Este es un problema complejo, multidimensional, pero pueden abordarse
algunos puntos básicos. Uno: una sociedad adecuada
es posible sólo si los niños no son educados en el antagonismo,
la dicotomía entre el cuerpo y la conciencia. Lo primero es
que no deben ser educados en base a esto. No se les debe decir a los niños,
«Tú vives en el cuerpo». No se les debe decir, «Tú
posees el cuerpo». Se les debe decir, «Tú eres el cuerpo».
Y cuando digo que se les debe decir, «Tú eres el cuerpo,»
no me refiero a una concepción materialista. Realmente, un ser espiritual
sólo puede nacer de esto. La unidad no debe ser alterada.
El niño nace como unidad, pero lo escindimos en dos. La
primera separación se da entre el cuerpo y la conciencia. Sembra-mos
las semillas de la esquizofrenia. Nunca seremos ya capaces de recobrar
fácilmente la unidad perdida. Cuanto más crezca, más
crecerá la separación y una persona con la separación
entre él mismo y su cuerpo es una persona que no es normal. Cuanto
mayor sea la distancia, más loco estará, porque, de nuevo,
cuerpo y mente son una falacia lingüística. Somos psicosomáticos:
cuerpo-mente simultáneamente. No es posible separarlos. No son dos,
son una sola onda.
De modo que para una sociedad sana lo primero es no crear mentes
esquizofrénicas, no crear mentes divididas, porque la primera división
se da entre mente y cuerpo y luego le siguen las demás. Ya has tomado
un camino para dividir. La mente será dividida luego y el cuerpo
también será dividido.
Este es un hecho extraño. Me pregunto si tú percibes
que estás dividido en consciencia y cuerpo. Más tarde, se
divide al cuerpo en superior e inferior, y el inferior es malo y
el superior es bueno. ¿En dónde empieza el superior y en
dónde comienza el inferior? Nunca nos sentimos cómodos con
nuestro cuerpo inferior. ¡Nunca! Por eso es por lo que existe tanta
tontería con las ropas. ¡Tanta tontería! No podemos
ir desnudos. ¿Por qué? Porque en el instante en que vas desnudo
tu cuerpo es uno. Tenemos dos clases de ropas, unas para la zona inferior
y otras para la parte superior. Esta división en los vestidos
se halla conectada básicamente con la división del cuerpo.
Si estás desnudo, ¿Qué es lo inferior y qué
es lo superior? ¿Y cómo divides? ¡Si eres uno!
Aquellos que dividen al hombre no están preparados para
que el hombre se encuentre cómodo en su desnudez. Y esto es sólo
un comienzo porque hay más desnudez por dentro. Si no estás
dispuesto a desnudar tu cuerpo exterior, a ser auténtico, no serás
nunca auténtico con otras capas más profundas. ¿Cómo
vas a serlo? Si no puedes enfrentarte con tu desnudez corporal, ¿cómo
puedes encarar tu consciencia desnuda?
Este ropaje no es sólo ropaje. Sustenta una filosofía,
una filosofía muy insana. Así el cuerpo es dividido, luego
la mente es dividida, luego lo consciente, lo inconsciente, lo subconsciente,
y las divisiones siguen surgiendo. En un principio el niño nace
como una unidad, y el mismo niño muere como una multitud, ¡Cómo
una multitud! ¡Absolutamente una casa de locos! Todo el mundo ha
sido dividido y entre esas divisiones hay un conflicto constante, una lucha
y la energía es así disipada. Y en verdad nunca mueres: te
matas a ti mismo. Todos nosotros estamos suicidándonos, porque está
disipación de energía es suicidio. Es muy raro que una persona
muera. ¡Muy raro! Todo el mundo se mata a sí mismo, se envenena.
Los métodos difieren, los trucos para matarse a uno mismo varían,
pero el comienzo es siempre la división.
Por eso una buena sociedad, una sociedad moral, una sociedad
religiosa, no permitirá que sus hijos sean divididos. Pero, ¿cómo
creamos una división? ¿Cómo empezamos? ¿Cuándo
empieza el proceso de división?
