariz, un nuevo color, una nueva dimensión. Esa dimensión es la religión.

Una vez que entiendes esto, necesitas iniciación ‑‑‑iniciación para el otro mundo. Está allí, a la vuelta de la esquina. Una vez que comprendes que este mundo es sólo un sueño, el otro mundo se pone A tu alcance.

Este era todo el mensaje de Juan el Bautista:

Arrepentíos, pues está cerca el reino de los cielos.

Esto ha sido tremendamente, terriblemente malinterpretado por los Cristianos. El mensaje fue malinterpretado desde un principio. La gente pensó que el mundo se iba a acabar y que Juan el Bautista estaba pronosticando, estaba prediciendo, el fin del mundo.

        Pues está cerca el reino de los cielos. La gente creyó que el mundo estaba llegando a su fin ‑‑eso fue lo que creyeron entender‑, así que esperaron. Juan el Bautista murió, y aún no aparecía ninguna señal del advenimiento del reino. Este reino continuó, y aquél reino nunca llegó. Y entonces, Jesús apareció hablando nuevamente de lo mismo: Arrepentíos, pues está cerca el reino de los cielos. Y entonces esperaron ...después, él fue crucificado ... y el reino nunca llegó.

Y desde entonces, los Cristianos han esperado durante veinte siglos.

Ahora han surgido muchas dudas en la mente. En el púlpito, el sacerdote sigue repitiendo estas palabras, pero ya no tienen significado. El mismo sabe que no tienen significado. Sigue diciendo: "Arrepentíos, pues está cerca el reino de los cielos", pero él sabe que en veinte siglos no ha sucedido, y que el mundo sigue estando aquí.

Pero éste no era en absoluto el significado. El mundo no va a terminar; tú vas a terminar. Cuando Juan el Bautista dijo: "Arrepentíos, pues está cerca el reino de los cielos", nunca quiso decir que este mundo fuese a llegar a su fin. Simplemente, quiso decir que tú vas a desaparecer, y que debes tomar contacto con el otro mundo antes de morir. Arrepiéntete de todo lo que has hecho para poseer este mundo, arrepiéntete de la manera en que has vivido este sueño ‑‑como si fuera la realidad‑, arrepiéntete de todo lo que has estado haciendo y pensando, porque todo eso no tiene fundamento.

A menos que te arrepientas, no podrás ver que el reino de Dios está a la vuelta de la esquina. Tus ojos seguirán llenos de este mundo; no te será posible ver el otro. Antes de que te sea posible ver el otro, tus ojos deben ser lavados totalmente de este mundo ‑el mundo de las cosas; el mundo de la materia; el mundo de la codicia, de la posesión; el mundo de la avaricia y la ira; el mundo de los celos y la envidia; el mundo del odio; el mundo del ego. Tus ojos deben ser limpiados, lavados totalmente antes de que puedas ver el reino de Dios. De hecho, en el momento en que tus ojos alcanzan la claridad, este mundo desaparece ‑tal como en la mañana, cuando te despiertas, el mundo de los sueños desaparece y otro mundo abre sus puertas. El reino de Dios es una realidad y éste mundo es sólo un producto de tu mente.

Juan el Bautista ‑y más tarde, Cristo‑ estaban diciendo que tú vas a terminar, pero es difícil que la mente comprenda eso. La mente puede concebir y creer que todo lo demás va a terminarse, pero no que ella vaya a desaparecer. La mente sigue preservándose a sí misma, defendiéndose a sí misma.

Alguien muere. Ves el cuerpo muerto, pero nunca se te ocurre que tú vas a morir. Sientes compasión por la familia del muerto. Dices: "Pobre hombre. Pudo haber vivido un poco más. No era tan viejo. Su familia dependía tanto de él ‑¿qué pasará ahora‑?".

La esposa está llorando y lamentándose, los niños están desesperados. ¿Qué pasará? Piensas acerca del muerto, piensas en la familia del muerto, piensas en el futuro de los niños huérfanos, piensas en la esposa viuda, pero nunca piensas que esta muerte es también tu muerte. Siempre te escondes, siempre te defiendes. Para sus adentros, nadie cree que vaya a morir. Siempre son los demás los que se mueren.

La mente interpreta de tales maneras que yerra totalmente el punto. El mundo va a continuar; siempre ha estado ahí y lo seguirá estando. Sólo tú ya no estarás; la muerte te llevará consigo. Así como entraste ‑‑con las manos vacías‑ tendrás que marcharte. Sólo si esa comprensión penetra en tu ser será posible el arrepentimiento. El arrepentimiento no es otra cosa que obtener esta claridad de visión.

‑Esta palabra, "arrepentimiento", es muy, muy significativa. No hay otra palabra que sea más importante en la terminología de Jesús, porque el arrepentimiento abrirá la puerta de lo divino. ¿Qué es este arrepentimiento?

Por lo tanto, todo lo que has creído que el arrepentimiento es, es absolutamente falso. Trata de entender. Cuando te arrepientes, no te arrepientes verdaderamente. Cuando te arrepientes estás, en realidad, tratando de reparar la imagen. No es arrepentimiento; es una reparación de la imagen que tenías de ti mismo, que se ha roto.

Te enfureciste y luego te arrepientes. Lo sientes; te has comportado mal con alguien. Te arrepientes y pides perdón. ¿Este es el arrepentimiento a que se refieren Jesús y Juan el Bautista? Si es así, no es gran cosa, porque te has arrepentido muchas veces y no has cambiado. ¿Cuántas veces te has arrepentido? ¿Cuántas veces te has sentido furioso, codicioso, violento, agresivo, y te has arrepentido de ello? Pero tu arrepentimiento no te ha transformado, no te ha acercado al reino de Dios. No ha abierto nuevas puertas, nuevas dimensiones, sigues siendo el mismo. Tu arrepentimiento y el de Jesús no son iguales. En realidad, son casi diametralmente opuestos.

Por ejemplo: estuviste iracundo y dijiste muchas cosas. Mas tarde, cuando la ira se ha ido la locura se ha ido, te enfrías y miras hacia atrás. Ahora hay un problema. El problema consiste en que siempre has pensado que eras muy pacífico, un hombre amante de la paz; nunca creíste que podías enfurecerte. Ahora la imagen se ha roto. Tu ego se tambalea; ahora ‑sabes que todo lo que has creído hasta ahora era erróneo. Estuviste furioso, estuviste muy enfadado, e hiciste y dijiste cosas que van en contra de tu ego. Has destrozado tu propia auto‑imagen. Ahora tienes que repararla.

La única manera de repararla es arrepintiéndote. Vas y te arrepientes, dices cosas bonitas. Dices: "Todo ocurrió en contra de mí voluntad. Nunca quise que, esto ocurriera. Estaba enfadado; no estaba en mis cabales. La ira se posesionó tanto de mí que estaba casi inconsciente; por lo tanto, perdóname por todo lo que he dicho, no hablaba en serio. No quise decir lo que dije".

¿Qué estás haciendo ‑arrepentirte? Simplemente estás reparando. El otro se relaja; cuando alguien pide ser perdonado, debe ser perdonado. Si no puede perdonarle, no es un buen hombre. Estaba furioso contigo, estaba planeando tomar venganza, pero ahora has llegado a pedir perdón. Si no te perdona, no le será posible perdonarse a sí mismo. Y entonces su propia imagen se romperá.

Y ésa es la trampa que le tiendes. Ahora, si él no te perdona, tú serás el bueno y él será el malo. Todo el asunto se ha volcado hacia él., Esto es un truco, un truco muy astuto. Si él no te perdona, es un mal hombre. Ahora estás tranquilo, tu imagen ha sido reparada; toda la culpa recae sobre él. Se sentirá culpable si no puede perdonarte; un hombre bueno tiene que perdonar. Si perdona, está bien; si no perdona ‑también eso es bueno para ti. Ahora la decisión es suya.

        Esto no es arrepentimiento. Cuando Juan el Bautista y Jesús dicen: "¡Arrepiéntete!", se refieren a algo total y absolutamente diferente. ¿A qué se refieren? Quieren decir: trata de ver, trata de comprender lo que has estado haciendo. Observa una y otra vez, examina las raíces mismas de tu existencia, de tu ser, de tu comportamiento y mira lo que has estado haciendo, qué es lo que has estado siendo. No es que tengas que arrepentirte de ningún acto en particular; se trata de tu forma total de ser. Ni ira, ni avaricia, ni odio ‑no.  Ni enemistad ‑ nada. No se refiere a ningún acto determinado: se refiere a tu ser mismo‑, la forma, el estilo de tu existencia. No guarda relación con ningún acto aislado.                                                          

Cuando te arrepientes, te arrepientes de cierto acto. Tu arrepentimiento siempre se refiere a actos determinados. El arrepentimiento que menciona Jesús no se refiere a actos determinados, se refiero a tu ser. La manera en que has sido ha sido absolutamente equivocada. Puede que no hayas sentido ira ‑aún así has estado equivocado. Puede que no te hayas llenado de odio ‑aún así has estado equivocado. Puede que no hayas poseído muchas riquezas ‑aún así has estado equivocado. No se trata de lo que has hecho; se trata de cómo has sido. Has estado dormido, has estado inconsciente. No has vivido con luz interior; has vivido en la oscuridad. Cuando dicen: "¡Arrepentíos!", quieren decir, arrepiéntete de toda la forma en que has vivido hasta ahora, de tu forma de ser. No es cuestión de pedirle perdón a alguien ‑no, en absoluto. Es sólo un retorno. La palabra "arrepentirse" significó, originalmente, "retornar". En Arameo ‑‑el idioma que utilizaban Jesús y Juan‑‑ "arrepentirse" significa ''retorna, retorna a tu fuente; regresa a tu ser original".

Lo que dicen los Maestros zen: busca tu rostro original", significa arrepiéntete. Abandona todas tus máscaras. Esto no es un asunto entre tú y los demás, es un asunto entre tú y tu Dios. Arrepiéntete significa, abandona todas las máscaras y párate frente a Dios con tu rostro original tal corno El te creó. Permite que ese sea tu único rostro: la forma en que El quería que fueses. Deja que ése sea tu único ser. Retorna a la fuente original, regresa al centro más profundo de tu ser. El arrepentimiento es un retorno; es uno de los más grandes giros espirituales.

A esto se refiere Jesús cuando habla de "conversión”. Un Hindú puede convertirse en Mahometano, un Mahometano puede convertirse en Cristiano, un Cristiano puede convertirse  al Hinduismo ‑‑ eso no es conversión. Esto es un nuevo cambio de máscaras. Cuando un cristiano se vuelve religioso, lo llega ser Un hindú o lo llega a ser un Mahometano, entonces sí hay conversión.  Conversión no es cambiar de una religión a otra, porque no hay dos religiones en el mundo.     No pueden haber dos. La religión es una.

La religiosidad es una cualidad; no guarda relación alguna con sectas, doctrinas y dogmas, iglesias, templos y mezquitas. Si estás en una mezquita y te vuelves religioso, dejarás de ser un Mahometano, simplemente, te transformarás en un ser puro que no tiene un adjetivo adjudicado. Si estás rezando en un templo, el templo desaparece; dejas de ser un Hindú, te has vuelto religioso. Esta es la conversión.

Estaba leyendo la vida de un obispo muy famoso. Fue a la iglesia de Santa María en Cambridge para pronunciar un sermón a una universidad. El había sido estudiante allí cuando joven, treinta, cuarenta años antes.

Estaba lleno de reminiscencias, recuerdos de su juventud. Miró a su alrededor ‑¿podía reconocer a alguien que estuviese allí cuando él era un estudiante?

Reconoció a un viejo sacristán. Después del sermón se le acercó y le dijo: "¿Me reconoces? Fui estudiante aquí hace cuarenta años. Todos los demás se han ido, sólo he podido reconocer tu cara. Gracias a Dios, tienes buena salud. Le has servido bien”

El sacristán dijo: "Sí, doy gracias a Dios. Le agradezco mucho, porque después de escuchar ... ¡y he escuchado todos y cada uno de los sermones que han sido pronunciados en esta iglesia durante cincuenta años! ... gracias a Dios, que después de escuchar toda clase de disparates durante cincuenta años, todavía soy Cristiano".

Es difícil ser Cristiano si escuchas todos los disparates que se han predicado en nombre del Cristianismo. Es difícil ser Hindú si conoces todas las tonterías que se han escrito en nombre del Hinduismo. Es difícil ser Mahometano si sabes lo que significa ser un Mahometano. Como no lo sabes, te resulta fácil. Sigues siendo un Hindú porque no sabes lo que eso significa; no sabes el odio que hay implicado en ello, no conoces la política que el Hinduismo implica.

Es fácil ser Cristiano si no sabes lo que el Cristianismo ha hecho en el pasado. Ha sido asesino; el Cristianismo ha matado más gente que el comunismo. Pero es fácil, si no lo sabes. Cuanto más sabes, más difícil será ser un Cristiano, un Mahometano, un Hindú. Y en realidad, entenderás que éstas son las formas de no ser religioso, que éstas son las formas que te impiden ser religioso, que éstos son los obstáculos. Te hacen creer que eres religioso, te dan una moneda falsa; es una falsificación. Ser religioso no es ser Mahometano, no es ser Cristiano, no es ser Hindú; ser religioso es sólo ser religioso, no es necesario nada más. Eso es conversión.

Sí te arrepientes, la conversión ocurre. La conversión es el producto secundario del arrepentimiento. No debes arrepentirte de tus actos, porque eso no es verdadero arrepentimiento. Debes arrepentirte de todo tu ser. Sólo entonces es posible la transformación.

Ahora, escucha estas palabras del evangelio:

En aquellos días se presentó Juan el Bautista,

predicando en el desierto de Judea.

El nombre de Juan se ha convertido en Juan el Bautista. En toda la historia de la humanidad, ningún otro nombre ha llegado a estar tan conectado con el bautismo. Inició a cientos de buscadores, y su forma de iniciación era algo único. Los iniciaba en el Río Jordán. Primero meditaban con él por unos pocos días, pocos meses, o a veces, durante algunos años. Cuando estaban listos, les llevaba al río. Se paraban en el río y él derramaba agua sobre sus cabezas ‑y algo transpiraba, algo sucedía en su ser más recóndito, y ya no eran los mismos que eran antes. Era un rito secreto, una ceremonia secreta. Algo‑ era transferido del Maestro al discípulo. El agua era utilizada como instrumento.

Han habido dos tipos de iniciación en el mundo. En una forma de iniciación se ha utilizado siempre el agua, y en la otra forma de iniciación se ha utilizado el fuego.

En la India, el fuego ha sido utilizado durante siglos como medio de iniciación. Zaratustra empleaba el fuego como medio de iniciación.

Juan el Bautista usó agua. Ambos se pueden usar, y ambos deben ser comprendidos. El agua y el fuego tienen cualidades diferentes; y sin embargo, están profundamente conectados. Son opuestos, pero complementarios. Si pones un recipiente con agua sobre el fuego, el agua desaparece, se evapora. Si arrojas agua sobre el fuego, el fuego desaparece.

Son opuestos, pero en una profunda unidad. El agua fluye hacia abajo, el fuego fluye hacia arriba. En forma natural, el agua nunca irá hacia arriba; y en forma natural, el fuego nunca se dirigirá hacia abajo. Se mueven en diferentes dimensiones, en diferentes direcciones. Si algo debe descender sobre ti, el agua debe ser utilizada como instrumento, como vehículo. Si algo en ti debe ascender, el fuego será el instrumento, el vehículo.

Juan el Bautista derramaba agua, y con el agua que caía ... después de una larga preparación y meditación, todo tu ser se concentraba en el agua que caía y su frescura, que te refrescaría también por dentro. Y por medio del agua, el magnetismo de este hombre, Juan el Bautista, fluirá dentro de ti. El agua es un vehículo muy, muy vulnerable. Si un hombre que tiene poderes curativos en sus manos tan sólo toca el agua, el agua se convierte en una medicina curativa. Y el agua está profundamente relacionada con tu cuerpo; el ochenta por ciento o más de tu cuerpo no es otra cosa que agua.

¿Y has observado lo que la respiración produce en ti? La respiración trae fuego, es oxidación. Tu cuerpo es agua, tu respiración es fuego; existes con estas dos cosas. Cuando la respiración se detiene, el fuego desaparece: el cuerpo pierde calor y muere. Si el cuerpo pierde su agua, se pondrá demasiado caliente, enfebrecido ‑ y pronto morirás. Es necesaria una permanente y profunda comunión entre agua y fuego, un profundo equilibrio.

Ingieres alimento ‑a través de la comida, el fuego del sol llega a tu cuerpo. Respiras ‑‑ a través de la respiración, el oxígeno llega a tu cuerpo. Bebes agua; el cuerpo reemplaza continuamente su agua. Existes entre el fuego y el agua.

Juan el Bautista usó el agua para traer algo desde lo alto a tu interior. Esa es una forma de iniciación. Hay una forma más elevada; llevar algo de tu interior hacia lo alto. Esa es la iniciación por fuego.

En aquellos días se presentó Juan el Bautista,

predicando en el desierto de Judea,

y diciendo:

Arrepentíos, pues está cerca el reino de los cielos.

En todo momento está cerca el reino de los cielos. El reino de los cielos está cerca en este mismo instante; por lo tanto, es absolutamente urgente arrepentirse. Ese era el significado. ¡No pierdas ni un instante! ‑‑porque si lo pierdes, nunca podrá ser recobrado, recuperado. Todo tiempo pasado está perdido. Pudo haber sido una profunda celebración de Dios. La desperdiciaste ‑por nada, por sueños. Arrepentíos, pues está cerca el reino de los cielos.

Yo os bautizo con agua para moveros al arrepentimiento,

mas el que viene tras de mí es más grande que yo,

y no soy digno de llevar sus sandalias :

él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego.

 

Juan el Bautista preparó a la gente para que Dios pudiera descender en ellos. Después, Jesús preparó a la gente para que Dios pudiera ascender en ellos. Estas dos son las posibilidades: o asciendes hacia Dios o Dios desciende a ti. El descenso es más fácil, porque simplemente esperas ‑receptivo, como un útero.

Debes haberlo observado : Lao Tze nunca menciona el fuego, siempre habla del agua. Su método de iniciación era como el de Juan el Bautista. Por eso habla acerca de la mente femenina; uno tiene que volverse femenino para recibir. Tal como el agua desciende desde las nubes, así desciende Dios.

