OMAR KHAYYAM:
LAS RUBAIYAT (extracto)
Más allá de los límites de la Tierra,
más allá del límite Infinito,
buscaba yo el Cielo y el Infierno.
Pero una voz severa me advirtió: "El Cielo y el Infierno están en ti."
Tuve grandes maestros. Llegué a estar orgulloso de mis progresos.
Cuando recuerdo que fui sabio,
me comparo a ese líquido que llena el vaso y toma su forma,
y a ese humo que el viento desvanece.
Convéncete bien de esto:
un día, tu alma dejará el cuerpo
y serás arrastrado tras un velo fluctuante entre el mundo y lo incognoscible.
Mientras esperas, ¡se feliz! No sabes cuál es tu origen e ignoras cuál es tu destino.
Bebedor, jarro inmenso, ignoro quien te formó
Sólo sé que eres capaz de contener tres medidas de vino y que la muerte te quebrará un día.
Entonces dejaré de preguntarme por qué has sido creado.,
por qué has sido dichoso y por qué no eres más que polvo.
¿Cuándo nací? ¿Cuándo moriré?
Nadie puede evocar el día de su nacimiento ni señalar el día de su muerte.
¡Ven a mí, ángel amada!
Quiero pedir a la embriaguez olvidar que nunca sabemos nada.
¡Señor, oh señor, contéstame!
Tú nos has dado ojos y permitido que la belleza de tus criaturas nos deslumbre.
Tú nos has otorgado la facultad de ser dichosos. ¿Quiseras que renunciáramos a gozar de los bienes de este mundo?
¡Pero si es tan imposible como invertir una copa sin derramar el vino que contiene!
Buscar la paz en este mundo es una locura.
Creer en el reposo eterno, también.
Después de muerto, breve será tu sueño:
renacerás en el césped que todos hollan o en la flor que el sol marchita.
Admitamos que hayas resuelto el enigma de la creación. ¿Cuál es tu destino?
Admitamos que hayas podido despojar de todos sus vestidos a la Verdad. ¿Cuál es tu destino?
Admitamos que hayas vivido cien años dichoso y que vayas a vivir otros cien más.. ¿Cuál es tu destino?
Los sabios y filósofos más ilustres han caminado entre las tinieblas de la ignorancia.
Sin embargo eran los luminares de su época.
¿Qué hicieron?
Pronunciaron algunas frases confusas y luego se durmieron.
Mi nacimiento no aportó el menor provecho al universo.
Mi muerte no disminuirá su inmensidad ni su esplendor.
nadie ha podido explicarme jamás por qué he venido,
ni por qué partiré.
¿Qué es el Mundo? Una parte pequeña del espacio
¿Qué es la ciencia? Palabras. ¿Y qué son las naciones,
las flores y las bestias? Sombras. ¿Y tus continuos,
tus inquietos cuidados? Sí lo nada en la nada.
Se nos da un breve instante para gustar del agua en este ardiente páramo.Ya el astro de la noche palidece.
La vida va a llegar a su término: el alba de la Nada.
Vamos, pues, date prisa.
¡Actúa con prudencia, viajero! Peligroso es el camino que transitas
y afilada la daga del Destino.
No te hartes con las almendras dulces.
Contienen veneno.
Procede de forma que tu prójimo no se siente humillado con tu sabiduría.
Domínate, domínate. Jamás te abandones a la ira.
Si quieres conquistar la paz definitiva,
sonríe al Destino que te azota y nunca azotes a nadie.
Confórmate en este mundo con pocos amigos.
No busques propiciar la simpatía que alguien te inspiro.
Antes de estrechar la mano de un hombre,
piensa si ella no ha de golpearte un día.
¡Cuán pobre el corazón que no sabe amar,
que no puede embriagarse de amor!
Si no amas, ¿cómo te explicas la luz enceguecedora del sol
y la más leve claridad que trae la luna?
Sabes que no tienes poder sobre tu destino.
Por qué esa incertidumbre del mañana ha de causarte miedo?
Si eres sabio, goza del momento presente.
El porvenir? Qué te puede traer el porvenir?
He aquí la estación inefable, la estación de la esperanza,
la estación en que las almas sedientas de otras almas buscan una quietud perfumada.