Los psicólogos son ahora totalmente conscientes de que
en el instante en que el niño se acaricia sus genitales, sus órganos
sexuales, la división da comienzo. En el instante en que el niño
se toca, en que se acaricia sus órganos sexuales, la sociedad al
completo se percata de que algo que está mal va a suceder. Los padres,
el padre y la madre, los hermanos, toda la familia, todos comienzan a ser
conscientes de ello. En sus ojos, en sus gestos, con sus gesticulaciones,
todos afirman, «No, no te toques».
El niño no es capaz de entender esto. El o ella son una
unidad. No puede concebir el porqué no puede acariciar su cuerpo.
¿Qué hay de malo en ello? No sabe que el hombre ha nacido
en el pecado. No sabe de Biblias, no sabe de religiones, no sabe de maestros,
de profesores de moral, no sabe de mahatmas. No puede percibir el porqué
una parte del cuerpo debe ser evitada.
El problema se magnifica porque los órganos sexuales son
la parte más sensitiva del cuerpo y la más placentera. Acariciarlos
es la primera experiencia placentera para el niño, la primera expe-riencia
de su propio cuerpo: que el cuerpo es capaz de proporcionar placer, que
el cuerpo es placentero, que el cuerpo tiene un valor. Los psicólogos
dicen ahora que hasta un niño de tres meses es capaz de crear un
orgasmo; el más profundo. Puede sentir sus órganos sexuales
en su clímax, y todo su cuerpo comienza a vibrar. Esta es la primera
experiencia de su cuerpo, pero acaba por ser envenenada porque sus padres
no la toleran. ¿Por qué no pueden tolerarla? Porque a ellos
no se la toleraron. No hay ninguna razón para ello. Sólo
porqué a ellos no les fue permitido.
Con esto. el cuerpo es escindido y la mente y el cuerpo son divididos.
El niño se vuelve temeroso, asustado y nace la culpa. El los acariciará,
pero ha de esconderlo. Hemos hecho del chiquillo un criminal. Lo hará
porqué es natural, pero se sentirá atemorizado por si alguien
está o no está mirando, por si la mamá está
o no está presente. Si no hay nadie los acariciará, pero
ahora este tocar no le causará el mismo placer que le podía
haber propor-cionado, porque la culpa está presente. ¡El está
asustado! ¡Está temeroso!
Este miedo continúa durante toda su vida. Nadie está
cómodo con su experiencia sexual. El miedo continúa. Se sumergirá
muchas, muchas veces en la experiencia sexual, pero nunca percibirá
su plenitud ni su profundo éxtasis. Nunca lo sentirá, se
ha vuelto algo imposible. Habéis envenenado la misma raíz
y él se sentirá culpable.
Nos sentimos culpables debido al sexo; somos pecadores debido
al sexo. Habéis creado vosotros mismos la división, la división
fundamental que consiste en que en el cuerpo, has de escoger: unas partes
son buenas y otras son malas. ¡Qué tontería! O todo
el cuerpo es bueno o todo es malo, porque no hay nada que esté separado
en el cuerpo. La misma sangre circula por todo el cuerpo; el mismo sistema
nervioso está presente. Todo es uno por dentro, pero para el niño
ahora hay una división. Y otra cosa: habéis envenenado su
primer gozo. A partir de ahora nunca será dichoso.
La gente acude diariamente a mí y yo sé que su
problema fundamental no es la meditación; su problema básico
no es la religión. Su problema básico es el sexo. Y me siento
impotente para ayudarles, porque si en verdad deseo ayudarles, no acudirán
a mí de nuevo. Se asustarán de mí porque en realidad
están asustados del sexo. ¡De modo que no se debe hablar de
sexo! Habla sobre Dios, habla sobre lo que sea, pero nunca hables de sexo.
¡Y su problema no es, para nada, Dios! Si el problema fuera Dios,
podrían ser ayudados fácilmente, pero Dios no es el problema.
Su problema fundamental sigue siendo el sexo. Y son incapaces de disfrutar
de algo porque no pueden disfrutar del primer regalo que la naturaleza,
que la fuerzas Divinas, les han entregado. No tienen el primer regalo de
felicidad, de modo que no pueden disfrutar.
He percibido en innumerables ocasiones que la persona que no
es capaz de disfrutar del sexo no puede penetrar en lo profundo de la meditación,
pues siempre que aparece la felicidad se asusta. La asociación es
profunda. Así has creado una barrera. Y ahora él dividirá
también a la mente, porque él no es capaz de aceptar la parte
sexual de la mente. El sexo es cuerpo y mente. ¡Todo es ambas cosas!