"Jesús‑dice Juan el Bautista ‑" les bautizará con fuego. Les guiará a Dios; les ayudará a ir hacia arriba". Es difícil ‑vas de subida. Antes de poder ascender , debes primero aprender cómo ir hacia abajo. Antes de que uno esté listo para ser bautizado por fuego, tiene que estar dispuesto al bautismo por agua y haberlo llevado a cabo. Si no puedes ir hacia abajo, no podrás ir hacia arriba. Ir hacia abajo es muy fácil ‑esperar y recibir es fácil‑ pero si incluso eso te resulta difícil, ¿para qué hablar de ascender? Va a ser muy difícil.

Por lo tanto, permite primero que Dios descienda a ti. En el momento en que Dios descienda en ti te volverás muy poderoso, porque ya no serás el mismo. Entonces, ir hacia arriba se vuelve muy fácil; puedes volar, puedes convertirte en fuego.

Juan el Bautista preparó a la gente, preparó el terreno para que descendiera la semilla. Mira ‑cuando tiras una semilla sobre la tierra, ésta desciende al interior de la tierra. Una vez que se rompe, comienza a subir hacia arriba. El primer acto es bautismo por agua; pones la semilla en la tierra, en donde desciende profundamente y descansa. La semilla no tiene nada que hacer; sólo tiene que descansar y todo sucede. Entonces ‑una energía ascendente : la semilla empieza a moverse, brota, se convierte en un gran árbol, se dirige hacia el cielo.

El árbol necesita agua todos los días, de modo que las raíces puedan hundirse más y más profundamente dentro de la tierra; y el árbol necesita sol, el fuego, de modo que las ramas puedan subir más y más. En los espesos bosques de África, los árboles crecen muy alto, porque los bosques son tan densos que si los árboles no crecen a gran altura, no alcanzan el fuego. Tienen que subir más y más, de modo de poder abrir su ser al sol y recibir el fuego. Si sólo le das agua al árbol, éste morirá; si sólo le das fuego, también morirá. El árbol no puede existir sólo con agua y no puede existir sólo con fuego, en un desierto. Requiere de una estrecha combinación.

Por lo tanto, al principio es necesario un bautismo de agua; ésa es la primera iniciación. Después, es necesario un bautismo de fuego; ésa es la segunda iniciación. Y entre ambos, cuando se obtiene el equilibrio, está la trascendencia. Cuando el equilibrio está totalmente logrado, y ninguno de los dos es demasiado grande o demasiado pequeño ‑justo en la debida proporción ‑ de pronto surge la trascendencia. En el equilibrio está la trascendencia.

Yo os bautizo con agua para moveros al arrepentimiento;

mas el que viene tras de mí es más grande que yo,

y no soy digno de llevar sus sandalias:

él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego.

 

El Espíritu Santo es sólo un símbolo del equilibrio. En el Cristianismo, el concepto de la tríada corresponde a la Trinidad. Dios, el padre; Cristo, el hijo ‑pero éstos son dos polos, padre e hijo. Algo tiene que equilibrar a los dos: el Espíritu Santo. Ni es hijo ni es padre, sólo puro espíritu entre los dos ‑el equilibrio. Entre el fuego y el agua, ocurre el Espíritu Santo.

Estos son términos simbólicos; el Espíritu Santo no es un ser que se halle en algún sitio. El Espíritu Santo es la música, la armonía, entre los dos. El Espíritu Santo es el río entre dos orillas, Si lo buscas, no le encontrarás. El Espíritu Santo aparece cuando una dualidad desaparece en tu interior. La dualidad amor/ odio se extingue en tu interior ‑un equilibrio repentino. No puedes decir si es amor, no puedes decir si es odio ‑ no es ninguno de los dos. Es algo totalmente desconocido, nunca lo has conocido antes ... el Espíritu Santo ha sucedido.

 

Y en aquellos días llegó Jesús de Galilea al Jordán

en busca de Juan,

para ser por él bautizado.

Este debió ser uno de los momentos más excepcionales en la historia de la consciencia humana‑ el Maestro iba a ser iniciado por el discípulo.

 

Mas Juan se resistió a ello, diciendo:

Yo debo ser por ti bautizado,

¿y tú vienesa mí?

 

Unas pocas cosas antes de que podamos entender esto.

Hasta el momento, Jesús había vivido una vida muy corriente. El era sólo el hijo de José el carpintero ‑ayudaba a su padre en el taller, hacía las cosas corrientes que fuera necesario hacer. Nadie sabía nada de él, ni siquiera su familia se daba cuenta de lo que él era. Un velo le cubría, una nube que debía ser disipada.

Estaba esperando el momento adecuado. Cuando el trabajo de Juan estuvo listo, cuando el terreno estuvo preparado, pudo acercarse a él. Entonces rompería el velo, y la nube desaparecería. Necesitaba entablar una relación con Juan, porque ésta era la única manera de conectarse con los discípulos de Juan; de otra manera., no habría vínculo.

De inmediato, Juan se dio cuenta de la situación: "Este es el hombre que he estado esperando, éste es el hombre para quien he estado trabajando. El ha llegado".

Juan se resistió a ello, diciendo:

Yo debo ser por ti bautizado,

¿y tú vienes a mí?

"¿Y tú has venido a ser bautizado por mi" ‑parece absurdo. Jesús está en un plano más elevado, el plano del fuego; Juan está en un plano inferior, el plano del agua. Juan aún no es un alma totalmente realizada. Ha obtenido su primer satori ‑‑ de otra manera, no hubiera sido capaz de trabajar para Jesús‑; ha tenido su primer vislumbre‑ de otra manera, no le hubiera sido posible reconocer a Jesús‑ pero no ha obtenido la iluminación total, aún no es un Cristo.

 

Yo debo ser por ti bautizado, ¿ y tú vienes a mí? No, se resistió; no me pidas esto.

 

A lo cual respondió Jesús, diciendo

Déjame hacer ahora,

 pues es así como conviene

que nosotros cumplamos toda justicia

Entonces, Juan condescendió con él.

Jesús dijo : "Deja que sea así, porque está escrito en las escrituras que sea de esta forma". Jesús vivió como judío y murió como judío ‑ nunca fue un cristiano ‑ y se esforzó mucho por integrarse al medio judío. Lo intentó de varias maneras :

En las viejas escrituras estaba escrito que el Mesías que viniera sería bautizado por un hombre llamado Juan, quien estaría bautizando a la gente cerca de] Río Jordán. Esta profecía había sido sostenida durante mucho tiempo. Jesús dijo : "Deja que sea así ‑tal como está escrito en las escrituras". Se esforzó mucho por volverse parte de la tradición, de modo que la revolución interior que intentaban impulsar no se perdiera en el desierto de la política.

Sin embargo, a pesar de eso sucedió así; aún así  se perdió en el desierto de la política, porque impulsar esa revolución interior casi equivale a pedirle lo imposible a la mente humana. La mente humana se aferra a lo viejo. Por eso es por lo que Jesús está diciendo : "Deja que sea así. Por favor bautízame, y así no pareceré un extraño y un intruso; así llegaré a formar parte de la tradición, y desde adentro podré trabajar hacía afuera, desde adentro podré crear una gran revolución. Me gustaría trabajar desde adentro".

Pero no es así como se iban a dar las cosas. Jesús lo intentó, pero fue imposible; Buda lo intentó, y fue imposible. Buda siguió siendo un Hindú toda su vida ‑sólo quería crear una revolución en la mente Hindú, desde adentro‑ pero apenas comenzó a decir cosas, la mente tradicional se puso alerta.

He oído una historia. Había una iglesia muy vieja ‑muy antigua, muy bella, venerada por la tradición, pero casi en ruinas. Existía el peligro de que se desmoronara en cualquier instante. Los fieles habían dejado de entrar, en cualquier momento podía caerse. Ni siquiera los fiduciarios de la iglesia se reunían en ella: se reunían en algún otro sitio para decidir las cosas de la iglesia.

Pero no querían destruirla. Consultaron a grandes arquitectos, pero todos sugirieron que el edificio era demasiado peligroso, que estaba más allá de toda reparación. Tenía que ser destruida, y debía construirse una nueva iglesia. Estaban muy reacios ‑no querían que se destruyera; era muy antigua, tenía una larga tradición, había llegado a ser parte de su ser; destruir la iglesia parecía una auto‑destrucción ‑a regañadientes propusieron un encuentro de los fiduciarios, y llegaron a tres resoluciones. Son hermosas.

La primera resolución ‑que la iglesia, la vieja iglesia, debía ser destruida, y que debía construirse una nueva iglesia‑ fue aprobada unánimemente. La segunda resolución ‑que continuarían orando en la vieja iglesia hasta que la nueva fuera construida‑ fue aprobada unánimemente. Y la tercera resolución ‑que la nueva iglesia debía ser construida exactamente en el mismo punto donde estuvo la vieja ... ¡y con las piedras de la vieja iglesia! ‑ fue aprobada unánimemente.

así es como funciona la mente tradicional. Se aferra y se aferra ‑aunque resulte contradictorio, se sigue aferrando. Rehuye ver la contradicción. Trata de no ver a la muerte, que ya ha hecho su aparición, evita ver que el cuerpo ya no está vivo ‑es un cadáver: apesta, se está deteriorando.

Jesús trató de relacionarse con la vieja mente. Le dice a Juan: "Bautízame. Deja que sea así. Déjame hacer ahora, pues es así como conviene que nosotros cumplamos toda justicia" Entonces, Juan condescendió con él.

Juan entendió su punto de vista; de otra manera, Jesús hubiera sido un extraño desde el principio y las cosas hubiesen sido casi imposibles.

Aún así, todo fue un imposible ‑pero nadie puede decir que Jesús no lo intentó; nadie puede decir que Buda no lo intentó. Hicieron todo lo que pudieron para convertirse en una continuación de lo antiguo, de lo viejo, de lo tradicional. No deseaban una revolución en contra de la tradición, sino en ella. Pero eso nunca sucedió; la vieja mente es, realmente, muy, muy obstinada, testaruda.

Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua.

Y he aquí que se le abrieron los cielos,

y vio bajar al Espíritu de Dios a manera de paloma

y posarse sobre él.

 

La iniciación por agua, el bautismo por agua. Jesús vio descender a Dios: Y he aquí que se le abrieron los cielos, y vio bajar al Espíritu de Dios a manera de paloma y posarse sobre él.

Y he aquí que se oyó una voz venida de los cielos

que decía:

Este es mi Hijo bienamado

en quien mucho me complazco.

Jesús salió del río apenas fue bautizado por Juan, y esta visión sucedió en la orilla. La visión no fue un sueño, porque Juan también fue testigo de ella ‑y no sólo Juan: unos pocos discípulos que estaban presentes en la orilla también lo fueron. Fue una realidad objetiva; todo el mundo vio descender a algo similar a una paloma ‑muy tranquila, pura ... un pájaro blanco celestial descendiendo y posándose sobre Jesús, como si el cielo se abriera. Es así como ocurre: cuando te abres al cielo, el ciclo se abre a ti. Y en realidad, el cielo ha estado siempre abierto para ti; sólo que tú no estabas abierto.

Hasta ahora, Jesús había vivido una vida encerrada. Fue bueno, lo necesitaba; de otra manera, habría estado en peligro desde el principio. Los Cristianos no tienen registros acerca de la juventud de Jesús, de lo que sucedió en su juventud. Debió de vivir en absoluto anonimato. Nadie sabía de él ‑era sólo un joven corriente, como cualquier otro. Su ministerio duró sólo tres años : cuando Juan le bautizó tenía treinta años, y cuando fue crucificado tenía treinta y tres. La mente antigua, vieja, tradicional, no pudo tolerarle por más de tres años : en el plazo de tres años fue crucificado. Esa es la razón por la que vivió en absoluto anonimato, no revelando su identidad ‑un hombre corriente entre otros mortales corrientes.

 

Pero cuando fue bautizado, reveló de inmediato quién era, por primera vez. Juan fue testigo de ello, y unos pocos discípulos en la orilla también lo fueron.

La cualidad de los seres de Juan y de Jesús eran muy diferentes. Juan era un profeta fiero, y Jesús era un mensajero de la paz. Poco después, Juan fue arrestado y encerrado en la cárcel, y Jesús comenzó a predicar. A Juan le llegaban noticias; no podía creerlas, porque Jesús estaba diciendo cosas que él nunca creyó que dijera. Poco a poco las diferencias llegaron a ser tan grandes que hasta Juan ‑que había iniciado a Jesús y que había visto con sus propios ojos al cielo abrirse y a la paloma descender‑ hasta él llegó a sospechar.

En los últimos días de su vida, antes de ser decapitado, envió una nota a Jesús, una pequeña nota en que preguntaba ¿Eres realmente el que estábamos esperando`?. Llegó a sospechar, porque este hombre estaba diciendo otra cosa, algo totalmente diferente. "Sé humilde”, decía este hombre. "Bienaventurados son los humildes, porque ellos heredarán la tierra". Juan no era un hombre humilde; era, en realidad, muy orgulloso ‑un hombre muy fuerte, que creía poder revolucionar al mundo entero, que estaba casi loco con su fortaleza‑ y Jesús estaba diciendo, "Benditos sean los pobres ..." Juan debió pensar, "¿ Que tonterías esta hablando este hombre?

Jesús decía, "Si alguien te abofetea en una mejilla, dale la otra mejilla" ‑algo totalmente distinto del pensamiento de Juan. Jesús decía, "Si alguien te roba el abrigo, dale también la camisa". ¿ Cómo va este hombre a producir la revolución? Estas no son enseñanzas revolucionarias.

Estas son las únicas enseñanzas revolucionarias. Pero Juan no pudo entenderlas; tenía sus propias ideas sobre la revolución. Podía haber entendido a Lenin, podía haber entendido a Trotsky, podía haber entendido a Marx; pero no pudo entender a Jesús, su propio discípulo. El problema se originaba en un tipo de revolución totalmente diferente. Una revolución es social; la traen la violencia, la agresión; es, de alguna manera, forzada. Otra revolución es la del corazón; no la produce la fuerza ‑‑ni siquiera la disciplina es necesaria. Surge a través de la espontaneidad, a través del entendimiento.

Jesús estaba trayendo al mundo una clase de revolución totalmente nueva. Nadie había hablado antes de esa revolución. Por eso es por lo que digo que Jesús representa un momento crucial en la historia de la consciencia humana ‑aún más que Buda. Había habido muchos otros como Buda, que decían las mismas frases; él no era nuevo. Puede que haya sido el final de una larga procesión de Budas, pero no fue el primero.

Jesús trajo algo totalmente nuevo a la tierra; él inició una nueva línea, una nueva búsqueda, una nueva indagación. Juan no pudo entender. Lao Tse, si hubiera estado allí, habría comprendido ‑pero no Juan. Juan era un tipo de hombre totalmente diferente. En sus últimos días estuvo muy preocupado ‑quizás algo había andado mal : "¿ Me ha traicionado este discípulo o qué ?". Envió una nota : " ¿Eres el que estábamos esperando ?". Cuando tienes una idea determinada acerca de algo, eso se transforma en una barrera para comprender . ¿ Para qué hablar de los demás? ‑ni siquiera Juan pudo entender cabalmente a Jesús.

He oído una historia : había un mercader muy rico que solía viajar alrededor del mundo recolectando seda, especies y perfume. En estos tres rubros era uno de los mercaderes más completos : sabía dónde comprarlos a bajo precio ‑en qué mercados del mundo‑ y dónde venderlos y obtener buenos beneficios. Había tenido buenas ganancias. Ese era su único interés; descubrir más y más acerca de perfumes y especies.

Un día, pasando por una ciudad, alguien le dijo que allí vivía un hombre muy sabio : "Cualquiera sea tu pregunta, él siempre es de “ayuda".El mercader pensó : "Quizás sabe algo de seda, especies y perfume. Quizás me pueda ayudar a encontrar algún mercado en donde obtenga precios aún más bajos".

Fue a ver al sabio. Antes de que preguntara siquiera, el sabio dijo : "Sí, ya sé. Ve al Norte, a los Himalayas", y le indicó una cima particular a donde debía ir. "Ve a la cima y siéntate allí durante tres días. En esos tres días verás algo que nunca has visto antes. Entonces regresa".

El hombre se precipitó. Tenía el caballo más rápido del país: corrió a las montañas y encontró la cima. Durante tres días estuvo allí sentado, ayunando, orando, mirando a su alrededor y soñando con seda, especies y perfume. Esperaba que alguna puerta desconocida se abriera y llegar así a adueñarse de toda la seda del mundo, de todas las especies, de todos los perfumes, En esos tres días le sería entregada la llave. Esperó y esperó; fantaseó, soñó. Ni siquiera pudo ver el hermoso valle que tenía a su alrededor, o el hermoso y tranquilo río que corría, sin ruido alguno, por las inmediaciones. No podía oír cantar a los pájaros por la mañana, no podía ver el hermoso crepúsculo. No podía ver nada, porque estaba en espera de algo, tenso y lleno de sueños.

Pasaron tres días y nada ocurrió. Estaba muy irritado y furioso. Corrió a ver al sabio y le dijo: "No pasó nada. No pude ver nada que no hubiera visto antes. ¿Qué anduvo mal?

El sabio rió y dijo: "Tu concepto de la riqueza". Después dijo, "No vayas al valle de nuevo, nunca lo encontrarás; pero había diamantes a todo lo largo de la orilla del río. No eran piedras, eran diamantes. Pero no los viste".

Entonces el hombre recordó, a través de su propio sueño: había visto algo ‑vago, tenue, nebuloso pero había visto algo. Sí, por la mañana, con los rayos del sol, muchas veces había vislumbrado muchas piedras resplandecientes. Pero él tenía su propio concepto acerca de la riqueza.

Incluso Juan tenía su propio concepto de revolución, de lo que la religión es. Llegó a sospechar. Pero él fue un testigo el día en que Jesús fue bautizado. Había visto al cielo abrirse.

Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua.

Y he aquí que se le abrieron los cielos,

y vio bajar al Espíritu de Dios a manera de paloma

y posarse sobre él.

La paloma es uno de los símbolos más antiguos del silencio, de la paz, de la pureza, de la armonía. ¿Has visto alguna vez el descenso de una paloma? Observa a una paloma descendiendo ... en el descenso mismo sentirás que un silencio rodea a la paloma. Por eso es por lo que se ha convertido en un símbolo.

Jesús es paz, silencio. No es guerra, no es revolución ‑en el sentido ordinario de la palabra‑‑‑, no es violencia. Es el hombre más humilde y más puro que jamás haya vivido sobre la tierra.