En ti, todas las cosas incluyen ambos aspectos. Recuérdalo constantemente.
El sexo es ambas cosas, mente y cuerpo, de modo que si la parte mental
del sexo ha de ser eliminada, esta parte suprimida entrará a formar
parte del incons-ciente. Las fuerzas, los pensamientos, las prédicas
moralizadoras que la suprimen, formarán el subconsciente. Una muy
pequeña parte de la mente, la cual es consciente, permanecerá
a tu alcance. Es útil para la rutina diaria, para nada más.
No es útil para vivir en profundidad. Puedes existir; eso es todo.
Puedes vegetar, puedes ganar dinero, puedes construir una casa, un modo
de vivir, pero no puedes saber lo que es la vida porque, de la totalidad
de la mente, nueve partes de diez son negadas. Nunca puedes ser completo,
y sólo un completo total es santo. A menos que estés completo,
nunca podrás ser santo. ( * N. del T. juego de palabras en
inglés entre «whole» = total y «holy»
= santo)
Por eso lo primero, lo más elemental que debe hacerse
para crear una nueva sociedad, una sociedad religiosa, es no crear división.
Este es el mayor pecado: el crear división. Dejemos que el niño
crezca como una unidad. Dejemos que crezca como unidad, a gusto con todo
lo que forma parte de él, y cuanto antes sea capaz de trascenderlo
todo, antes será capaz de trascender el sexo, antes será
capaz de trascender la naturaleza instintiva. Pero será capaz de
trascenderlos como unidad, nunca como división. Esta es la clave.
Podrá trascenderlos porque será tan completo, tan poderoso,
tan indivisamente uno, que podrá trascender cualquier cosa.
Podrá desprenderse de todo aquello que se convierta en
una molestia. De todo lo que se convierta en obsesión, podrá
desprenderse. El será fuerte, uno. Suya será una gran energía
sin dividir, ¡Podrá cambiarlo todo! Pero un niño dividido
no es capaz de hacer nada. En realidad, en un niño dividido, la
mente consciente es una parte menor, y el inconsciente es la mayor. Durante
toda su vida un niño dividido lucha contra una gran energía
utilizando una menor. Está condenado a ser derrotado siempre. Y
luego se sentirá frustrado. Y luego dirá, «De acuerdo,
este mundo es sólo miseria».
Este mundo no es una miseria, ¡recuérdalo bien!
Tú estás dividido, y así creas la miseria de este
mundo. Luchas contigo mismo y así te vuelves miserable.
Por eso lo primero es: no crear divisiones. Deja que el niño
crezca como una unidad. Y lo segundo: deja que el niño sea educado
para tener actitudes flexibles más que actitudes fijas. Flexibilidad.
¿Qué quiero decir cuando digo flexibilidad? No le eduques
en compartimentos estancos, fijos. Nunca le digas que esto es malo o que
esto es bueno, porque la vida es un fluir. Lo que es bueno ahora puede
ser malo en el momento siguiente, y lo que es malo en esta situación
puede ser bueno en otra.
Educa al niño para ser más consciente, para que
descubra qué es lo más oportuno. ¡Nunca etiquetes!
Nunca afirmes que un musulmán es malo por ser musulmán ni
que un hindú es bueno por ser hindú. No afirmes cosas así
porque lo malo y lo bueno no son algo predeterminado. No impartas actitudes
fijas. Edúcalo para que sea más consciente, para que descubra
quién es bueno y quién es malo. Pero esto es muy difícil,
y el etiquetar es fácil. Vives en divisiones etiquetadas y clasificadas.
Colocas algo en una categoría, «De acuerdo. Es hindú.
Es bueno o es malo. Es musulmán; y es bueno o es malo». El
tema se decide sin atender al individuo. La etiqueta decide. No impartas
actitudes fijas; im-parte consciencia flexible. No digas esto es malo;
no digas esto es bueno. Di tan sólo que uno ha de ir descubriendo
cons-tantemente qué es lo bueno y qué es lo malo. Educa a
la mente para indagar, para investigar.
Esta flexibilidad de actitud tiene muchas dimensiones. No fijes
al niño en actitudes monógamas. No le digas al niño,
«Quiéreme porque soy tu madre». Puede que esto cree
una incapacidad en el niño y que luego no sea capaz de dar amor
a nadie más. Y así ocurre que esos niños crecidos-
les llamaremos así: niños crecidos- continúan estando
condicionados. De modo que no eres capaz de amar a tu esposa porque en
lo más profundo de ti sólo amas a tu madre. Pero tu esposa
no es tu madre, ni tu madre es tu esposa, así que sigues condicionado:
una fijación materna. ¡Sigues aferrado a ella!
Sigues esperando cosas de tu esposa como si ella fuera tu madre. Sin ser
consciente. Si no se comporta como una madre, no te sientes a gusto. Y
el problema se complica. Si ella empieza a comportarse como una madre,
tampoco entonces estás cómodo porque debería comportarse
como tu esposa.
Una madre nunca debería decir, «Quiéreme
porque soy tu madre». Debería tratar de que su niño
amará a más personas. Cuanto más polígamo sea
el niño, más abundante será su vida. Nunca se sentirá
atado. Vaya donde vaya será capaz de amar. A cualquiera
con el que entre en contacto, será capaz de amarle. No le digas
que hay que amar a la madre, ni que hay que amar a la hermana, ni que hay
que amar al hermano. No le digas, «Este es un extraño, no
tienes porque amarle. No pertenece a nuestra familia, no pertenece a nuestra
religión, no pertenece a nuestro país, de modo que no le
quieras». Estás mutilando al niño. Dile, «El
amor es una bendición, ¡sigue amando! Cuanto más ames,
más crecerás». Una persona que ama más, más
se enriquece.
Somos unos miserables. Todos somos unos miserables porque somos
incapaces de amar. Esto es un hecho: cuantas más personas ames,
más serás capaz de amar a cualquiera. Si amas a una sola
persona, en último término no serás capaz de amar
ni siquiera a ésta, porque tu capacidad de amar irá menguando
tanto que se congelará. Es como si cortamos todas las raíces
de un árbol y le dejamos una sola. Si le dices al árbol,
«Te dejaremos una sola raíz para que la ames. Que sea tu único
amor. Obtenlo todo de esta única raíz»., el árbol
se morirá.
Hemos creado una mente monógama, incapaz de amar. Por
eso es por lo que hay tantas guerras, tanta crueldad, tanta violencia,
en nombre de tantas y tantas cosas: de la religión, de la política,
de las ideologías. Cualquier tontería te vale con tal de
que encuentres algo con lo que sentirte violento. Y observa como la gente
se agudiza: sus ojos centellean cuando hay guerra, cuando todos se liberan
del tabú de no matar. Entonces puedes matar a quien quieras. Por
eso es por lo que sientes más alegría cuando matas a alguien;
nunca sientes alegría cuando amas.
Ve y observa cuan dichosos se sienten en Bangladesh. Ve y observa
en cualquier sitio en que haya muerte: observa la dicha. Y cuando
no hay muerte, observa la languidez, la inercia, las miradas sin brillo.
Nadie se siente a gusto; la vida carece de sentido. Crea una situación
para que alguien mate a alguien y todo el mundo cobrará vida. ¿Por
qué? Hemos atrofiado la capacidad de amar, y un niño es capaz
de amar a quien sea. Un niño nace para amar al mundo entero, un
niño nace para amarlo todo, un niño nace para amar a todo
el universo, con tal capacidad para amar que si tú la estrangulas,
desde ese mismo instante el niño comienza a morir.
Pero, ¿por qué este monopolio? ¿Por qué
esta actitud posesiva? Es un círculo vicioso. La madre no se siente
completa en sí misma. No ha amado, no ha sido amada, de modo que
se vuelve posesiva con su niño. Debe conseguir al menos que
el amor del crío se vuelque totalmente en ella. No debe dirigirse
a nadie más. Debe destruir todas las posibles raíces.
El niño le debe pertenecer totalmente. Esto es violencia, esto no
es amor. Y los psicólogos dicen que los siete años primeros
son los más fundamentales. Una vez se ha hecho algo, es imposible
el deshacerlo, es realmente imposible el deshacerlo porque se ha tornado
una estructura básica, el cimiento del niño. El lo cons-truirá
todo basado en esta estructura: esta estructura se convertirá en
el fundamento de su vida. Por eso, permite a todo el mundo que se vuelva
no-posesivo, que ame más, sin condición, sin reserva.