El bautismo por agua siempre trae el descenso del espíritu más puro. Siempre está a tu alrededor, en el momento en que estás listo, desciende a ti. Está lloviendo todo el tiempo, es sólo que tu recipiente está al revés. No puedes acogerlo, porque tu recipiente está al revés. Una vez que tu recipiente está derecho, eres llenado de inmediato. En profunda iniciación, el Maestro trata de poner tu recipiente en la posición correcta.

La ciencia de la iniciación está completamente perdida en Occidente. También está casi perdida en el Oriente. En el Occidente está perdida porque allí nunca existió en su totalidad. A Occidente sólo llegaron fragmentos del Oriente. En el Oriente se ha extraviado porque se ha transformado en algo casi muerto; todo el mundo sabe de ella ... y nadie sabe de ella. Se ha convertido en algo comercial; puedes ir y ser iniciado por cualquiera.

La iniciación no es tan simple. Sólo puedes ser iniciado por alguien que haya obtenido al menos el primer satori, el primer samadhi.

Existen tres satoris. El primer satori implica un vislumbre desde muy lejos; has visto los Himalayas a la distancia, brillando al sol. Ese es el primer satori. El segundo satori ocurre cuando has alcanzado la cima. Has llegado. Y el tercer satori ocurre cuando la cima y tú han llegado a ser uno solo. Ese es el último, el supremo, el samadhi.

El que te inicie debe al menos haber alcanzado el primero. Si no ha obtenido el primero, la iniciación es falsa. Esto es en lo que al Maestro respecta; tiene que haber obtenido al menos el primer satori.

Y es mucho lo que del discípulo se requiere; a menos que esté preparado ‑ a través de meditación y purificación profundas, a través de catarsis y limpieza profundas‑, a pesar de la presencia del Maestro, no le permitirás poner tu recipiente en la posición correcta. Te resistirás, no te entregarás, no estarás en actitud de dejarte ir. El discípulo debe sentir profunda confianza; sólo entonces puede el Maestro hacer algo en el ser interior del discípulo. Es un gran vuelco, una conversión; así que es mucho lo que del discípulo se requiere. Sólo entonces es posible la iniciación.

Hace poco estaba leyendo una historia acerca de un buscador que fue a ver a Bayazid, un gran Maestro. El buscador le dijo, "Por favor, permíteme ser parte de tu familia,'.

Bayazid respondió, "Pero debes cumplir con algunos requisitos. Si realmente deseas ser un discípulo, son. muchas las tareas que tendrás que hacer”.

El buscador preguntó, "¿Cuáles son estas tareas ?

El Maestro le dijo: "Primero‑ se acerca el invierno. Tendrás que ir al bosque y recolectar y partir leña para el invierno. Después, empezarás a trabajar en la cocina. Y después de eso, te mostraré qué hay que hacer".

         El buscador dijo, "Pero yo estoy en busca de la verdad. ¿De qué me va a servir trabajar en el bosque y cortar leña? ¿Qué relación existe entre partir leña y alcanzar la verdad? ¿Y trabajar en la cocina? ¿Qué quieres decir? Soy un buscador‑".

El Maestro le respondió: Entonces ve a buscar en algún otro sitio, porque aquí  me  tendrás que escuchar. Aunque la demanda parezca absurda, tendrás que cumplirla. Así es como llegarás a estar preparado para dejarte ir. Sé que cortar leña no tiene nada que ver con la verdad, pero estar dispuesto a cortarla  porque el Maestro lo ha pedido tiene algo que ver algo con la Verdad. Sé que trabajar en la cocina no guarda relación alguna con la verdad; tanta gente esta trabajando, cada ama de casa lo está haciendo ‑si ésa fuera la manera de alcanzar la verdad, todo el mundo la habría alcanzado. No tiene nada que ver con la verdad, pero cuando te digo que lo hagas, tienes que hacerlo con profundo amor y confianza. Eso te preparará, eso tiene algo que ver con la verdad. Pero no puedo revelártela ahora mismo; tendrás que esperar.

De mala gana, el buscador dijo, "De acuerdo, pero también quisiera saber, ¿Cuáles son los deberes del Maestro?".

El Maestro respondió, "El deber del Maestro es sentarse y ordenar".

El discípulo respondió, "Entonces, por favor ayúdame a ser un Maestro, entréname para llegar a ser un Maestro. Estoy listo".

El ego siempre busca su propio realce, El ego es la barrera; es debido al ego que tu recipiente está al revés. La lluvia sigue cayendo, y tú sigues estando vacío.

 

En lo que atañe al discípulo, la iniciación significa permitir que el Maestro haga lo que sea ‑incondicionalmente. Y, por parte del Maestro, sólo puede llevarla a cabo si ha obtenido al menos el primer satori. De otra manera, puedes ser‑ Iniciado por mil y un Maestros y no obtendrás nada Cuando estas dos cosas se cumplen, cuando estos dos requisitos se satisfacen, sucede una comunión entre el Maestro y el discípulo.

Esa comunión sucedió aquél día. Jesús fue abierto, como dicen en el Subud. Jesús fue abierto por Juan el Bautista, y el Espíritu de Dios descendió sobre él como una paloma:

Y he aquí que se oyó una voz venida de los cielos

que decía:

este  es mi  hijo bienamado,

en quien mucho me complazco.

Esto ocurre siempre. Siempre es escuchado aquél que se abre al cielo. En lo profundo del corazón re‑suena: este es mi hijo bienamado, en quien mucho me complazco.

Esto ha sido mal interpretado por el Cristianismo. Creen que Jesús es el único hijo de Dios ‑disparatado. Toda la existencia proviene de Dios, toda la existencia está relacionada con Dios, como el hijo con el padre.

Hay que comprender unas pocas cosas. Hubiese sido mejor que hubiésemos concebido a Dios como madre, porque el hijo tiene lazos más estrechos con la madre. Vive en el útero, es parte de la madre ‑sangre, huesos, carne y todo el resto. Poro es muy significativo el concebir a Dios como Padre. No es infundado.

El padre es indirecto, la madre es ‑directa. Sabes quién es tu madre; sólo crees saber quién es tu padre. La madre sabe con certeza que tú eres su hijo, pero el padre lo cree. El padre es indirecto, la madre es muy directa. Y Dios no es tan directo, Dios es muy indirecto. El te engendró. Eso significa que estás ligado a El, pero la relación es de confianza; una creencia, una profunda fe. Sólo llegarás a conocer a tu padre cuando confíes.

La maternidad es más un hecho científico, empírico; la paternidad es un hecho más poético que empírico. La madre está muy cercana ‑demasiado, en realidad; el padre está muy lejos, en alguna parte del cielo, allá arriba. Sentir algo por la madre es instintivo; sentir algo por el padre ... uno tiene que aprenderlo. La madre ya está allí. Dios debe ser descubierto.

Por lo tanto, el símbolo del padre es también muy significativo, lleva significados ocultos. Y cuando quiera que a alguien le ocurre que el corazón se le abre y la paloma desciende, esto es lo que se oye: Este es mi hijo bienamado, en quien mucho me complazco.

¿Por qué está Dios tan complacido? Volviste a casa. Erraste el camino, hiciste toda clase de cosas ajenas a tu ser. Te has arrepentido, has vuelto a casa.

Toda la existencia está complacida. Toda la existencia se complace cuando sea que alguien se convierte en un Cristo o un Buda; toda la existencia lo celebra, pues aunque sea sólo una persona la que se convierte en un Buda o un Cristo, toda la existencia se vuelve, de algún modo, más consciente y alerta.

Ciertamente, el mundo era diferente antes de Jesús que después de Jesús. Los árboles estaban más alertas después de Jesús, y las rocas estaban más vivas después de Jesús, debido a que su consciencia, la realización de su consciencia, se extendió por toda la existencia. Tiene que ser así. ‑Las flores florecerán más. Puede que no estén conscientes, pero la calidad de lo total ha cambiado. Si sólo una gota de consciencia alcanza a Dios, la totalidad del océano ya no puede ser el mismo. Esa sola gota ha elevado el ser de la totalidad; la cualidad es diferente.

No puedes imaginarte a ti mismo si no hubiera habido un Buda, un Cristo o un Krishna. Quita tan sólo doce nombres de la historia y toda la historia desaparecerá. La humanidad ya no estará allí. Y la existencia que conoces a tu alrededor no estará ahí. Estarás mucho más adormecido e inconsciente, te habrás alejado aún más del camino. Serías mucho más violento, agresivo; la luz tenue de amor que late en tu corazón no estará ahí, la gracia que a veces aparece en tus ojos no estará ahí. Tus ojos se parecerían más a los de los animales ‑feroces, violentos.

Pero cuando ha ocurrido un Jesús, sus ojos se vuelven parte de tus ojos ‑una parte minúscula, pero una parte. A veces sucede que esa parte se extiende a la totalidad de tus ojos, y miras a la existencia de una manera totalmente diferente. El mundo permanece igual, pero tus ojos cambian; y con tus ojos, la totalidad cambia.

Una parte muy pequeña de tu corazón se ha convertido en Buda con Buda, en Cristo con Cristo, en Krishna con Krishna. Sé que es una parte muy pequeña; pero con ella, la posibilidad de crecer existe. Busca en lo profundo de ti a la parte que ha sido contribuida por Cristo o por Buda. Protégela, ayúdala a crecer, sacrifica todo lo que tienes para que crezca, y te encontrarás en el camino adecuado. Permite que esa parte gane, permite que esa parte salga victoriosa, permite que el Galileo triunfe dentro de ti e inmediatamente cuando quiera que esa parte resulte victoriosa‑ tú también oirás: Y he aquí que se oyó una voz venida de los cielos que decía: éste es mi Hijo bienamado, en quien mucho me complazco.,


 

 

                                     

CAPÍTULO 4

REFLEJANDO A CRISTO

 

Una sola sesión de tu Meditación Dinámica ha dejado en mi interior mayor éxtasis y sensación de ser que. los veinte años en que tuve que escuchar las historias del Nuevo Testamento y rezarle a un Dios todopoderoso y distante que siguió siendo un inexperienciable Godot para mi. ¿Es posible que las enseñanzas de Jesús puedan no ayudar a todos los buscadores ‑... sí, y que incluso sean veneno para ellos, o para algunos de ellos?

Cristo y el Cristianismo nunca deberían ser confundidos. Cristo es totalmente diferente del Cristianismo; por lo tanto, cuando quieras entender a Cristo, acércate en forma directa e inmediata ‑no vía Roma: así, nunca entenderás a Cristo. Cristo, Krishria o Buda no pueden ser organizados; son tan vastos que ninguna organización puede hacerles justicia. Sólo las pequeñas cosas pueden ser organizadas. La política se puede organizar, pero no la religión; el Nazismo se puede organizar, el Comunismo se puede organizar ‑pero no Cristo, ni Krishna. Su inmensidad es tan amplia que apenas intentas forzarles dentro de un patrón, ya estarán muertos.

Es como si trataras de agarrar el cielo con tus pequeñas manos ‑con los puños cerrados. Puedes tocar el cielo con la mano abierta, puede que el cielo esté al menos un poco en tus manos; pero con el puño cerrado, se te escapa.

Todo lo que has oído acerca de Jesús no se refiere a Jesús, el hombre real; se refiere al Jesús que los Cristianos han inventado y decorado para venderlo en el mercado.  El Jesús Cristiano es una mercancía para ser vendida; Cristo es una revolución. A través de él, tendrás que ser transformado; es el bautismo por fuego. Puedes ser un Cristiano en forma conveniente ... pero nunca podrás ser un auténtico Cristiano en forma conveniente. Si realmente estás siguiendo a Jesús, es seguro que habrá conflicto.

El terminó en la cruz; tú no puedes terminar sobre un trono. Pero si sigues al Cristianismo, no habrá problema. Es una manera muy conveniente de adecuar a Cristo a ti mismo, en lugar de adaptarte a Cristo. Si te adaptas tu a Cristo habrá una transformación; si adaptas a Cristo a ti mismo, no podrá haber ninguna. Entonces, el mismo Cristo se convierte en parte de la decoración de tu cárcel, en parte de tu mobiliario ‑tu automóvil, tu casa; a lo más, una comodidad‑ pero no estás relacionado a él. Por eso tienes la impresión de haber desperdiciado veinte años.

Lo mismo pasará conmigo. Tienes suerte de estar meditando conmigo. Una vez que me haya ido, la meditación va a ser organizada ‑es imposible evitarlo; es la forma en que ocurren las cosas. Entonces la practicarás durante veinte años ‑o doscientos años‑ y no pasará nada. Lo que ocurre no es debido a la técnica; la técnica está muerta. Todo ocurre a través del amor que sientes por mí, que yo siento por ti. La técnica es sólo un pretexto. No es lo más importante; lo más importante es tu amor, tu confianza. En esa confianza, la técnica trabaja y funciona, adquiere vida, se enraíza en tu corazón.

Tarde o temprano, todo es organizado: oración. meditación, todo, Y entonces la gloria se pierde. Entonces puedes seguir practicándola ‑puede que llegues a ser absolutamente perfecto, diestro; puede que también te dé algún tipo de consuelo‑ pero la mutación habrá desaparecido. Seguirás siendo el mismo, una continuidad. No será un bautismo; no habrá muerte y resurrección.

Por eso insisto en que busquen a un Maestro vivo. Las escrituras están ahí: alguna vez esos ríos fluyeron., pero ahora están helados. Se han perdido en la tierra desierta de las iglesias, los templos y las organizaciones. La poesía ya no palpita en ellos; son dogmas y argumentos muertos, el amor ha desaparecido.

Recuerda esto siempre: si puedes encontrar a un Maestro vivo, olvídate de las escrituras. El Maestro vivo es la única escritura viva. Lee su corazón y permite que tu corazón sea leído por él. Ten una comunión ‑ésa es la única manera.

Jesús trabajó de la misma manera en que tú sientes que yo estoy trabajando; pero entretanto, han pasado veinte siglos. Los primeros discípulos que se acercaron a él arriesgaron sus vidas; dejaron todo lo que tenían, se fueron con este hombre, se lo jugaron todo. Valió la pena. Este hombre era un tesoro del mundo desconocido. Nada era demasiado. Hicieron todo lo que se les pidió. Y tuvieron la oportunidad de caminar con un dios sobre la tierra, de estar en cercana afinidad con la divinidad.

Otros decían: "Este hombre está equivocado"; pero los que estaban cerca de él sabían que este hombre era el único que tenía razón ‑y que si este hombre no la tenia, entonces no existía la verdad, entonces "lo correcto" no existía. Crucificaron a este hombre, pero aquellos que se hallaban cerca de él sabían que no le puedes crucificar. Este hombre ya había entrado en la inmortalidad, este hombre ya se había vuelto parte de sus almas inmortales. Puedes matar el cuerpo, pero no el espíritu.

Habían vivido, caminado y respirado en el ser de este hombre. Fueron transformados. No es cuestión de técnica. Rezaron con este hombre, pero lo realmente Importante no era la oración; lo realmente Importante era estar en la presencia de este hombre. Este hombre tenía una presencia.

¿Has observado? Muy poca gente tiene lo que llaman "presencia". Rara vez te cruzas con una persona que tiene presencia ‑algo indefinible en él, algo que repentinamente sientes pero no puedes indicar, algo que te llena pero es inefable, algo muy misterioso y desconocido. No puedes negarlo, no puedes probarlo. No es el cuerpo, porque cualquiera tiene un cuerpo; no es la mente, porque cualquiera tiene una mente. A veces puede haber allí un cuerpo muy bello, tremendamente hermoso, pero no sientes una presencia; otras veces está allí una mente genial, pero la presencia no está; y en ocasiones te cruzas con un mendigo y te sientes lleno, tocado, perturbado ‑una presencia.

Aquellos que estaban en presencia de Jesús, aquellos que estaban en su satsang ‑aquellos que vivieron cerca, aquellos que vivieron en su medio‑ le respiraron. Si me permites decirlo, aquellos que le bebieron y que le comieron, aquellos que le permitieron entrar en su capilla más interna ... Eso transformó, no la oración; la oración era sólo un pretexto para estar con él. Incluso sin oración hubiera ocurrido, pero sin la oración podrían no haber encontrado un pretexto para estar con él.

Estás aquí conmigo. Invento e invento meditaciones para ti. Son sólo excusas para que puedas estar aquí un poco más tiempo, un rato más, para que puedas rezagarte cerca de mí ‑porque nadie sabe cuándo te tocará mi presencia. Nada puede decirse al respecto; esto no puede manipularse. Ocurre cuando ocurre; nada puede hacerse en forma directa. Sólo estar aquí. Incluso sin meditaciones, la cosa sucederá; pero si no hay meditaciones, no tendrás ningún pretexto para estar aquí.

Sigo y sigo hablándote. Incluso sin hablar puede suceder, sucederá; pero si no hablo, poco a poco te irás, porque no tendrás un pretexto. ¿Qué estás haciendo aquí? Tengo que darte algo que hacer para que puedas estar aquí. Tengo que comprometerte y ocuparte, de modo que no te sientas inquieto. La cosa va a suceder desde otra dimensión; pero esa dimensión permanece abierta cuando estás ocupado. Sin nada que hacer, te pones demasiado inquieto.

Todas las meditaciones, todas las oraciones y todos los métodos son juguetes inventados para entretener a los niños: pero eso es útil, muy importante. Sí estás ocupado, tu capilla más interna está abierta para mí. No estás inquieto ‑estás meditando‑ y entonces puedo realizar mi trabajo. No es correcto decir que hago mi trabajo ‑entonces, empieza a suceder.

Tienes razón, puede que hayan sido infructuosos esos veinte años de enseñanza Cristiana, escuchando las historias del Nuevo Testamento ‑pero no porque estas historias sean Infructuosas. Como historias, son magníficas. La poesía del Nuevo Testamento, la poesía de toda la Biblia, es algo que no es de este mundo. Hay grandes poetas ‑Shakespeare, Milton y Dante‑ pero nadie puede superar a la Biblia. La poesía es tremendamente simple, pero tiene una cualidad que no puede tener la poesía corriente. Infunde temor reverente ‑y ésta es la cualidad de la religión.

Has observado a veces? Ves una hermosa flor. Puedes apreciarla, tiene una cualidad estética. La aprecias y sigues adelante. Puedes ver un hermoso rostro ‑incluso el rostro de Cleopatra: las líneas, la proporción, el cuerpo marmóreo‑ pero eso también es estético. Y otras veces, te cruzas con unas pocas cosas y unos pocos seres que inspiran no sólo una apreciación estética, sino temor reverente. ¿Qué es el temor reverente?

Enfrentado a un objeto o un ser determinados, el pensamiento se detiene. Tu mente no puede dar abasto. Puedes arreglártelas con una Cleopatra, puedes incluso arreglártelas con un Einstein‑por muy oscuro, abstracto y difícil que sea, puedes arreglártelas. Sólo puede que necesites un poco más de entrenamiento de la mente. Pero cuando te cruzas con un Jesús o un Buda, la mente se va de bruces, se empantana. Hay algo que es demasiado para ella, No puedes pensar en nada, estás como en un profundo shock ‑y aún así el shock es extático. Eso es el temor reverente.

Hay temor reverente en la Biblia ‑detiene tu mente por completo‑ pero tendrás que alcanzar eso en forma directa  El misionero, el sacerdote, el obispo, destruyen ‑porque empiezan a interpretar. Ponen sus mentes en ello, y sus mentes son mediocres. Es como si miraras una cosa tremendamente bella con la mente de un hombre muy estúpido. O miras en un espejo roto, destrozado ‑está mohoso y nada puede verse bien‑ y miras el espejo y ves la luna. Distorsionada. Es así como ha estado pasando.

La Biblia es uno de los más grandes acontecimientos en el mundo‑muy pura, más pura que el Bhagavad Gita. Porque el Bhagavad Gita es muy refinado. La gente que lo creó era muy refinada y educada y, culturalmente, cuando una cosa es muy refinada, se vuelve etérea, irreal. La Biblia tiene raíces en la tierra.

Todos los profetas de la Biblia son gente de la tierra. Incluso Jesús es de la tierra; es hijo de un carpintero, no tiene educación, no sabe nada de estética, de poesía ‑nada. Si habla poesía, es porque él es un poeta, sin conocerla en absoluto. Su poesía es cruda y salvaje. Jesús tiene algo del campesino: la sabiduría sin conocimientos. No es un hombre de conocimientos; ninguna universidad estaría dispuesta a otorgarle un título honorario, no. No encajaría en Oxford o Cambridge; se vería ridículo con sus togas y las capas de payaso. se vería ridículo; no encajaría. El pertenece a la tierra, al Pueblo, a la gente corriente y sencilla.

Precisamente la otra noche estaba leyendo una pequeña historia, una historia árabe, Un hombre murió. Tenía diecisiete Camellos y tres hijos, y dejó un testarnento. Cuando éste fue abierto y leído, decía que la mitad de los camellos deberían ir al primer hijo, un tercio al segundo y una novena parte al tercero.

Los hijos estaban perplejos ‑¿qué hacer Diecisiete camellos; una mitad para el primer hijo ‑¿hay que cortar un camello en dos? Y eso tampoco resolvería el problema, porque un tercio debe ir al segundo. Y tampoco eso resolvería gran cosa: una novena parte tiene que ir al tercero. Habría que matar a casi todos los camellos.

Naturalmente, acudieron al hombre más sabio de la  ciudad: el Mulla‑ el experto, el erudito, el matemático.

Este reflexionó mucho, se esforzó mucho, pero no pudo encontrar ninguna solución, porque las matemáticas son las matemáticas. Dijo: "Nunca he dividido camellos en mi vida, todo este asunto parece una estupidez. Pero tendrán que cortarlos. Si esa voluntad debe respetarse al pie de la letra, los camellos deberán ser cortados, tendrán que dividirlos".

Los hijos no estaban dispuestos a cortar los camellos. Y entonces, ¿qué hacer? Pero alguien sugirió: "Es mejor que vayan a ver a alguien que sepa algo acerca de camellos, y no de matemáticas". Así que fueron a ver al jeque de la ciudad, que era un viejo sin educación pero sabio a través de la experiencia. Le contaron su problema.

El viejo se rió y dijo: "No se preocupen. Es muy simple". Les prestó uno de sus camellos ‑ahora había dieciocho‑ y entonces comenzó a dividir. Al primer hijo lo fueron entregados nueve camellos, y quedó conforme, muy satisfecho. Seis camellos ‑un tercio‑ le fueron dados al segundo, y también quedó totalmente satisfecho. Y dos camellos ‑una novena parte‑ le fueron dados al tercero; también quedó satisfecho. Quedó un camello. Ese era prestado. Recuperó su camello y dijo, "Pueden irse”.

La sabiduría es práctica; el conocimiento no lo es. El conocimiento es abstracto, la sabiduría es terrenal; el conocimiento es sólo palabras, la sabiduría es experiencia.

La Biblia es muy simple. Que su simplicidad no te engañe. Esta simplicidad contiene la sabiduría de siglos.

Es muy poética; nunca me he encontrado con nada más poético que la Biblia. Uno puede seguir y seguir saboreándola, uno puede seguir y seguir repitiendo las palabras de Jesús. Provienen del corazón y se dirigen al corazón. Pero no aceptes un mediador. Esos mediadores son mediocres, destruyen todo el asunto. He visto muchos comentarios acerca de la Biblia, pero nunca me he cruzado con un comentario inteligente. Todos destruyen. Nunca he visto un solo comentario de ningún teólogo que haya añadido algo a la Biblia; que haya, de alguna manera, destacado más su gloria. La empañan.

Y así es como ocurre siempre. Sólo un hombre de la calidad de Jesús puede revelar su verdad, sólo un hombre de la calidad de Jesús puede engrandecer su belleza. La gente que vive en los oscuros valles y la gente que vive en las asoleadas cimas del Himalaya no se entienden entre sí. Cuando el hombre de la cima habla y el hombre del valle interpreta, todo va mal. Sí, tienes razón ‑ puede que hayas desperdiciado esos veinte años. Pero cometerás un grave error si crees que Jesús no es para ti. Jesús es para todos; no es ése el problema. Pero acércate a la Biblia directamente; vuélvete más meditativo, vuélvete más devoto, y ve directamente. Y olvida todo lo que te han dicho acerca de la Biblia; la Biblia es suficiente.

Si quieres entender a los Upanishads ‑ puede que te resulte difícil entenderlos directamente, porque son muy refinados. Los que hablan en los Upanishads eran grandes filósofos; necesitan comentarios. Pero Jesús es llano, su verdad es llana. El es un aldeano muy corriente; ningún comentario es necesario. El es su propia luz.. Y si no puedes entender a Jesús, ¿a quién serás capaz de entender? Deshazte de todos los comentarios estúpidos.      Anda directamente. Jesús es tan simple que puedes tener un contacto directo.

No estoy comentando a Jesús; simplemente, estoy respondiendo. No soy un comentarista. Ser un comentarista es hacer un trabajo muy feo. ¿Por qué debería comentar acerca de Jesús? es sencillo, es absolutamente simple. Al igual que dos más dos son cuatro ‑él es así de simple. Tal como por la mañana sale el sol y todo el mundo sabe que la mañana está allí. Así es él de simple.

No estoy comentándole, estoy respondiendo. Leo sus palabras; algo hace eco en mí. Eso no es un comentario. Mi corazón palpita con él, algo similar hace eco en mí, y les cuento lo que es.

Por lo tanto, no tomes mis palabras como comentarios. No estoy tratando de explicarte a Jesús ‑no hay necesidad. Simplemente, estoy haciendo un reflejo. Te estoy revelando mi corazón. Lo que a mí me sucede cuando estoy escuchando a Jesús; eso te estoy revelando.

 

Durante la charla, encuentro con frecuencia que una parte de mí está esperando tu mirada. Cuando finalmente me miras, algo en mi huye. La sensación es la de estar en un desierto, esperando durante siglos por un poco de agua, y cuando finalmente llueve. la boca

se cierra. ¿Por qué es esto?

Esto es de Krishna Radha. No es necesario pensar que esto encierra un gran secreto; es sólo la mujer dentro de ti. Ese es el estilo de la mujer. Espera algo, atrae algo, invita algo; y cuando ese algo llega, le da miedo y escapa. Es el estilo de todas las mujeres. Y a menos que lo entiendas y te deshagas de ello, sufrirás toda tu vida.

Primero atraes, y cuando la cosa que has invitado se te acerca, tienes miedo y escapas. El juego del escondite sigue. Esta ha sido mi observación: que la mente femenina pide algo, pero cuando esto llega, nunca está ahí para recibirlo. La mente femenina se convierte entonces en una espera larga y sin fin. En cada instante, la satisfacción fue posible; pero siempre que ésta se acerca, la mujer tiene miedo.

La mujer pide amor y también tiene miedo del amor, pues cuando éste llega, trae la muerte consigo. El amor tiene que traer la muerte, porque sólo entonces puedes renacer. No hay otra manera.

Leeré la pregunta de nuevo: ‑‑‑Durante la charla, encuentro con frecuencia que una parte de mí está esperando tu mirada. Cuando finalmente me miras, algo en mí huye”.

Esperas mi mirada. Un profundo amor surge en ti, una espera. Pero cuando mi mirada llega, también trae la muerte. Entonces te asustas, huyes, porque estabas esperando amor y la mirada también trae muerte. También trae amor, pero el amor y la muerte son dos aspectos de la misma mirada. Si realmente te amo, también tengo que representar la muerte para ti. No hay otra manera; el amor no puede suceder de ninguna otra manera. Y cuando la mirada te penetra, algo se encoge, escapa; algo se aleja, se asusta. Entonces mi mirada se moviliza a otra parte. Y entonces, estás nuevamente tranquila, esperándome.

No hay otro secreto en ello: es sólo la mujer. Y cuando digo "la mujer” no debes mal interpretarme. Muchos hombres se conducen como una mujer.

En el amor, todo el mundo se conduce como una mujer. ‑le gustaría saltar a lo desconocido, pero no quieres renunciar a lo conocido. Te quieres mover en dos botes al mismo tiempo, y éstos se están moviendo en diferentes dimensiones, diametralmente opuestas. Quieres ser tú mismo y al mismo tiempo te gustaría tener una nueva vida. Pides lo imposible. Quieres aferrarte a lo que sea que tienes y también te gustaría crecer ‑y el mismo aferrarte te está impidiendo crecer. No es posible tener las dos cosas al mismo tiempo.

Cuando esperas mi mirada esperas tal como eres, pero cuando llego y llamo a tu puerta, he venido a destruirte tal como eres, porque sé que sólo entonces será liberado lo que en ti está escondido. Entonces te asustas.

A la gente le gusta la libertad, pero también tienen miedo. Cuando no tienen libertad piensan en ella, sueñan con ella, fantasean; pero cuando la libertad llega tienen miedo, porque la libertad trae consigo muchas más cosas de lo que imaginaron. La libertad trae inseguridad. La libertad trae aventura, pero también inseguridad. La libertad trae un ciclo más grande, te da alas, pero un cielo más grande también puede ser peligroso. La libertad es muy peligrosa. Vivir en libertad es vivir peligrosamente,

Vienes a mí, buscas la libertad, pero para tus adentros veo que también estás diciendo: "No nos hagas libres, por favor no nos empujes hacia la libertad. Déjanos aferrarnos a ti, déjanos depender de ti". Y sigues pidiendo y rezando: “Danos libertad". Con una mano pides, con la otra mano rechazas; una parte de ti dice sí, otra parte de ti sigue diciendo no.

¿Has observado tu mente? Dices si / no al mismo tiempo. Quizás dices uno de los dos con más fuerza y el otro con menos énfasis; quizás eres muy astuto y no escuchas a uno cuando dices el otro, pero obsérvalo con más detenimiento. Cuando dices sí, a su lado se pasea el no. Te encuentras entonces en constante conflicto.

Te gustaría que fuera a tu puerta; pero entonces, cierras la puerta porque llegaré tal como soy, no como tú esperas que yo venga. Llegaré como soy, y no como me ves en tus sueños.

Recuerda siempre encontrar pequeñas causas por las cosas que te suceden y pasan a tu alrededor. A veces empiezas a pedir profundas y grandes razones que no existen ‑particularmente en Occidente, debido a los doscientos años de sicología y al entrenamiento en sicología y psiquiatría. El conocimiento de la sicología ha llegado a formar parte del conocimiento común: todo el mundo sabe de ello‑acerca de pequeñas cosas sin importancia, simples hechos. La gente sigue escarbando profundo, sigue sacando cosas que no están en absoluto conectadas.

Esta mañana, precisamente, estaba leyendo una anécdota. Un sicoanalista y un amigo estaban parados al lado de una ventana, mirando el cielo y discutiendo algo. El sicoanalista dijo: " ¡Extraordinario! ¡Mira!". Se estaba haciendo un trabajo. Un edificio iba a ser demolido y algunos obreros estaban trabajando con carretillas. Dijo: "Mira, doce personas están trabajando con carretillas‑once las empujan frente a ellos y uno está tirando de ella. Once empujando y uno tirando ‑tiene que haber una explicación a esto. Ese hombre debe tener una profunda inhibición. O bien, algo pasó en su infancia con sus padres, algo que guarda relación con su niñez. Debe haber algún problema profundamente enraizado en el asunto. Debemos ira preguntar". Así que bajaron.

Detuvieron al obrero que estaba tirando la carretilla detrás de él, y el sicoanalista preguntó: "Por favor, ayúdenos a descubrir algo que usted tiene profundamente enraizado en su interior. Once personas están empujando sus carretillas frente a ellos; sólo usted tira de ella. Esto debe tener alguna explicación. Algo tremendamente traumático debe haber sucedido en su niñez, una profunda represión, obsesión, compulsión ‑algún complejo. Por favor, díganos algo acerca de ello. ¿Qué es lo. que siente?". El trabajador les miró y dijo: "¡Caramba! Sólo odio la vista de esa cosa, eso es todo. Por eso la llevo detrás de mi`. ¡Sólo odia la vista de esa cosa!

Krishna Radha, no hay nada en ello, sólo eres una mujer. Trasciende eso. El hombre tiene que trascender su masculinidad y la mujer debe trascender su femineidad. Y cuando no seas ni hombre ni mujer, te será posible permitir que mi mirada alcance el centro más profundo de tu ser. Entonces te será posible abrir tus puertas. Entonces mi llamada no quedará sin respuesta.

Seguramente lo que sucede en el instante de la muerte por ahogamiento es la verdadera explicación del bautismo de Jesús a manos de Juan. ¿No fue acaso la destreza y fortaleza requeridas del Bautista para llevar a un hombre a ese punto, y la preparación anterior de que hablaste, empleadas de modo que un hombre fuera transformado por la experiencia más que aterrorizado por ella?

Sí, exactamente así. El bautismo sólo es posible cuando estás dispuesto a morir. Ese es el significado simbólico: que Juan el Bautista solía llevar a sus discípulos al río cuando estaban preparados para morir, cuando estaban dispuestos a dejarse ir, cuando estaban dispuestos a fluir con el río. Cuando la resistencia se había roto, cuando ya no estaban luchando, cuando toda la lucha para sobrevivir había desaparecido ‑sólo entonces les llevaría al río. Ellos estaban dispuestos a que él les ahogara, a que él les asesinara.

Me gustaría contarles una historia acerca de un místico Sufi el Sheikh Farid. Un día, se dirigía hacia el río a tomar su baño matutino. Un buscador le siguió y le preguntó: "Por favor, espera un minuto. Pareces tan lleno de lo divino; pero yo ni siquiera siento un deseo por ello. Pareces tan loco, y observándote he sentido que debe haber algo en ello. Eres tan feliz y extático y yo soy tan desgraciado; pero aún así no aparece el deseo de buscar lo divino. Entonces, ¿qué hacer? ¿Cómo crear el deseo?".

Farid miró al hombre y dijo: "Ven conmigo. Voy a tomar mi baño matutino. Báñate conmigo en el río y quizás la respuesta pueda ser dada mientras te bañas. De otra forma, veremos después del baño. Ven conmigo".

El hombre se quedó un poco intrigado. Este Sheik Farid parecía un poco loco; ¿cómo iba a responderle mientras se bañaba? Pero nadie sabe cómo actúan los místicos, así que le siguió.

Ambos se metieron en el río, y cuando el hombre se estaba sumergiendo, Farid saltó sobre él y le hundió bajo la superficie del agua. El hombre empezó a inquietarse. ¿Qué clase de respuesta era ésta? Al principio pensó que Farid estaba bromeando, pero después la cosa se puso seria. ¡No lo iba a soltar! Se puso a luchar con él.

Farid era un hombre muy pesado y fuerte y el buscador era muy delgado ‑como son los buscadores. Pero cuando tu vida está en peligro ... Hasta ese hombre tan delgado arrojó a Farid a un lado, saltó sobre él y dijo: "¿Eres un asesino? ¿Qué estás haciendo? Soy un pobre hombre. Sólo he venido a preguntarte cómo puede surgir en el corazón el deseo de buscar lo divino, ¡y tú ibas a matarme!".

Farid le dijo: "Espera. Primero unas preguntas. Cuando te empujaba hacia abajo y te estabas asfixiando, ¿cuántos pensamientos había en tu mente?".

El hombre contestó, "¿Cuántos? Sólo uno ‑‑cómo salir afuera a respirar".

Farid preguntó, "¿Cuánto tiempo se prolongó ese pensamiento?".

El hombre respondió, "Tampoco eso permaneció allí durante mucho tiempo, porque mi vida estaba en peligro. Puedes permitirte el pensar cuando no arriesgas nada. Mi vida estaba en peligro ‑hasta ese pensamiento desapareció. Entonces, el salir fuera del agua no era un  pensamiento: era todo mi ser".

Farid le dijo: "Lo has comprendido. Esta es la respuesta. Si te sientes asfixiado en este mundo, presionado por todos lados, y si sientes que nada va a pasar en este mundo excepto la muerte ‑‑entonces, el deseo de buscar la verdad, o Dios, o como quieras llamarlo, surgirá. Y eso tampoco durará mucho. Poco a poco ese deseo deja de ser un deseo, se convierte en tu ser. La sed misma se transforma en tu ser. ‑Te he mostrado el camino", dijo Farid. "Ahora puedes irte".

Sólo trata de entender la situación total en el mundo. Si ya te está destruyendo, salta fuera de él. En realidad, no se trata de cómo buscar a Dios; de lo que se trata es de entender que donde crees que hay vida, no hay vida, sino sólo muerte.

Juan el Bautista ‑o cualquiera que alguna vez haya bautizado a alguien, que alguna vez haya iniciado a alguien, que haya llevado a alguien al mundo de la verdad desde el mundo de los sueños‑ tiene que prepararte para la muerte. Sí, ése es el significado. Por bautismo, él se refería a: "El río se ha llevado tu viejo yo; ya no eres el mismo. Ha surgido una nueva identidad, ahora tienes un nuevo núcleo. Funciones a través de él, y no funciona a través del pasado".