Esto no implica que porque alguien sea digno de amor tengas que
amarlo. Más bien, el énfasis debería estar en ser
tú más amoroso. El amor en sí mismo es bello y altamente
gratificante. Ama pues, sientas lo que sientas; sientas dónde
sientas, ama. Esta fluidez del amor te hará consciente de una vida
más vasta, y esa vida más amplia te conduce a lo Divino.
El amor es la base de la oración. A menos que hayas amado,
y amado en abundancia, ¿cómo puedes orar? ¿Cómo
te puedes sentir agradecido? ¿De qué puedes sentirte agradecido?
¿Qué puede haber por lo que te sientas agradecido? Si no
has amado, ¿de qué puedes sentirte agradecido a Dios? Por
lo tanto, la vida es el comienzo, el amor es la culminación. Y si
has amado, repentinamente serás consciente de un universo pleno
de amor. Si no has amado, todo es odio, celos. Pero hasta ahora nuestro
hincapié ha estado en que tú debes recibir amor. Y todo el
mundo se siente frustrado cuando no recibe amor, y nadie se siente frustrado
cuando no da amor. El énfasis verdadero debería ser:
«da» amor; no, «quiero» amor. Todos intentan conseguir
el amor de alguien. No puede ser arrebatado. Sólo puedes darlo.
Sólo puedes continuar repartiéndolo. Y la vida no es indiferente.
Si das, la vida devuelve el uno por mil. Pero no debes preocuparte
de la devolución, debes seguir dando.
Todo niño debería ser educado más
en el amor y saber menos de matemáticas, de cálculo, de geografía,
de historia. Debería ser educado más para amar, porque la
geografía no va a ser la culminación, ni las matemáticas
van a ser la culminación, ni el saber historia, ni tecnología.
Nada es comparable al amor. El amor será la culminación.
Y si te pierdes el amor y todo lo demás está presente, te
sentirás como un desecho vacío, sólo vacuidad. Y luego
surgirá la ansiedad.
Por eso en segundo lugar te digo: el amor debe ser profundamente
enraizado. No se debería obviar ningún esfuerzo que
pudiera conducir a que un niño fuera más amoroso. Pero nuestra
estructura no lo permite porque estamos asustados. Si una persona comenzase
a amar más, ¿qué ocurriría con el matrimonio?
¿Qué sucedería con esto y aquello? Nos sentimos preocupados.
En realidad nunca pensamos qué es lo que sucede al casarnos. ¿Qué
es lo que es el matrimonio en la actualidad y qué es lo que ha sido
desde siempre? Tan sólo un doloroso sufrir, un largo sufrir
con caras sonrientes. Ha demostrado ser simplemente una desgracia. A lo
más, una conveniencia.
Cuando digo esto no quiero decir que si eres capaz de amar a
más gente, no te cases. Por lo que a mí concierne, una persona
que es capaz de amar más, no se casará sólo por amor.
Se casará por cosas más profundas. Por favor, entiéndeme:
si una persona ama a muchos, no hay razón para que se case con alguien
sólo por amor, porque es capaz de amar a muchos sin casarse, de
modo que ésta no es la razón. Hemos forzado a que todo el
mundo se case debido al amor. debido a que no puedes amar fuera del matri-monio,
hemos forzado innecesariamente al amor y al matrimonio a ir de la mano.
Innecesariamente. El matrimonio es para cosas más profundas, más
profundas todavía: para la intimidad, para un objetivo común
, para desarrollar cosas que no pueden ser hechas en solitario, que deben
realizarse juntos, que necesitan del estar estrechamente unidos, de una
intimidad profunda. Debido a esta sociedad privada de amor, nos casamos
por amor romántico.
El amor nunca puede ser una gran base para el matrimonio porque
el amor es alegría y juego. Si te casas con alguien por amor, te
sentirás frustrado porque pronto la alegría se evapora, la
novedad desaparece y surge el aburrimiento. El matrimonio es para una íntima
amistad, una profunda intimidad. El amor está implícito,
pero no es lo único. Así que el matrimonio es algo espiritual,
¡algo espiritual! Hay muchas cosas que nunca puedes desarrollar en
solitario. Incluso tu crecimiento necesita de alguien con el que complementar,
alguien tan íntimo que te puedas abrir totalmente a él o
ella.
El matrimonio no es en ningún modo sexual. Lo hemos forzado
a ser sexual. Puede que el sexo esté presente o puede que no lo
esté. El matrimonio es una profunda comunión espiritual.
Y si esta clase de matrimonio se da, alumbra almas muy diferentes, almas
cualitativamente muy diferentes. Cuando un niño nace de esta intimidad,
puede tener una base espiritual. Pero nuestros matrimonios son únicamente
sexuales, sólo un compromiso sexual. Y de este acuerdo, ¿qué
es lo que puede nacer? O bien nuestros matrimonios son acuerdos sexuales
o se deben a un amor romántico momentáneo.
En realidad, el amor romántico está enfermo. Debido
a que no puedes amar a muchos vas acumulando la capacidad de amar. Luego
te sientes inundado por ella. Entonces, cuando encuentras a alguien y tienes
la oportunidad, este desbordamiento de amor es proyectado. Por eso una
mujer corriente se torna como un ángel y un hombre normal se vuelve
divino, parece divino, como un dios. Pero cuando el desbordamiento desaparece
y vuelves a la normalidad, ves que has sido engañado. El es sólo
un hombre corriente y ella es sólo una mujer corriente.
Esta locura romántica es creada por nuestro condicionamiento
monógamo. Si a una persona se le permite amar, nunca acumulará
tensiones que puedan ser proyectadas. Así que el romance sólo
es posible en una sociedad muy enferma. En realidad, en una sociedad sana
no habría romances: habría amor, pero no romance. Y si no
hay romance, entonces el matrimonio se dará en un nivel más
profundo y nunca será frustrante. Y si el matrimonio se da en función
no sólo del amor sino de una íntima proximidad, en función
de una relación de «yo-y-tú» de modo que ambos
puedan crecer, no como «yo» y como «tú»
sino como «nosotros», entonces el matrimonio es un verdadero
entrenamiento para la ausencia de ego. Pero desconocemos totalmente esta
clase de matrimonio. Todo lo que conocemos es fealdad; sólo rostros
maquillados y por dentro todo muerto.
Y por último: un niño debe ser educado positivamente,
nunca negativamente. Se debe dar un énfasis positivo en todo; sólo
entonces puede un niño crecer y volverse un individuo. ¿Qué
es lo qué quiero decir con «énfasis positivo»?
Nuestro énfasis es siempre negativo. Digo, «Soy capaz de amar
a alguien, pero no puedo amar a todo el mundo». Este es un condicionamiento
negativo. Por el contrario debería ser capaz de decir, «Soy
capaz de amar a todo el mundo, no sólo a éste». La
capacidad de amar debería de extenderse a muchos. Desde luego que
habrá individuos a los que no podrás amar, así que
no te fuerces a amarlos. Pero tu énfasis actual está en «Sólo
puedo amar a uno». Manju dice, «Sólo amo a Laila. No
puedo amar a nadie más». Esto es negativo. Se niega al resto
del mundo. Una actitud positiva debería ser ésta, «En
verdad no puedo amar a esta mujer, pero puedo amar al mundo entero».
Piensa siempre más positivamente en todos los ámbitos.
Si soy negativo en mis actitudes, estaré rodeado por mis propias
negatividades. Por todo veo negaciones, «Este hombre no es bueno
porque miente». Pero aunque mienta, no es sólo mentiras. Es
más que eso. ¿Por qué no atiendes a la parte mayor?
¿Por qué enfatizas especialmente las mentiras? Y decimos,
«Ese es un ladrón», pero aunque un hombre sea un ladrón,
es más que eso. Incluso un ladrón puede tener cualidades
positivas y, en realidad, las tiene, porque sin cualidades positivas no
puedes ser ni un ladrón. De modo qué, ¿porqué
no enfatizas sus cualidades positivas?
Un ladrón es valiente, ¿por qué no resaltas
su coraje? ¿Por qué no aprecias su valor? Incluso uno que
miente es inteligente, porque no puedes mentir si no eres inteligente.