Lo mismo se ha hecho mediante la iniciación por fuego. En la India, se ha usado tradicionalmente la iniciación por fuego, no por agua. Ha habido algunas tendencias laterales que han usado también el bautismo de agua, pero la principal corriente en la India ha usado el bautismo por fuego. Así, en la casa de cada Maestro ‑lo que suelen llamar gurukul, la familia del Maestro- había un fuego constantemente encendido en el medio de la casa, un fuego constantemente encendido, veinticuatro horas al día. Todas las enseñanzas eran entregadas cerca del fuego. Poco a poco, el símbolo del fuego llegó a estar profundamente enraizado en los discípulos.

Hay una hermosa historia en los viejos Upanishads acerca del tiempo en que un discípulo, un discípulo muy famoso, Svetketu, estaba con su Maestro. El Maestro esperó durante doce años, y no le iniciaba en los misterios. El discípulo le servía y le servía, cuidando el fuego en la casa ‑durante veinticuatro horas el fuego tenía que mantenerse vivo. Se dice que el mismo fuego llegó a estar muy preocupado por Svetketu. Durante doce años había estado sirviendo, cuidando el fuego, trayendo leña del bosque.

La historia es hermosa. Dice que el fuego llegó a preocuparse. Incluso el fuego empezó a sentir que el Maestro era demasiado duro, un poco injusto. El fuego sintió compasión por Svetketu.

El fuego habló a la esposa del Maestro cuando éste estaba fuera, y le dijo: "Esto ha ido demasiado lejos. Este Svetketu ha servido tan silenciosamente durante doce años. Ya se lo ha ganado; el secreto le debe ser revelado. Convence a tu marido".

La esposa dijo: Pero no me hará caso. Si digo algo, hasta puede llegar a ser más duro. No es un hombre que pueda ser convencido. Hay que esperar. El sabe cómo trabajar y cómo no trabajar, qué es lo que hay que hacer y qué es lo que no hay que hacer, y yo no puedo decir nada".      

Se dice que el fuego llegó a preocuparse tanto que él mismo reveló el secreto a Svetketu. Y cuando el secreto fue revelado, el Maestro bailó. Este dijo: "Svetketu, estaba esperando. Porque cuando el fuego se revela a sí mismo, ¡eso es algo de peso! Estaba forzando al fuego a que revelara el secreto, porque la compasión surgiría, la existencia es compasiva. Podía haberte entregado el secreto cualquier día, pero no hubiese sido tan vital. Hubiera venido de mí. Pero ahora la existencia misma te ha abierto sus puertas. Ahora estás en comunión con el fuego mismo ‑ has sido iniciado por fuego".

¿Qué secreto te puede dar el fuego? El secreto de la muerte. En la India hemos estado quemando los cuerpos muertos, de modo que el fuego llegue a estar relacionado con la muerte. Incluso aquellos que no son buscadores saben que el fuego es el símbolo de la muerte ‑uno muere en él. Pero aquellos que saben y buscan en el camino también saben que uno resucita a través de él; uno muere y renace.

En ambos casos, ya sea mediante el agua o el fuego, la muerte es la cuestión. Uno tiene que morir para obtener la vida en abundancia, uno tiene que llevar su propia cruz. Nadie más te puede iniciar, sólo la muerte. La muerte es el Maestro. O bien, el Maestro es la muerte.

Si estás dispuesto a morir, nadie podrá impedir tu resurrección. Pero esta muerte no debería ser suicida. Mucha gente se suicida. Ellos no resucitan. Una muerte suicida no es una muerte a través de la comprensión; una muerte por suicidio es una muerte a través del malentendido. Mueres confundido, en agonía. Mueres obsesionado por el mundo, mueres ligado al mundo. Mueres como una queja.

Observa a la gente que piensa en suicidarse. No están en contra de la vida. De hecho, al contrario: están tan apegados a la vida que ésta no les puede satisfacer. Toman venganza, se quejan. Asesinan, se asesinan a sí mismos, sólo para albergar una queja contra toda la existencia ‑ que no fue una realización. Están descontentos, están diciendo,‑‑‑La vida no vale la pena".

Pero, ¿por qué la vida no merece vivirse? Porque esperaban demasiado; por eso no valía la pena. Pidieron demasiado; nunca se lo ganaron. Pidieron demasiado y no les fue entregado. Están frustrados.

Uno que está dispuesto a morir sin frustración ... viendo la verdad de la vida, viendo que, en verdad, la vida es sólo un sueño ... que no puede llenar nada y que tampoco puede frustrar. Colmar, frustrar; ambas son partes de la ilusión de que la vida es real. Uno que ve que la vida es irreal, tal como un sueño, se despega. Surge una renuncia.

Los Upanishads tienen un dicho muy vital: "Ten tykten bhunjitha ... aquéllos que se han entregado a todos los placeres de la vida siempre han renunciado". Es muy revolucionaria; la implicancia es tremenda. Dice: aquellos que se han entregado a los placeres de la vida están destinados a renunciar, porque han visto la verdad ‑que la vida es falsa. La han mirado y no han encontrado nada. No es que estén frustrados; porque si lo estás, eso sólo demuestra que aún esperas algo. La frustración demuestra la existencia de profundas expectativas.

Aquél que ha llegado a darse cuenta de que la vida sólo puede prometer pero nunca puede dar ‑ ¡es un sueño!‑ ni se frustra ni se realiza en la vida. Entonces llega la renuncia. La renuncia no significa dejar la vida; la renuncia es ver la vida tal cual es. Entonces uno está dispuesto  a morir, porque en la vida no hay nada.

Esa disposición a morir es el punto hacia el cual Juan el Bautista estaba llevando a sus discípulos". Cuando estaban dispuestos, los llevaba al río Jordán y procedía al ritual, al último toque. El ego, la vieja personalidad, se iba junto con el agua que caía sobre tu cabeza y luego al río. La esencia pura había nacido ‑bañado en una nueva sensación de ser, con un nuevo misterio en el estar vivo, con una nueva sensación de la existencia.

Naturalmente, la muerte puede ser una experiencia terrorífica o algo tremendamente hermoso. Depende de la actitud. Si te sientes aterrorizado por la muerte, morirás pero no resucitarás. Si la muerte se transforma en una experiencia hermosa, estarás muriendo y al mismo tiempo resucitando. Generalmente, la muerte es terror; por eso le temes tanto a la muerte. En la vida no sucede nada hermoso hasta que mueres; pero aún así, estás aterrorizado.

Un Maestro tiene que convencerte, poco a poco, de la belleza de la muerte. Tiene que cantar las glorias de la muerte. Tiene, poco a poco, que convencerte y crear una confianza en la muerte, de modo que puedas dejarte ir. Una vez que te dejas ir nada muere, sólo el ego. Tú permaneces para siempre.

Eres eternidad, no puedes morir ‑el miedo es absolutamente vano y sin fundamento‑ pero el ego tiene que morir. El ego es un fenómeno creado. No estaba ahí cuando naciste, lo creó la sociedad. La sociedad te ha dado el ego ‑y ese ego puede ser quitado por la sociedad ... y ese ego se lo va a llevar, con toda seguridad, la muerte. Te irás tal como viniste: llegaste con las manos vacías, con las manos vacías te vas ‑el ego es sólo una ilusión que vives en el entreacto.

Ese ego le teme a la muerte. Una vez que comprendes que no vas a morir ‑‑sólo el ego, sólo la enfermedad morirá‑ estás dispuesto. Estás listo para el bautismo.

Dices que la seriedad es una enfermedad. Cuando me recuerdo a mí mismo me pongo serio. ¿Qué debería hacer?

No te pongas serio por eso. Deja que sea así y ríete. Si puedes reírte de ti mismo, todo estará bien. La gente se ríe de los demás, pero nunca de sí mismos. Deben aprender a hacerlo. Si puedes reírte de ti mismo, la seriedad ya se ha ido. Si eres capaz de reírte de ti mismo, la seriedad no podrá morar dentro de ti.

En los monasterios Zen, cada monje tiene que reír. Lo primero que hay que hacer por la mañana es reír, lo primero. En el momento en que el monje se da cuenta de que ya no está dormido, tiene que saltar de la cama, pararse en actitud de bufón, como un payaso de circo, y empezar a reír, a reírse de sí mismo. El día no puede comenzar en mejor forma.

Reírse de uno mismo mata el ego; y, cuando te mueves en el mundo, te vuelves más transparente, más ligero. Y si te has reído de ti mismo, no te molestará que los demás se rían de ti. De hecho, están simplemente cooperando, están haciendo lo mismo que tú estabas haciendo. Te sentirás contento.

Reírse de los demás es egoísta; reírse de uno mismo es muy humilde. Aprende a reírte de ti mismo ‑‑de tu seriedad y cosas así. Puedes ponerte serio respecto a la seriedad: entonces, en vez de una enfermedad, has creado dos.

 Entonces te puedes poner serio también por eso, y esto puede seguir y seguir. Y en esto no hay fin; puede seguir ad nauseam.

Por lo tanto, toma las riendas desde el principio. En el momento en que te sientas serio, ríete de ello y observa de dónde proviene la seriedad. Ríete, deja que surja una buena carcajada, cierra los ojos y observa de dónde viene. No la encontrarás. Solamente existe en un ser que no puede reír.

No se puede imaginar una situación menos afortunada, no puede concebirse a un ser más pobre que aquél que no puede reírse de sí mismo. Así que comienza la mañana riéndote de ti mismo, y cuando encuentres un momento en el día en que no tienes nada que hacer, suelta una buena carcajada. Sin ningún motivo en particular ‑sólo porque el mundo entero es tan absurdo, sólo porque la manera en que eres es tan absurda. No es necesario encontrar ninguna razón especial. Todo el asunto es tan absurdo que uno se tiene que reír.

Deja que la risa provenga del vientre, no de la cabeza. La risa puede venir de la cabeza; entonces está muerta. Todo lo que viene de la cabeza está muerto; la cabeza es absolutamente mecánica. Puedes reír desde tu cabeza; y entonces, tu cabeza creará la risa, pero ésta no irá a lo profundo del vientre, al hara. No se extenderá a los dedos de los pies, no se extenderá a todo tu cuerpo. Una verdadera risa es tal como la risa de un niño. Observa su vientre sacudirse, todo su cuerpo late con él: quiere revolcarse en el suelo. Es cuestión de compromiso total. Ríe tanto que empieza a llorar; ríe tan profundamente que la risa se convierte en lagrimas, las lágrimas brotan de él. La risa debiera ser profunda y total. Esta es la medicina que yo prescribo para la seriedad.

Te gustaría que te diera alguna medicina seria. Eso no ayuda. Tienes que ser un poco tonto. De hecho, el más alto pináculo de la sabiduría siempre lleva consigo un poco de necedad; los hombres más sabios del mundo fueron también los tontos más grandes.

Puede ser difícil entenderlo. No puedes imaginarte que puedan ser tontos, porque tu mente siempre divide: un sabio nunca puede ser un tonto y un tonto nunca puede ser un sabio. Ambas actitudes están equivocadas. Ha habido grandes necios que fueron muy sabios.

Antiguamente, en la corte de cada rey, había un gran tonto: el bufón de la corte. El bufón producía el equilibrio, porque demasiada sabiduría puede resultar absurda, demasiado de cualquier cosa puede resultar absurdo. Se requería a alguien que pudiera traer las cosas nuevamente a la tierra. En la corte de los reyes, era necesario un tonto que les ayudara a reír; de lo contrario, la gente sabia tiende a ponerse seria, y la seriedad es una enfermedad.

Con la seriedad pierdes las proporciones, pierdes la perspectiva. Así que en la corte de cada rey había un bufón, un gran tonto, que decía cosas y hacía cosas y bajaba todo a la tierra.

He oído una historia. Un emperador tenía un bufón. Un día, el emperador se estaba mirando en el espejo. El bufón llegó, saltó, y le golpeó con los pies en la espalda. El emperador cayó contra el espejo. Naturalmente, estaba muy furioso, y dijo: " A menos que para tu estúpido acto des un motivo que sea aún más criminal que el acto mismo, serás sentenciado a muerte".

El bufón dijo: "Mi Señor, nunca pensé que estuvieras aquí.

 Creí que la reina era la que estaba aquí".

Tuvo que ser perdonado, porque dio una razón que era aún más estúpida. Pero para encontrar una razón así el bufón debió haber sido muy sabio. Cada gran sabio‑‑‑LaoTzu, Jesús‑ tiene una cierta cualidad de sublime necedad. Esto tiene que ser así, porque de otra manera, un sabio será un hombre sin sal, tendrá un sabor horrible. También tiene que ser un poco tonto. Entonces las cosas se equilibran. Mira a Jesús, cabalgando sobre un burro y diciéndole a la gente, " ¡Soy el hijo de Dios!". ¡Observa eso! Debió de haber sido ambos. La gente debió reírse: "¿Qué estás diciendo? Declarando estas cosas y comportándote de esa manera...”

Pero sé que así es como la perfecta sabiduría aparece. Lao Tzu dice: "Todo el mundo es sabio excepto yo. Yo parezco ser un bobo. Todo el mundo tiene la mente clara; sólo la mía parece ser oscura y embrollada. Todo el mundo sabe qué hacer y qué no hacer; sólo yo estoy confuso". ¿Qué quiere decir? Está diciendo que, "En mí, se unen la sabiduría y la tontería". Y cuando la sabiduría y la tontería se encuentran, hay una trascendencia.

Así que no te pongas serio respecto a la seriedad. Ríete de ella, sé un poco bobo. No condenes la tontería; tiene sus propios encantos. Si puedes ser ambas, tendrás algo de la trascendencia en tu interior.

El mundo se ha puesto más y más serio. De ahí que haya tanto cáncer, tanta enfermedad del corazón, tanta presión sanguínea alta, tanta locura. El mundo ha sido demasiado llevado, forzado, hacia un extremo. Sé también un poco tonto. Ríete un poco, sé como un niño.

Diviértete un poco, no lleves una cara seria a todas partes, y de repente encontrarás que surge en ti una salud más profunda ‑‑aparecen fuentes más profundas de tu salud.

¿Has oído alguna vez de algún tonto que se haya vuelto loco? Nunca ha sucedido. Siempre he buscado un caso de algún tonto que ,, haya vuelto loco, Nunca me he encontrado con ninguno. Naturalmente, un tonto no se puede volver loco, porque para estar loco necesitas ser muy serio.

También he investigado para ver si los tontos están de alguna manera más propensos a ser sanos que los mal llamados sabios. Y así es: los tontos son más sanos que los que llaman sabios. Viven en el momento y saben que son tontos; por lo tanto, no se preocupan de lo que los demás puedan decir de ellos. Esa preocupación se transforma en un fenómeno canceroso en la mente y el cuerpo. Ellos viven más y son los últimos en reírse.

Recuerda que la vida debería estar profundamente equilibrada, en un profundo equilibrio. Entonces, tú escapas justo por el medio. La energía sube en una oleada, te empiezas a mover hacia arriba. Y esto debería ser así con todos los opuestos. No seas un hombre y no seas una mujer: sé ambos, de modo de no ser ninguno. No seas sabio, no seas un tonto: sé ambos, y así trascenderás.

Por favor explica por qué no sentimos lo divino que está aquí /ahora, dentro / fuera, que eres tú, yo y todos.

Esto es de Swami Yoga Chinmaya. Porque eres demasiado, y estás demasiado lleno de ti mismo.

Puesto que no puedes reír, lo divino está escondido. Puesto que estás demasiado tenso, estás cerrado. Y estas cosas que piensas ‑que lo divino está aquí/ahora, dentro/fuera, tú/yo‑ son sólo cosas de la cabeza, no son tus sentimientos. Son pensamientos, no comprensiones. Y si sigues pensando estas frases, nunca llegarán a convertirse en experiencias. Puedes convencerte a ti mismo de que es así con mil y un argumentos, pero estas ideas nunca se convertirán en tu experiencia. Seguirás errando el punto. No es cuestión de argumento, filosofía, pensamiento, contemplación ‑no. Es cuestión de ahogarte profundamente en la sensación del fenómeno. Uno tiene que sentirlo, no pensar en ello. Y para sentirlo, uno tiene que desaparecer.

Estás intentando algo absolutamente imposible: estás tratando de alcanzar a Dios mediante el pensamiento. Seguirá siendo una filosofía, nunca se convertirá en tu experiencia. Y a menos que sea una experiencia, no es liberadora. Se convertirá en una atadura; morirás en el cautiverio de las palabras.

Eres demasiado. La cabeza de Yoga Chinmaya tiene que ser cortada, totalmente cortada. Eres demasiado en la cabeza, y hay demasiado de ti mismo. Dios ya no es importante; tú eres más importante. Tú quieres conocer a Dios; el énfasis no está en Dios, el énfasis está en ti. Tú quieres alcanzar a Dios; no es que Dios sea importante, eres el importante. ¿Y cómo puedes vivir sin alcanzar a Dios? Dios tiene que ser poseído, pero el énfasis está en ti. Es debido a eso que sigues errando el camino.

Abandona el "tú". Y entonces no hay necesidad de preocuparse por Dios ‑El mismo viene. Una vez que no eres, El llega. Una vez que dejas de estar presente, se siente Su presencia. Cuando estás vacío, El corre hacia ti. Abandona todas las filosofías y todo lo que has aprendido, todo lo que has tomado prestado, todo lo que te llena la cabeza. ¡Abandónalo! Límpiate de todo eso; está podrido.

Una vez que estás limpio, en esa misma limpieza empiezas a sentir que algo surge. En esa inocencia está la virginidad. Dios está siempre a tu alcance.

¿Cómo es posible que la mente pueda estar produciendo pensamientos todo el tiempo, y cómo podemos detener lo que no hemos iniciado?

No puedes detener lo que no has iniciado. No lo intentes: de lo contrario, simplemente estarás perdiendo tiempo, energía, vida. No puedes detener la mente, porque no la has puesto a funcionar. Puedes simplemente observar, y al observarla se detiene. No es que tú la detengas: al observarla, se detiene. La detención es una función de observar, es una consecuencia de observar.

No es que tú la detengas; no hay manera de detener la mente. Si tratas de detenerla, irá más de prisa; si tratas de pararla, luchará contra ti y te creará mil y un problemas. Nunca trates de detenerla.

Esta es la verdad: tú no la has puesto a funcionar; por lo tanto, ¿quién eres tú para detenerla? Ha llegado a través de tu inconsciencia; se irá a través de tu consciencia.

 

 No tienes que hacer nada para detenerla, excepto volverte más y más alerta. Incluso el querer detener la mente será una barrera, porque dices: "De acuerdo; ahora trataré de estar consciente, y así podré detenerla". Entonces yerras el punto. Entonces, ni siquiera tu consciencia será de mucha ayuda, porque la misma idea está nuevamente presente: cómo pararla. Después de unos días de esfuerzo vano ‑vano porque la idea está allí, de modo que no ocurrirá‑ vendrás a mí y dirás: "He estado tratando de estar consciente, pero la mente no se detiene".

No puede ser detenida; no existe método para hacerlo. ¡Pero se detiene! No es que tú la detengas; se detiene por sí sola. Tú simplemente observa. Observando, retiras la energía que la ayuda a correr. Observando, la energía se invierte en la observación, y el pensamiento se debilita automáticamente más y más. Los pensamientos están ahí pero se vuelven impotentes, porque la energía no está para ellos. Girarán a tu alrededor, medio muertos, pero poco a poco irá llegando más y más energía a la consciencia. De repente, un día, la energía ya no va a los pensamientos. Estos han desaparecido. No pueden existir sin tu energía. Así que por favor olvídate de pararlos. Eso no es asunto tuyo.

Y la segunda cosa que preguntas: "¿Cómo es posible que la mente pueda estar produciendo pensamientos todo el tiempo?" Es sólo un proceso natural. Tal como tu corazón late constantemente, tu mente está pensando constantemente; tal como tu cuerpo está respirando constantemente, tu mente está pensando constantemente; tal como tu sangre está circulando constantemente y tu estómago digiere continuamente, la mente piensa todo el tiempo. No hay problema en ello; es simple. Pero no estás identificado con la circulación de la sangre; no piensas que tú estás circulando. De hecho, ni siquiera estás consciente de que la sangre circula; sigue circulando, no tienes nada que ver en ello. El corazón sigue latiendo; no piensas que tú estás latiendo.

Con la mente, el problema surge porque piensas que tú estás pensando; la mente se ha transformado en el foco de la identidad. Simplemente, esa identidad debe romperse. No es que cuando la mente se ha detenido, no volverá a pensar nunca más ‑no. Pensará solamente cuando sea necesario; y no pensará cuando no sea necesario. El pensamiento estará ahí, pero ahora será natural: una respuesta, una actividad espontánea, no una obsesión.

Por ejemplo, comes cuando tienes hambre. Pero te puedes obsesionar y puedes estar comiendo el día entero. Y entonces te volverás loco; te estarás suicidando. Caminas cuando quieres caminar. Cuando quieres ir a alguna parte, mueves tus piernas. Pero si sigues moviendo tus piernas cuando estás sentado en una silla, la gente pensará que estás loco y que algo hay que hacer para detenerte. Si preguntas cómo hacer que tus piernas dejen de moverse y alguien te dice: "Detenlas  agarrándolas con tus manos. ¡Fuérzalas!", tu problema será aún más grave. Las piernas se están moviendo y ahora las manos también están ocupadas, y todos tus esfuerzos están invertidos en detenerlas. Tu energía está luchando contra sí misma.

Te has identificado con la mente, eso es todo. Es natural, porque la mente está muy cerca de ti y es mucho lo que tienes que usarla. Uno está constantemente en la mente. La situación es similar a la de un conductor que ha estado conduciendo un coche continuamente durante años, y nunca ha salido fuera del coche. Ha olvidado que puede salir fuera, que es un conductor. Lo ha olvidado completamente; piensa que el mismo es un coche. No puede salir, porque ¿quién está ahí para hacerlo? Ha olvidado cómo abrir la puerta; o bien, la puerta está completamente bloqueada por años de desuso. Se ha oxidado, no puede abrirse con facilidad. El conductor ha estado en el coche tanto tiempo que ha llegado a ser el coche, eso es todo. Ha surgido un malentendido. Ahora él no puede parar el coche, porque ¿cómo va a detenerlo? ¿Quién va a pararlo?

Tú sólo eres el conductor de la mente. Es un mecanismo a tu alrededor, tu conciencia la utiliza. Pero nunca has salido fuera de tu cabeza. Por eso, insisto: sal un poco fuera de la cabeza, ve al corazón. Desde el corazón tendrás una mejor perspectiva de que el coche está separado de ti.

O bien, trata de salir del cuerpo. Eso también es posible. Fuera del cuerpo estarás totalmente fuera del coche. Te será posible ver que no eres ni el cuerpo ni el corazón ni la mente; tú estás separado.

Ahora mismo, sigue recordando sólo una cosa: que estás separado. De todo lo que te rodea, estás separado. El que conoce no es lo conocido. Sigue sintiéndolo más y más, de modo que llegue a ser una cristalización sustancial dentro de ti el saber que el que conoce no es lo conocido. Tú conoces el pensamiento, ves el pensamiento ‑¿cómo puedes ser el pensamiento? Tú conoces la mente, ¿cómo puedes ser la mente? Sólo aléjate; necesitas un poco de distancia. Un día, cuando estés realmente alejado, el pensamiento cesa. Cuando el conductor está fuera, el coche se detiene ‑porque ahora no hay nadie que lo conduzca. Entonces te reirás de corazón, al ver que todo ha sido un malentendido. Ahora podrás pensar cuando quiera que necesites hacerlo.

Tú me formulas una pregunta: yo respondo. La mente funciona. Debo hablarte a través de la mente; no hay otra manera de hablar. Pero cuando estoy solo, la mente no funciona.

La mente no ha perdido su capacidad de funcionar. Y en realidad, ahora su capacidad para funcionar y para hacerlo adecuadamente es mayor. Dado que no está funcionando constantemente, acumula energía; se vuelve mas clara. Por lo tanto, “cuando la mente se detiene" no quiere decir que no te sea posible volver a pensar. En realidad, sólo después de eso te será posible pensar por primera vez. El estar comprometido a propósito en pensamientos irrelevantes no es pensar. Es una cosa insana. Estar claro, limpio, inocente, es estar en el sendero adecuado para pensar.

Entonces, cuando un problema surge, no estás confuso; no miras el problema a través de prejuicios. Lo miras directamente, y en esa mirada directa el problema empieza a derretirse. Si el problema es un problema, se disolverá y desaparecerá. Si el problema no es un problema ‑sino que es un misterio‑ se disolverá y profundizará. Entonces te será posible ver en qué consiste un problema.

Un problema es algo que se puede resolver con la mente; un misterio es algo que no se puede resolver con la mente. Un misterio tiene que ser vivido; un problema debe ser resuelto. Pero cuando estás demasiado involucrado en tus pensamientos, no puedes distinguir entre un misterio y un problema. A veces confundes un misterio con un problema. Entonces luchas toda tu vida, y éste nunca se resuelve. Y otras veces confundes un problema con un misterio y esperas tontamente: podría haberse resuelto.

Es necesaria una claridad, una perspectiva. Cuando el pensamiento ‑esta constante charla interior‑ se detiene, y llegas a estar alerta y consciente ‑te es posible ver las cosas como son, te es posible encontrar soluciones‑ también serás capaz de saber qué es un misterio. Y cuando llegas a sentir que algo es un misterio, sientes reverencia, sientes temor reverente.

Esa es la cualidad religiosa del ser. Sentir reverencia es ser religioso; sentir temor reverente es ser religioso. Estar tan profundamente maravillado que eres nuevamente un niño es entrar en el reino de Dios.


 

 

 

CAPÍTULO 5

QUINTO DISCURSO

25 DE OCTUBRE DE 1975

MATEO 4

 

17    Desde entonces, comenzó Jesús a predicar y a decir: Arrepentíos, pues está cerca el reino de los cielos.

18    Y Jesús, caminando por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano, echando la red al mar, pues eran pescadores.

19    Y les dijo: Seguidme, y os haré pescadores de hombres.

20    Y al instante, ellos abandonaron sus redes y le siguieron.

23    Y recorría Jesús toda la Galilea, enseñando en sus sinagogas y predicando el evangelio  del reino, y curando toda forma de enfermedad y toda forma de dolencia en la gente.

24    Y su renombre se extendió por toda Siria; y le trajeron a todos los enfermos que estuviesen aquejados de diferentes males y tormentos, y los que estaban endemoniados, y los que eran lunáticos y los que eran paralíticos; y los curó.

25    Y le seguían grandes muchedumbres de gentes de Galilea de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de allende el Jordán.

Y LES DIJO: SEGUIDME

 

A un rabino se le pidió en cierta ocasión que resumiera brevemente todo el mensaje de la Biblia. El contestó que todo el mensaje de la Biblia era muy simple y corto. Es Dios gritándole al hombre: " ¡Entróname!".

Esto es lo que pasó aquella mañana en el río Jordán. Jesús, desapareció y Dios fue entronado. Jesús abandonó la casa, y Dios entró. O tú eres o Dios es; ambos no pueden existir al mismo tiempo. Si insistes en existir, entonces abandona la búsqueda de Dios; no va a completarse. Así es imposible, absolutamente imposible. Si estás ahí, Dios no puede estar; tu mismo ser, tu misma presencia son el obstáculo. Desapareces y Dios es. Siempre ha estado ahí.

El hombre puede vivir como una parte, separado de lo absoluto. El hombre puede crear a su alrededor ideas, sueños, ego, personalidad, y puede concebirse a sí mismo como una isla, desconectado de lo absoluto, sin relación alguna con la totalidad. ¿Te has sentido alguna vez relacionado con los árboles? ¿Has visto alguna vez una relación entre tú y las rocas, has visto alguna relación entre tú y el mar? Si no ves la relación, nunca podrás llegar a conocer lo que Dios es. Dios no es otra cosa que lo absoluto, lo total, el único. Si existes como una parte separada, existes innecesariamente como un mendigo. Podrías haber sido lo absoluto. Y aún cuando creas que estás separado, no lo estás ‑ése es sólo un pensamiento es sólo una barrera para que tus ojos se abran.

Aquella mañana en el río Jordán en que Juan el Bautista inició a Jesús, lo mató completamente: Jesús desapareció. Y en ese instante de nada, un Buda ‑lo que Buda llama sunyata, vaciedad ... los cielos se abrieron y el espíritu de Dios, a manera de paloma, descendsobre Jesús, se posó sobre él.

Esto es sólo simbólico. Jesús murió, Dios fue entronizado. Esto es lo que en Zen llaman una transmisión especial, fuera de las escrituras. Juan el Bautista no le entregó ningún conocimiento a Jesús, ninguna escritura fue transmitida, no se pronunció ni una sola palabra. No hubo dependencia de palabras o cartas, sólo se apuntó directamente al alma del hombre: ver la propia naturaleza ‑el alcanzar el estado del Buda.

Esto es lo que pasó aquel día. Los Cristianos han pasado por alto ese detalle; lo que fue transferido de Juan el Bautista a Jesús no fue conocimiento, fue una visión. No fue verbal, fue existencial. Era más bien un saber que un conocimiento. Juan el Bautista le dio ojos a Jesús, una nueva manera de ver el mundo y estar en el, mundo. Una transmisión especial, fuera de las escrituras.

Por eso Jesús inmediatamente se sintió uno con Dios, pero desconectado de los judíos. Los judíos “son la gente del libro". La Biblia no significa otra cosa: simplemente, significa "el libro". Los Judíos son la gente del libro ‑los que han creído tremendamente en las escrituras, los que han amado y confiado en las escrituras durante siglos.

Jesús llegó a ser uno con Dios, pero de inmediato se desconectó de su propia tradición. Entonces intentó permanecer como parte de la comunidad de mil y una maneras, pero fue imposible. No pudo ser parte de las Escrituras, no pudo ser parte de la tradición. Algo del más allá penetró en él; y cuando Dios penetra, todas las escrituras se vuelven inútiles. Cuando tú mismo has llegado a saber, todo el conocimiento es una porquería.

Esa fue la lucha entre Jesús y los rabinos. Ellos tenían conocimiento, Jesús sabía ‑y los dos nunca se encontraron. El hombre que sabe es rebelde, el hombre que sabe tiene sus propios ojos; dice todo lo que ve. El hombre de conocimiento está ciego; lleva las escrituras, nunca mira a su alrededor; sólo sigue repitiendo las escrituras. El hombre de conocimiento es mecánico, no tiene contacto personal con la realidad.

Hace sólo unos días, estaba leyendo acerca de un psiquiatra neoyorquino muy importante. Estaba hablando con uno de sus nuevos pacientes: "Estoy muy ocupado; de hecho, demasiado ocupado. sería bueno si usted pudiese ayudarme. La primera entrevista siempre es de sólo una de las partes: me dirá todo lo que quiera decirme. Si puedo estudiar y mirar eso más tarde, en el momento en que me convenga, será de gran ayuda. Así que aquí hay una grabadora. Dejaré la grabadora ‑póngala en marcha y háblele. Lo que sea que tenga que decir ... diga todo lo que le gustaría decirme y más tarde lo escucharé". El siquiatra le preguntó, “Le parece bien eso?".

El cliente contestó, Desde luego. Todo está perfecto.

La grabadora empezó a funcionar y el siquiatra salió del cuarto; al cabo de dos minutos vio al hombre salir de la oficina. Corrió detrás de él, le detuvo y le dijo: "¿Tan pronto? No puede haber hablado mucho en la grabadora".

El hombre dijo: "Escuche, yo también soy un hombre muy ocupado. En realidad, más ocupado que usted. Y no es el primer siquiatra que he consultado. Vuelva a la sala de consulta y verá, sentado al lado de la grabadora, mi pequeño dictáfono ‑hablándole a la grabadora".

El conocimiento es así. Nadie está presente: dictáfonos hablando a grabadoras. Tu mente es sólo una grabadora y las escrituras son viejos dictáfonos ‑‑un medio antiguo, pero es lo mismo de todas maneras. Alguien ha dicho algo; se graba allí. Después lo lees y queda registrado en tu propia grabadora, pero no hay nada personal.

El saber es personal, el conocimiento es mecánico. Nunca podrás llegar a descubrir la realidad, la verdad, a través de una aproximación mecánica. Va a ser una cosa muerta. Obtendrás mucha información, pero nunca tendrás una transformación. Puede que llegues a saber muchas cosas, pero nunca llegarás a saber lo que necesitas saber: el ser que eres y el ser que te rodea ‑y lo que te rodea es lo mismo que tienes en tu interior.

Es necesario un contacto personal profundo. Aquella mañana, en el río Jordán, Jesús entabló contacto personal con lo divino. Juan el Bautista le inició en ser una nada.

Cuando vienes a mí, no vienes a un hombre que sepa mucho. Vienes a un hombre que tiene un montón de nada en su interior. Puedo compartir esa nada contigo. El día en que estés dispuesto a compartir mí nada, estarás iniciado.

Puedes estar aquí de dos maneras. Puedes ser un estudiante. Entonces te relacionarás conmigo de una manera mecánica, recolectarás información ‑y nunca ha sido ése mi propósito. Empezarás a saber muchas cosas. Eso es un enviciamiento. Puede que el ego se sienta más fuerte, pero el alma se empobrecerá más y más.

O bien, puedes ser un discípulo, y no un estudiante. Entonces compartes mi nada. Y poco a poco desaparecerás completamente. Cuando eso ocurra, no habrá nadie dentro, de ti que sepa ‑y ese " no ser nadie " es la única manera de saber. En esa nada tu corazón‑ está abierto, en esa nada la isla desaparece y te conviertes en el continente. En esa nada la separación desaparece: te transformas en lo absoluto. Y entonces lo absoluto existe a través de ti.

Tenía razón el rabino que dijo, "Dios gritándole al hombre: “¡entróname!". Jesús, Kríshna, Cristo, Mahoma, Lao Tzu ‑ todos son gritos de Dios al hombre: " ¡Entróname!

 

Desde entonces, comenzó Jesús a predicar ...

Inmediatamente: el conocimiento necesita tiempo, el saber es inmediato. Si quiero compartir mis conocimientos contigo tomará tiempo; pero si quiero compartir mi nada contigo, el tiempo no es necesario. Es posible de inmediato, aquí y ahora. Sólo tu disposición es necesaria. El tiempo no es en absoluto un requisito: puede suceder en una fracción de segundo.

Siempre que leo este evangelio lo que de inmediato más me llama la atención es: en el momento en que Jesús fue bautizado, y los cielos se abrieron y el espíritu  de Dios descendió como una paloma, salió del río, fue hacia la orilla ‑una multitud se había reunido‑‑ y empezó a predicar. Antes de eso, nunca había pronunciado una sola palabra, antes de eso no le había enseñado nada a nadie.

Así es como debería ser. Un profesor puede enseñar sin saber, pero no un Maestro. Profesores hay muchos; Maestros, pocos. Un Maestro es alguien que enseña a través de su saber y un profesor es alguien que lo hace a través de su conocimiento.

Un profesor se prepara durante años: entonces puede enseñar. Pero un Maestro ‑‑‑en un solo momento de coraje, en un solo momento de audacia, en un solo instante de muerte, en un solo momento en que salta a lo desconocido‑ se vuelve capaz de enseñar. Una vez que sabes, ese saber quiere ser compartido; una vez que estás extático, ese mismo éxtasis empieza a fluir, empieza a buscar al corazón, Una vez que eres, estás ya en camino de ser compartido por muchos.

Jesús salió del río;

Desde entonces, comenzó Jesús a predicar,

y a decir:

Arrepentíos, pues está cerca el reino de los cielos.

Juan el Bautista estaba diciendo lo mismo. Jesús podía haber dicho lo mismo con sólo oír a Juan el Bautista. El era un predicador muy conocido, grandes multitudes solían visitarle, grandes multitudes solían esperar y escucharle. Todo el mundo sabía que su mensaje era éste: Arrepentíos, pues está cerca el reino de los cielos.. Jesús debe haberlo sabido, pero nunca pronunció esas palabras antes.

Pronunciar grandes palabras sin saber es sacrílego, es una traición. Nunca pronuncies tan grandes palabras a menos que te conozcas a ti mismo, porque puedes destruir las mentes de los demás. Puedes llenar sus mentes con tu desperdicio. Si no sabes y vas diciendo cosas a la gente ... tal como ha pasado en todas partes del mundo.

Ve y mira a los sacerdotes en las iglesias, los templos y las mezquitas ‑enseñan y predican sin tener idea de lo que están diciendo. No están en absoluto conscientes de lo que hacen ‑ ¡dictáfonos! Han aprendido, pero no saben. Han estudiado, pero no tienen ojos propios; sus propios corazones están tan muertos como los de aquellos a quienes les predican. Sus mentes pueden ser más cultivadas, pero sus corazones están tan enfermos como los de cualquiera.