Las mentiras requieren de una penetrante inteligencia, de la cual la verdad
carece. Puedes ser un idiota y decir la verdad, pero para decir mentiras
requieres inteligencia, agudeza y un más amplio rango de consciencia
porque si dices una mentira tendrás que decir cientos, y tendrás
que recordarlas a todas. Así qué, ¿porqué no
resaltar las cualidades positivas? ¿Por qué enfatizamos las
negativas?
Pero nuestra sociedad ha creado mentes negativas. Y puedes hallar
lo negativo en cualquiera. Ha de estar ahí porque la vida no puede
existir sólo con lo positivo. Se necesita lo negativo: para equilibrar.
Por eso existe lo negativo y si educas a los niños en lo negativo
vivirán toda su vida en un universo negativo. Todo el mundo será
malo y cuando todo el mundo es malo te empiezas a volver egoísta:
sólo tú eres bueno.
Educamos a nuestros niños para que encuentren faltas en
todo. Así empiezan a ser «buenos». Los forzamos a ser
buenos, y entonces perciben a todos como malos. Pero, ¿cómo
puede ser alguien bueno en un mundo malo? No es posible. Solamente puedes
ser bueno en un mundo bueno. Una sociedad buena sólo puede surgir
de la positividad de la mente. Así que , saca a relucir lo más
positivo de tu mente.Y aunque haya siempre algo negativo, intenta siempre
ver algo positivo en ello: ha de estar presente. Y si un niño se
vuelve capaz de ver lo positivo incluso en lo negativo, le has dado algo.
Será feliz. Si le das una mente negativa y se vuelve capaz de encontrar
lo negativo en todo lo positivo, creas el infierno para él. Toda
su vida se la va a pasar en el infierno.
El cielo es vivir en un mundo positivo; el infierno es vivir
en un mundo negativo. La Tierra entera se ha vuelto un infierno debido
a las mentes negativas. La madre no es capaz de decir al niño, «Esa
mujer es guapa». ¿Cómo le va a decir esto? Sólo
ella es hermosa, nadie más. Un esposo no le puede decir a su mujer,
«¡Mira! ¡Qué guapa es esa mujer que pasa por la
calle!» ¡No puede decírselo! Lo dice, pero por dentro.
Y si la esposa está con él, él está incluso
asustado de pensarlo por sus adentros. Un esposo que se pasea con su esposa
está asustado de mirar aquí y allá. No es capaz de
mirar. Por eso es por lo que nunca quiere ir con su mujer. Es un infierno.
Pero, ¿por qué? Si alguien es guapo ¿por qué
no decirlo?
Una madre no es capaz de escuchar a su hijo mientras dice que
otra es guapa. Intentará hacerle sentir que sólo ella es
guapa y que el resto del mundo es feo. Y en último término,
el niño descubrirá que su madre es la más fea porque,
¿cómo puedes crear belleza en un mundo feo? De modo que el
padre le va entrenando, un profesor le sigue diciendo, «Sólo
yo soy el que poseo la verdad».
Alguien estuvo aquí durante dos días y me dijo,
«Deseo escucharte, pero mi Gurú me dice, «Esto es pecado.
Me perte-neces, ¿cómo puedes ser seguidora de otro? Y si
yo te puedo transmitir la Verdad, ¿para que necesitas a otro?»
Más pronto o más tarde este Gurú dejará de
ser un Gurú, no puede permanecer como Maestro, porque está
enseñando negatividad. Y esta nega-tividad va a recaer sobre él
en último término.
En el zen, los Maestros envían a sus discípulos
a sus opo-nentes. Algunos se quedan con un Maestro durante un año,
y cuando está preparado el Maestro le dice, «Ahora ve a mi
oponente, porque yo te he dicho una parte. El puede entregarte el resto.
Así que ve».
Este Maestro siempre será recordado como un Maestro, nunca
podrás perderle el respeto. ¿Cómo vas a ser irrespetuoso
con él? Te envía a su oponente sólo para que descubras
la otra parte: «Te he dicho una parte, pero no es todo». Y
nadie puede decírtelo todo, ¿mmm? Porque el todo es inmenso.
Crea pues una actitud positiva, y un mundo mejor surgirá
de ella. Pero esto es sólo una aproximación. Es un tema muy
com-plejo. De modo que en alguna otra ocasión lo discutiremos
más ampliamente.
Osho, LA ALQUIMIA SUPREMA VOL I