Jesús nunca pronunció esas palabras antes. Nadie conocía a este Jesús. Estuvo en el taller de su padre; trabajó, ayudó a su padre. De pronto, nació una nueva calidad de hombre, fresco ‑un hombre totalmente nuevo. El bautismo es un nacimiento.

Desde ese mismo instante comenzó a predicar, y a decir: Arrepentíos ‑porque ahora podía pronunciar esas palabras con autoridad. Ahora ya no estaba repitiendo las palabras de Juan el Bautista, sino que las suyas propias. El se ha arrepentido y ahora sabe lo que significan, Ahora no son palabras fútiles, de loro; están preñadas, vivas. El ha tocado la realidad de esas palabras, ha visto su misterio.

La verdadera palabra en Hebreo es teshuvah: arrepiéntete. Teshuvah significa "retorno", y también quiere decir "respuesta". Ambos significados son hermosos.

 Retornar a Dios es una respuesta para El. Esta es una de las cosas más hermosas del judaísmo, una de las grandes contribuciones del judaísmo al mundo. Tiene que ser comprendido, porque sin ello nunca te será posible entender a Jesús.

El judaísmo es la única religión en el mundo que afirma que no sólo el hombre busca a Dios, sino que Dios también busca al hombre. Nadie más cree eso. Hay Hindúes, Mahometanos y otras religiones: todas creen que el hombre está buscando a Dios. El judaísmo cree que Dios también busca al hombre. Y esto debería ser así si El es un padre. Debería ser así. El es lo absoluto, y si una parte se ha descarriado, lo absoluto ‑en Su compasión‑‑ debe buscar a esa parte.

El judaísmo tiene una belleza propia. El hombre en busca de Dios equivale a andar tropezando en la oscuridad. A menos que Dios también esté buscándote, no parece ser probable que se produzca el encuentro. ¿Cómo vas a buscarle si es desconocido? ¿Dónde Le buscarás? No conoces la dirección ‑‑¿adónde dirigirás tu oración? ¿Adónde te moverás, dónde irás, que liarás? Sólo puedes tropezar, llorar y lamentarte; las lágrimas serán tu única oración. Un profundo deseo  ¿cómo satisfacerlo? Puedes arder de deseo, pero ¿cómo llegar? El judaísmo dice: el hombre puede buscar, pero no podrá encontrar a menos que ésa sea la voluntad de Dios.

Dios está a tu alcance, pero no puedes agarrarle. Puedes extender tus manos ‑El está a tu alcance, pero no puedes agarrarle. El deja que le agarres porque El también te está buscando. El puede buscarte en forma inmediata y directa. Sabe exactamente dónde estás. Pero no puede buscarte a menos que tú estés en su busca. Sólo puede buscarte cuando. tú estás buscando, cuando estás haciendo todo lo que es posible hacer, cuando no te estás guardando nada, cuando tu búsqueda es total. Cuando tu búsqueda es total, los cielos se abren de inmediato y el espíritu de Dios desciende sobre ti. El está esperando, esperando con profundo apremio por encontrarte.

Esto debería ser así, porque la existencia es una historia de amor. Es un juego del escondite ‑‑un juego. La madre está jugando al escondite con el niño. La madre está esperando; y si el niño no viene, la madre comenzará a buscarle. Pero Dios te da libertad total: si no quieres buscar, El no se entrometerá; no será un intruso. Sólo llamará a tu puerta si tu deseas buscarle.

Si tú has invitado, sólo entonces acude el visitante. Este puede estar esperando sólo una seña de tu parte para llamar a la puerta; sólo tu invitación es necesaria. De otro modo, El puede esperar durante toda la eternidad; no hay prisa. Dios no tiene prisa.

Arrepentíos, pues está cerca el reino de los cielos. Todo hubiese sido absolutamente diferente si la palabra no hubiese sido traducida como "arrepentirse", sí se hubiera dejado la original: "retorno". Eso es lo que dice Patanjali en sus sutras de yoga ‑‑que pratyahar es "retornar a uno mismo". A eso se refiere Mahavir cuando habla de moverse hacia dentro: pratikraman, ir hacia adentro.

La palabra teshuvah significa algo totalmente distinto de arrepentirse. En el momento en que dices “arrepentíos”, el hombre aparece como un pecador: surge una profunda condenación. Pero si dices "retorna”, se  desaparece la idea del pecado, no surge condenación.

 Simplemente, dice que te has ido lejos, que has estado jugando demasiado tiempo ‑por favor vuelve. El niño ha estado jugando afuera y está cayendo la noche. El sol se está poniendo y la madre llama: "Por favor vuelve". Un sentido totalmente diferente, una connotación totalmente diferente. No hay condenación en ella, sólo una llamada de profundo amor: "¡Regresa!".

Sólo escucha la frase si la digo así: "Regresa, pues está cerca el reino de los cielos". Toda la condenación, todo el pecado y todo el disparate que ha creado culpa en el hombre, desaparecen con sólo traducir una palabra en forma adecuada. Una sola palabra puede ser significativa, pero la cristiandad entera desaparecerá si traduces arrepentimiento como "retorno". Todas las iglesias, el Vaticano ‑todo desaparecerá, porque dependen del arrepentimiento.

Si se trata de un retorno ‑y no eres condenado y no has cometido ningún pecado‑ la culpa desaparece. Y sin culpa no puede haber iglesias, sin culpa el sacerdote no puede vivir. El explota la culpa, te hace sentirte culpable ‑ése es su secreto profesional. Una vez que se las arregla para que te sientas culpable, tienes que buscar su ayuda porque pedirá perdón para ti, rezará para ti; él sabe la forma de rezar. El se encuentra en una relación más profunda con Dios: te defenderá, conseguirá que Dios te perdone y te mostrará cómo dejar de ser un pecador, cómo ser virtuoso. Te dará los mandamientos: haz esto, no hagas aquello.

El fundamento de todas las iglesias del mundo es la palabra "arrepentimiento". Si es sólo cuestión de retorno, el sacerdote no será necesario; puedes regresar a casa. No es cuestión de condenación: no necesitas a nadie para que te purifique, nunca has sido malo. Sí, te alejaste demasiado, pero no hay nada malo en ello. De hecho, no podrías haberte alejado tanto si no hubiese sido ésa la voluntad de Dios. Debe haber algo en ello: ese alejarse debe ser una manera de regresar, porque cuando vuelves a casa después de haberte alejado mucho, te das cuenta por primera vez de lo que es el hogar.

Se dice que los que viajan a países extranjeros se dan cuenta por primera vez ‑como ustedes deben estar dándose cuenta en Poona‑ de lo hermoso que es el hogar. Es difícil darse cuenta de eso cuando estás en casa; todo se da por sentado. Pero cuando te vas lejos, todo se vuelve difícil. Ya no estás en casa, no puedes dar nada por sentado. Hay mil y un inconvenientes, incomodidades ‑y no hay nadie que te cuide, tú mismo tienes que cuidarte. A nadie le importas; te mueves en un mundo extraño, eres extranjero.

En contraste con eso, de pronto surge por primera vez el hogar, el significado del hogar. Antes era sólo una casa para vivir; ahora es un hogar. Ahora sabes que las casas son diferentes de los hogares. Una casa es sólo una casa; un hogar no es sólo una casa, es algo más. Ese algo más es el amor. Quizás sea necesario que el hombre se descarríe un poco ‑fuera del camino, en la intemperie de modo que, por contraste, el volver al hogar pueda resultar significativo, lleno de sentido.

Digo "retorna", no digo "arrepiéntete". Jesús nunca dijo "arrepentíos". Se reiría de la palabra, porque todo el sentido está corrompido por la palabra. Las iglesias saben ahora muy bien que la palabra es una traducción errónea, pero aún así insisten en ella, porque se ha convertido en su fundamento. "Retornar" es tan simple: depende de ti y de tu Dios; no necesitas a ningún mediador, no necesitas a ningún agente. Desde entonces, comenzó Jesús a predicar y a decir: Regresen, pues está cerca el reino de los cielos.

Otro significado de la palabra Hebrea teshuvah es “respuesta". Tu retorno es tu respuesta.  ¿Respuesta a qué? Respuesta al grito: " ¡Entronízame!", respuesta a lo que Dios te ha estado pidiendo: "Vuelve a casa".

Esta es, nuevamente, una hermosa contribución del judaísmo. Cada religión ha contribuido con algo original. El judaísmo dice, "Dios formula la pregunta, el hombre responde". Otras religiones afirman que el hombre formula la pregunta y que Dios responde. El judaísmo dice, "No; Dios formula la pregunta y el hombre responde".

El momento en que respondes es el retorno. En el momento en que el niño dice: "Sí, ya voy", ya ha emprendido el regreso. ¿Has oído la pregunta? Si aún no la has oído, ¿cómo vas a poder contestarla?

        La gente viene a mi  y me pregunta: "¿Dónde está Dios?".

Yo les digo: "Olvídense de Dios ‑¿han oído la pregunta?".

Ellos dicen: "¿Qué? pregunta?".

" ¡La pregunta que hace Dios! ".

Si no has oído la pregunta, no puedes saber dónde está Dios. Apenas oyes la pregunta, la dirección está clara ‑apenas oyes la pregunta que surge en lo profundo, de tu ser, en el centro más profundo, ésta se transforma en una obsesión constante en tu corazón: ¿quién eres, por qué estás aquí, por qué existes? ¿Para qué?

Si la pregunta ha surgido en el corazón, sabrás que Dios es, porque ¿quién está formulando la pregunta? Tú no puedes preguntarla. Tú eres inconsciencia, un profundo sueño ‑no puedes preguntar. En algún lugar en lo más profundo de ti Dios está preguntando, ''¿Quién eres?". Si has oído la pregunta, sabes la dirección. Y la respuesta sólo puede ser:"Regresa. Sigue esa dirección, vuelve".

Pero tus preguntas son falsas. No las has oído; alguien te las ha enseñado. Tus preguntas son falsas, y tus respuestas son entonces, también falsas. Aprendes la pregunta de otros, aprendes la respuesta de otros y permaneces falso,

La palabra "falso" proviene de "teléfono" (*)

¿Has observado alguna vez que escuchar a un hombre directamente ‑escuchar a tu esposa o marido o amigo directamente, cara a cara‑ es una realidad porque hay contacto personal; pero que al escucharle por teléfono todo se vuelve falso? Uno nunca sabe quién está ahí ‑si realmente la persona está ahí o si es una cinta grabada, un dictáfono. Nadie lo sabe. Y el sonido parece no venir del corazón, sino que del mecanismo.

¿Has observado a veces a la gente ... ? He observado a algunas personas, conozco a algunos que se ponen los anteojos siempre que hablan por teléfono. Yo me preocupo: `¿Qué es lo que pasa? La persona no está ahí; ¿a quién estás tratando de ver?". Es sólo un profundo apremio por ver a la persona. Un profundo apremio ‑de lo contrario, todo parece falso. Pero así es como la mente se ha corrompido.

(*) En el inglés original: "La palabra 'phoney' proviene de 'telephone' ". (Nota del Traductor)

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En una ocasión, fui con un amigo a visitar el Taj Mahal. El es un buen fotógrafo ‑y no tenia tiempo de ver el Taj Mahal, lo estaba viendo a través de la cámara. Yo le dije, "Hemos venido aquí para ver el Taj Mahal".

El respondió, "Olvídalo. ¡Es tan hermoso que tomaré las fotos y las veré en casa!". Pero esas fotos existen en todas partes ‑¿qué necesidad hay de venir al Taj Mahal? La visión directa se pierde.

Cuando nació el primer hijo de Mulla Nasrudín, fui a verle. El Mulla estaba sentado con el niño, un niño pequeño ‑hermoso. Yo le dije, ¡Qué hermoso!

El me respondió, "Esto no es nada; ¡deberías ver las fotografías! ".

Falso ... todo se vuelve más y más indirecto. Entonces pierde el contacto con la realidad, lo concreto, la claridad. Y entonces se va muy, muy lejos.

La respuesta puede ser verdadera sólo si la pregunta ha sido realmente oída. Cada día me cruzo con alguien que dice: "Quiero meditar, quiero buscar, pero no pasa nada". Se está quejando, como si la existencia no hubiese sido justa con él ‑"No pasa nada". Pero yo le miro a los ojos: su deseo es falso. En primer lugar, él nunca quiso meditar: ha venido formando parte de una muchedumbre. Alguien venía, un amigo, y le siguió. O bien, estaba de vacaciones y pensó, "Voy a ir a ver". Y ahora no está pasando nada.

Nada puede pasar, porque la meditación, Dios y la oración no son cuestiones de técnica. Puedes aprender la técnica, pero nada pasará a menos que primero oigas la pregunta, a menos que ésta se transforme en un deseo profundo en tu interior, por el cual puedas arriesgar tu vida‑‑‑amenos que llegue a ser cuestión de vida o muerte, a menos que te penetre hasta el mismo centro de tu ser, a menos que se transforme en una espina en tu corazón, a menos que se vuelva una profunda angustia y dolor. Si la pregunta es oída, entonces la respuesta ...

Podemos traducir esta frase de dos maneras: Desde entonces, comenzó Jesús a predicar y a decir: arrepentíos, pues está cerca el reino de los cielos. O bien, podemos traducirla: "Regresa, pues está cerca el reino de los cielos"; o bien, "Responde, pues está cerca el reino de los cielos".

Y el reino de los cielos siempre está cerca, ésa es su naturaleza. No tiene nada que ver con la época de Jesús; eso es verdad ahora mismo, tal como fue entonces. Fue verdad antes de Jesús y lo será siempre.

El reino de Dios siempre está cerca ‑sólo búscalo. Su mano siempre te ha estado buscando, pero tu mano no está buscando. Responde, regresa, y El está a tu alcance. Todo lo que necesitas está a tu alcance; es sólo que tú no estás dispuesto a moverte hacia ello. Tienes miedo de perder algo que no tienes, y debido a ese miedo no puedes alcanzar aquello que siempre ha sido tuyo.

 

Y Jesús, caminando por la ribera del mar de Galilea,

vio a dos hermanos:

Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano,

echando la red al mar, pues eran pescadores

Y les dijo:

Seguidme, y os haré pescadores de hombres.

Y al instante, ellos abandonaron sus redes

y le siguieron.

Esto ocurrirá muchas veces en la vida de Jesús. Te sorprendería el tipo de gente hacia quien y con quien Jesús se movía. Gente simple: granjeros, pueblerinos, pescadores, carpinteros; pero esa gente era real, no falsa.

La gente que vive con la naturaleza es real, porque con la naturaleza tienes que serlo; de lo contrario, ella no te admitirá. Con la naturaleza tienes que estar vivo; de lo contrario, no podrás arreglártelas con ella. Cuanto más rodeado estés de cosas que no son naturales, menos natural te vuelves. Si vives rodeado por mecanismos, tú mismo te transformarás en un mecanismo.

Se dice que a un hombre se le conoce por su compañía. Yo te digo: un hombre está hecho por su compañía. Si vives rodeado por elementos mecánicos ‑como está viviendo el hombre moderno‑ poco a poco te vuelves irreal. Si vives con la naturaleza ‑con los árboles, las rocas, el mar, las estrellas, las nubes y el sol‑ no puedes ser irreal, no puedes ser falso. Tienes que ser real, porque cuando te encuentras con la naturaleza, ésta crea algo dentro de ti que es natural. Respondiendo continuamente a la naturaleza, llegas a ser natural.

Un hombre que vive con la naturaleza siempre es confiado. Un granjero que siembra semillas tiene que confiar. Si dudara, nunca sembraría semillas, porque hay mil y una posibilidades de duda: sí este año la tierra va a hacer lo mismo que hizo el año pasado o no. ¿Y quién sabe? ‑la tierra puede haber cambiado de idea. ¿Quién sabe sí va a llover o no? ¿Quién sabe respecto al sol ‑si saldrá mañana por la mañana o no? Sentado en tu cómoda silla rodeado de tus libros puedes dudar, no arriesgas nada; pero si un granjero que trabaja en el campo con la tierra duda, está perdido; si un pescador duda, está perdido.

Al vivir con la naturaleza, surge la confianza. La confianza es natural al hombre, tal como la salud es natural; la duda no es natural, tal como la enfermedad‑ no lo es. Un niño nace confiado. No estoy hablando acerca del niño moderno ‑quizás el niño moderno no nace confiado, porque nace en un clima de escepticismo.

Un día estaba leyendo una historia: una madre le contaba una historia a su hija ‑la hija estaba inquieta, se estaba haciendo tarde, y la madre le estaba contando un cuento para que se durmiera‑. La madre dijo: "Había una princesa encantadora, muy bella ... y muy sabia, muy cariñosa. Toda la corte del rey la quería y respetaba. Era muy dulce, particularmente con los animales.

Un día se encontró con una rana en el jardín. Temió que alguien pudiera pisarla, así que se la llevó a su dormitorio. Y por la mañana tuvo una sorpresa: ¡la rana se había convertido en un apuesto príncipe! Y el príncipe pidió su mano en matrimonio‑‑‑.

En este punto del relato, la Madre miró a la hija y vio que ésta estaba totalmente escéptica.  Sus ojos, su expresión, su rostro ‑todo estaba diciendo, No, no lo puedo creer". Había incredulidad total en su rostro. Así que la madre dijo: "Qué ‑¿no lo crees?”.

La muchacha contestó, No .... ¡y apuesto a que la madre de la princesa tampoco!".

El clima de hoy es de escepticismo. Hasta un niño es receloso ‑duda, es escéptico. Antiguamente, hasta los viejos eran confiados; toda la atmósfera era de confianza, de fe. Era gente sana.

Obsérvate a ti mismo: cuando dudas, algo se encoge dentro de ti: te vuelves pequeño, diminuto. Te pones duro, muerto, y ya no fluyes ‑te quedas helado. Cuando surge la confianza, fluyes nuevamente. Los bloqueos se derriten y te expandes, te vuelves amplio. Cuando confías, alcanzas un clímax de estar vivo; y cuando dudas, caes hacia la muerte.

Es debido a que el hombre moderno carece de confianza que las drogas han empezado a tener tanto atractivo para él. No parece haber otra manera de sentir al ser y a la consciencia expandidos. Las drogas son métodos químicos para sentir, por unos momentos o por unas horas, una expansión de la consciencia. La confianza te da eso en forma fácil y gratuita. La confianza te lo da no por unos pocos momentos ‑se convierte en una cualidad eterna en ti. ¡Y la confianza no tiene efectos secundarios!

Si me preguntas, te lo diré: si quieres expansión de consciencia, la confianza es la única droga segura ‑y aquellos que nunca han conocido lo que es la expansión de la consciencia, aún no han vivido. La consciencia puede seguir y seguir expandiéndose, olas de felicidad yendo hacia los rincones mismos de la existencia, expandiéndose con la infinidad de la existencia. Cuando te expandes, te transformas en parte de lo absoluto; cuando te encoges, te conviertes en una isla.

Esas gentes eran realmente simples, confiadas:

Y Jesús, caminando por la ribera del mar de Galilea,

vio a dos hermanos:

Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano,

echando la red al mar, pues eran pescadores.

Y les dijo:

Seguidme, y os haré pescadores de hombres.

No hay nada extraño en que dijera esto. Lo extraño es:

Y al instante, ellos abandonaron sus redes

y te siguieron.

Tan profunda confianza. No dudaron ni siquiera por un instante, ni siquiera por un instante dijeron: "¿Qué quieres decir con pescadores de hombres?". Ni siquiera por un instante se les ocurrió preguntar: "¿Quién eres?, ¿Con qué autoridad hablas?". No. no era necesario, porque eran simples pescadores. Deben de haber mirado a Jesús; su sola presencia fue la autoridad.

Si tienes ojos de confianza, nadie te puede engañar. Te engañan debido a tu duda: y entonces crees que necesitas dudar más ‑de lo contrario, la gente te va a engañar aún más‑. Y entonces te engañan más, y se crea un círculo vicioso. Dudas para no ser engañado, pero eres engañado debido a tu duda.

Si confías, nadie te puede engañar. ¿Qué quiero decir cuando digo: si confías, nadie puede engañarte? ¿Acaso tu confianza va a evitar que alguien te engañe?

 

No; pero cuando confías, tienes ojos para ver: el engañador se revelará inmediatamente, quedará al descubierto.

Me gustaría que recordaras esto como un criterio: que un hombre que confía no puede ser engañado. Si es engañado, debe de tener dudas en su interior, porque sólo no puedes ver cuando los ojos están llenos de nubes de dudas. Cuando puedes ver y tu visión es clara, la sola presencia de la persona dice sí engaña o no.

Deben haberle mirado. El sol debe haber estado elevándose sobre el mar, estaban a punto de arrojar sus redes al mar. Debieron de volverse hacia este hombre: "¿Qué clase de hombre es este Jesús?".

En aquella mañana silenciosa debieron sentir la presencia de este hombre llamado Jesús. La presencia era la convicción; la presencia era la prueba. Se deshicieron de sus redes, siguieron a este hombre de inmediato. En un solo momento sus vidas se pusieron totalmente patas arriba. En un solo momento de visión fueron convertidos.

Jesús dice: "Vengan y síganme, y les haré pescadores de hombres. ¿Por cuánto tiempo seguirán arrojando las redes al mar? ¿Por cuánto tiempo seguirán pescando solamente peces? Les haré pescadores de hombres". Y así lo hizo.

Era casi increíble en aquellos días ‑es casi increíble ahora‑ cómo Jesús transformó a gente corriente en gente extraordinaria. Buda transformó a Mahakashyap, Sariputta, Modgalayan, Ananda; pero el mérito es más de Mahakashyap, Sariputta, Modgalayan y Ananda que de Buda, porque ellos eran seres extraordinarios. Si Mahavir transformó a Gautam y Sudharana, el mérito es más de los discípulos, pues eran seres extraordinarios.

Pero Jesús es tremendamente poderoso. Pedro ‑un pescador, ineducado‑ o Andrés o Mateo o Tomás o Juan: todos pobres, gente ineducada que se habría perdido en cualquier multitud y no habrías sido capaz de encontrarles. Eran sólo piedras, vulgares guijarros en el camino, y Jesús les transformó en Koh‑i‑noors.

Mahakashyap fue, en sí, un ser extraordinario; hay muchas posibilidades de que aún sin Buda se hubiera convertido en un Buda. Hubiera tomado un poco más de tiempo, se habría demorado un poco más, pero parece casi seguro que hubiera llegado a ser un Buda, aún sin la ayuda de Buda. Pero piensa en Simón, llamado Pedro, o en su hermano Andrés. Nadie puede concebir que sin Jesús hubieran llegado a convertirse en algo.

No sólo prometió: hizo el milagro. Seguidme, y os haré pescadores de hombres ‑y por cierto que son más los hombres que han sido cogidos en la red que Jesús ha tirado al mar de la humanidad que los cogidos por ninguna otra red. La mitad del mundo está cogida en la red. Todos los apóstoles, los doce apóstoles, eran gente muy corriente, ineducada, ordinaria, y sobre ellos él construyó toda la estructura.

Pedro, Simón llamado Pedro: Jesús le transformó en la roca misma sobre la cual se sostiene toda la Cristiandad. La palabra "Pedro" significa "roca". Sobre la roca de Pedro está apoyado todo el Cristianismo, y él le sostiene. Sí, Jesús les hizo pescadores de hombres ‑y no sólo pescadores de hombres. Les dio más que lo que les prometió: les hizo pescadores de Dios. Y al  instante, ellos abandonaron sus redes y le siguieron.

Cuando Mahakashyap llegó ante Buda, discutió. Cuando Mahakashyap llegó ante Buda, tenía cinco mil de sus propios discípulos, era un gran profesor por sí mismo. Cuando Sariputta llegó, tenía miles de discípulos propios, era un gran erudito. Durante años esperó y discutió. No eran hombres que confiaran, eran hombres de duda y escepticismo ‑con mentes muy educadas, mentes muy cultivadas; de alguna manera, genios.

Pero Jesús trabajó con barro corriente y lo transformó en oro. No puedes encontrar un alquimista más grande que Jesús. Y al instante, ellos abandonaron sus redes y le siguieron ‑éste es el milagro.

La gente fue ante Mahavir y discutió, la gente fue ante Buda y discutió, porque todo el continente de la India ha estado discutiendo durante milenios. Aquí la gente se ha entrenado; han nacido con filosofías. La gente viene a mí, gente muy corriente, pero nunca bajan del nivel de Brahma, lo supremo. Hablan del Brahma; ha llegado a ser parte de su sangre.

Pero Jesús trabajó con gente muy simple. Su sola presencia era la prueba. En la religión, la presencia es lo primero, la prueba es lo segundo. En la filosofía, la prueba es lo primero, la presencia es lo segundo. Saríputta abriría los ojos ante Buda solamente cuando Buda se hubiera probado a sí mismo, argumentando a su favor, cuando hubiera derrotado a Sariputta y a su mente totalmente. Entonces abriría los ojos. La prueba era lo primero, la presencia lo segundo.

Pero con Jesús y la gente con la que él trabajó ... ellos no eran teólogos, no eran filósofos, ni "argumentistas”, no. Eran gente simple, gente corriente de la naturaleza, tal como los árboles y las rocas y los ríos. Para ellos, la presencia es lo primero, la prueba viene más tarde. De hecho, la presencia es la prueba. Se enamoraron ‑es la única manera de expresarlo correctamente. Miraron a Jesús y se enamoraron. Cuando te enamoras, vas detrás. Entonces no hay cuestionamiento; simplemente sigues, porque tu corazón sabe más que lo que tu mente puede probar. Tu corazón ha sentido algo, algo del misterio, algo de Dios. Tu corazón ha sentido la presencia, algo que no es de esta tierra. Eso es suficiente. Has probado algo ... simplemente, vas detrás. Y al instante, ellos abandonaron sus redes y le siguieron.

Y recorría Jesús toda la Galilea, enseñando en sus sinagogas, . y predicando el evangelio del reino, y curando toda forma de enfermedad y toda forma de dolencia en la gente.

Esto tiene que ser entendido con una luz totalmente nueva ‑‑no de la manera en que los Cristianos lo han intentado, sino que con una luz totalmente nueva, la nueva luz que la ciencia moderna ha arrojado sobre el fenómeno de la enfermedad.

Una enfermedad, cualquier enfermedad, surge primero en lo profundo de la mente y después se moviliza hacia el cuerpo. Puede tomar largo tiempo el llegar al cuerpo, es una distancia larga. No estás consciente de ella cuando está en la mente; tomas consciencia de ella sólo cuando te golpea fuertemente las raíces del cuerpo. Siempre sientes la enfermedad en el cuerpo, pero siempre se origina en la mente.

Entonces no estás consciente de ella; por lo tanto, nada puedes hacer al respecto. Pero cuando llega al cuerpo ... naturalmente, empiezas a buscar un médico, alguna ayuda. El médico, viéndola en el cuerpo, comienza a tratarla en el cuerpo, Puede ser tratada en el cuerpo ‑pero entonces surgirá alguna otra enfermedad, porque el tratamiento no ha ido a la fuente misma. Has estado cambiando el efecto, pero no la causa.

Si puede ser modificada en la mente, la enfermedad desaparecerá del cuerpo de inmediato. Así es como la investigación moderna sobre hipnosis prueba que cada enfermedad ‑por lo menos al principio‑ puede ser transformada, cambiada, puede hacerse desaparecer, si la mente es modificada. Y viceversa también es verdad: la enfermedad también podrá crearse si la mente es convencida mediante hipnosis.

Hace sólo dos o tres días, alguien me envió un articulo profundamente significativo. Un hombre ‑‑un médico, un doctor de California‑ ha tratado a muchos pacientes de cáncer sólo mediante la imaginación. Esta es la primera pista para abrir la puerta ... y no un solo paciente: muchos.

Lo que hace es simplemente decirles que se lo imaginen ‑si tienen cáncer de garganta, les dice que se relajen y que se imaginen que toda la energía del cuerpo se mueve hacia la garganta, y que la glándula es atacada por su energía. Como flechas provenientes de todas partes ‑moviéndose hacia la garganta y atacando la enfermedad. En tres, cuatro o cinco semanas, la glándula simplemente desaparece sin dejar rastro. ¡Y se cree que el cáncer es incurable!

El cáncer es una enfermedad moderna, ha llegado debido al stress, la tensión y la ansiedad de la vida. De hecho, hasta ahora no ha habido cura para ello a través del cuerpo. Si el cáncer puede ser tratado a través de la mente, significa que todo puede ser tratado a través de la mente.

Los milagros de Jesús sucedieron porque la gente era muy confiada. Una vez ocurrió que él pasaba, y una mujer ‑una mujer muy pobre, temerosa y tímida, que no sabía si Jesús la iba a tratar o no, porque él siempre estaba rodeado por tanta gente‑ pensó para sus adentros: "Sólo toca la túnica de Jesús por detrás". Ella lo hizo así, y fue curada.

Jesús se volvió, y la mujer empezó a darle las gracias. Se postró a sus pies, muy agradecida. El dijo: "No me lo agradezcas, agradéceselo a Dios. Tu fe te ha curado, no yo".

El mundo tenia profunda confianza; la gente estaba enraizada en la fe. Entonces, sólo la idea: "Si Jesús toca mis ojos, éstos se curarán" ‑la sola idea se transforma en el motivo básico de la curación. No es que Jesús cure; si eres escéptico, Jesús no podrá ayudarte, no le será posible curarte.

Estaba leyendo una historia. Un día, Jesús estaba escapando de una ciudad. Un granjero que trabajaba en los campos le vio correr y le preguntó: "¿Qué te pasa? ¿ Dónde vas?".

Pero estaba tan apurado que no le respondió. Así que el granjero le siguió, le detuvo después de un rato y le dijo, "Por favor dime, estoy lleno de curiosidad. Si no me dices el motivo por el que corres,. me obsesionaré más y más. ¿Dónde vas? ¿De quién huyes?". Jesús contestó, "De un tonto".

El granjero comenzó a reír y dijo: "¿Qué estás diciendo? Sé muy bien que has curado a ciegos, que has curado a gente que estaba casi muerta. ¡He oído que has curado a gente ya muerta! ¿No puedes curar a un tonto?.

Jesús dijo: "No. Lo intenté sin éxito, porque es un tonto y no cree. He curado toda clase de enfermedades y nunca he fracasado, pero con este tonto he fallado. Me sigue y me dice: "Cúrame"; pero he probado todas las maneras que conozco y todas fallan. Por eso huyo de esta ciudad!".

Un tonto no puede ser curado ... y un tonto no puede ser hipnotizado. Corrientemente, entre la gente común, prevalece la idea de que la gente muy inteligente no puede ser hipnotizada. Esto es absolutamente falso. Únicamente los tontos no pueden ser hipnotizados, los idiotas no pueden ser hipnotizados, la gente loca no puede ser hipnotizada. Cuanto mayor sea la inteligencia, más posibilidades habrán de que la hipnosis tenga un efecto profundo ‑porque con la hipnosis tu confianza es necesaria: el primer requisito es tu confianza. El primer requisito es tu cooperación; y un idiota, un loco, no puede cooperar y no puede confiar.

Jesús podía hacer milagros. Esos milagros eran simples; sucedieron porque la gente era confiada. Si puedes confiar, la mente empieza a funcionar desde adentro, se extiende al cuerpo y cambia todo. Pero si no puedes confiar, nada podrá ayudarte.

Incluso la medicina ordinaria te ayuda porque confías en ella. Se ha observado que siempre que se inventa una nueva medicina, ésta funciona muy bien durante seis meses a dos años ‑‑la gente es afectada por ella pero después de seis meses, ocho meses, diez meses, no funciona tan bien. Los médicos se han preocupado ‑¿qué ocurre?

Cuando una nueva medicina es inventada, crees en ella más que en la vieja medicina. Ahora sabes que la panacea está ahí, " y me curaré con ella". ¡Y te curas! La confianza en una nueva medicina, un nuevo descubrimiento, ayuda. Hablan ‑de ella en la televisión, en la radio, en los periódicos, y existe un clima de confianza y esperanza. Pero después de pocos meses, cuando mucha gente la ha tomado ‑y algunos tontos también la han tomado, lo que no puede evitarse‑ entonces surge una sospecha, porque este hombre ha tomado la medicina y no le ha hecho nada. Estos tontos crean entonces una atmósfera contraria, y después de un tiempo la medicina pierde su efecto.

Aún más que la medicina, el médico ayuda si confías en él. ¿Has observado que cuando estás enfermo y viene el médico ... si confías en él, te sentirás aliviado sólo porque vino? Hasta ese momento, no te ha dado ninguna medicina. Sólo ha estado examinando tu cuerpo ‑la presión sanguínea, esto y aquello‑ y ya sientes que el cincuenta por ciento de la enfermedad ha desaparecido. Ha aparecido un hombre en quien puedes confiar. Ahora ya no es necesario que tú mismo lleves el peso. Puedes dárselo a él, y él sabrá qué hacer. Pero si no confías en el médico, él no puede hacer nada.

En medicina, llaman "placebo" a una medicina falsa. Es sólo agua ‑o algo que no tiene nada que ver con la enfermedad‑‑‑ pero si te es dada por un médico en quien confías, te ayudará tanto como la medicina real; no habrá diferencia. La mente es más poderosa que la materia; la mente es mas poderosa que el cuerpo.

Y recorría Jesús toda la Galilea,

enseñando en sus sinagogas

y predicando el evangelio del reino,

y curando toda forma de enfermedad

y toda forma de dolencia en la gente.

Y su renombre se extendió por toda Siria

y le trajeron a todos los enfermos

que estuviesen aquejados

de diferentes males y tormentos,

y los que estaban endemoniados,

y los que eran lunáticos

y los que eran paralíticos:

y los curó.

Y le seguían grandes muchedumbres de gentes

de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea

y de allende el Jordán.

Jesús era más un curador que un profesor. Un curador ‑‑no sólo del cuerpo, no sólo de la mente, sino también del alma‑. El era un médico, un médico del alma. Eso es lo que todo Maestro tiene que ser.

En tu interior, estás dividido, estás fragmentado, no estás entero. Sí te completas estarás curado. Si las tensiones por el futuro y las tensiones acumuladas del pasado desaparecen de tu interior, estarás curado, tus heridas desaparecerán. Si puedes estar en el presente, estarás entero, completamente vivo, absolutamente vivo, y un profundo deleite te inundará.

Jesús no es un filósofo que enseñe algún dogma a la gente. El es un médico, no un filósofo. Está tratando de enseñar confianza, y si la confianza sucede, todo llega a ser posible. El dice una y otra vez: "Si tienes fe, la fe puede mover montañas". Puede que no se trate de las montañas que existen fuera, sino que de las montañas de la ignorancia, las montañas de la fealdad, las montañas de la inconsciencia que existen en tu interior. El no tiene un credo, un dogma. Más bien, está liberando a través de sí una fuerza curativa. Todo su esfuerzo consiste en ayudarte a retornar a Dios. Por eso dijo: "No me lo agradezcas a mí. Agradéceselo a Dios".

Y entonces, también dice: "Tu fe te ha curado". Ni siquiera Dios puede curarte ‑sólo tu fe. Su insistencia está en la fe. Y recuerda la distinción entre creencia y fe: la creencia es en una idea, la fe está en la realidad total, la fe es una reverencia por lo absoluto. La creencia es de la mente; la fe es de tu totalidad.

Cuando crees en Dios, crees en el Dios de los filósofos. Cuando crees en Dios, Dios se vuelve una idea, una doctrina. Puede ser probado o refutado, y eso no te transformará. Pero si tienes fe, ésta ya te ha transformado. No diré que te transformará. Si tienes fe, ésta ya te ha transformado.

La fe no conoce el futuro, es efectiva de inmediato. Pero la fe no es de la cabeza. Cuando tienes fe, la tienes en tu sangre, en tus huesos, en tu médula, en tu corazón. En todo tu ser tienes fe. Un hombre de fe es un hombre de Dios.

Todo el esfuerzo de Jesús está en cómo traerte de vuelta a casa. Sí, Dios está gritando a través de él: " ¡ Entróname! ". Si tienes fe, te abrirás: y Dios será entronado en ti. Esa es la única manera de ser extático. A menos que Dios sea entronizado en ti, seguirás siendo un mendigo, seguirás siendo pobre, seguirás enfermo. Nunca estarás completo y sano, y nunca conocerás el éxtasis de la existencia. Nunca te será posible bailar, reír y cantar, y sólo ser.

Sólo si Dios es entronado en ti ‑eso quiere decir: si tú eres destronado y Dios es entronado. Así que está ésta elección, la más grande elección con que nunca se encuentra el hombre: continuar tú mismo ocupando el trono ... o destronarte a ti mismo y permitir que Dios entre.

 

 


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