Cada flor, es acaso la blanca mano de Moisés?
Cada brisa, es acaso el tibio aliento de Jesús?
No marcha seguro por el Sendero el hombre que no ha recogido el fruto de la verdad.
Si pudo cosecharlo del árbol de la Ciencia,
sabe que los días pasados y los días por venir
en nada se distinguen del alucinante primer día de la Creación.
En la feria que atraviesas, no procures encontrar algún amigo.
Tampoco busques sólido refugio.
Con ánimo valiente, acepta el dolor sin la esperanza de un remedio inexistente.
Sonríe ante la desgracia y no le pidas a nadie que te sonría: perderás el tiempo.
Renuncia a la recompensa que merecías.
Si feliz. No te lamentes por nada.
No anheles nada. Lo que te ha de suceder,
escrito está en el libro que hojea al azar el viento de la Eternidad.
¡Qué misterio el de esos astros que ruedan en el espacio!
Khayyám: aférrate con fuerza a la cuerda de la Sabiduría.
¡Cuidado con el vértigo que,
a tu alrededor, derriba a tus compañeros!
Un religioso dijo a una ramera: 'Estás ebria,
atrapada a cada momento en una nueva trampa'
Ella respondió: 'Oh, Señor, yo soy lo que tú dices,
y tú, eres lo que aparentas?'
En el vértigo de la vida sólo son felices
los que presumen de sabios y los que no tratan de educarse.
Me incliné sobre todos los secretos del Cosmos y retorné a la soledad
envidiando a los ciegos que hallé por el camino.
Quien
me
trajo
a
este
mundo
sin
duda
sabe
dónde
me
arrojará
después.
Nada
ni
nadie
puede
cambiar
su
decisión.
Bebamos,
jovenzuelo.
¿Para
qué
he
de
esforzarme
en
variar
lo
invariable?
Cierra
tu
libro
y
piensa.
Mira
impasible
al
Ciclo
y
a
la
Tierra.
Da
al
pobre
la
mitad
de
tus
bienes,
perdona
las
ofensas,
no
le
hagas
daño
a
nadie
y
apártate
a
un
rincón
si
quieres
ser
dichoso.
Acepta
cualquier
goce
que
pueda
ofrecerte
la
Vida.
No
creas
que
haya
alguien
que
cuente
nuestros
vicios
y
virtudes.
Desprecia
lo
que
robarte
pueda
un
momento
dichoso.
Ven
conmigo
hasta
el
límite
del
desierto,
que
acaba
lo
fértil
y
comienza
lo
yermo,
el
sitio
donde
no
pueden
distinguirse
ni
príncipes
ni
esclavos.
Al
Sultán
en
su
trono
podrá
compadecer.
Pretender
que
el
humilde
devuelva
en
oro
el
plomo
que
a
él
le
han
arrojado,
y
exigirle
que
pague
una
deuda
que
nunca
con
nadie
ha
contraído,
es
comercio
de
usura
al
que
nadie
está
obligado.
¿Tienes
miedo
al
mañana?
¡Tonto!
Sé
confiado.
Para
justificar
ese
temor,
que
acecha
la
desgracia.
No
quieras
consejos
ni
lecciones
sabias.
Nuestro
destino
será
siempre
insondable.
Las
alas
de
la
noche
reposan
sobre
el
alba.
Se
habla
de
aquel
que
crea
al
ser
y
lo
destruye.
No
comprendo
la
obra
del
Creador.
Dame
vino
del
que
enternece
el
pecho
y
alegra
la
memoria.
No
encontrarás
en
este
bazar
un
solo
amigo.
Atiende
mi
consejo:
Renuncia
a
todo
apoyo.
Acepta
la
desgracia;
no
le
busques
remedio.
No
esperes
compasión,
feliz
en
tu
desdicha.
Hay
muchos
que
se
afanan
en
reunir
riquezas,
y
otros,
en
cambio,
las
dispersan
al
viento.
Nadie
se
truena
en
oro
al
morir.
Un
cadáver
no
es
más
que
carroña,
pasto
de
los
gusanos.
Un
pan
consigue
para
dos
jornadas
y
luego
en
el
fondo
de
un
jarro
con
un
poco
de
agua
fresca.
¿Por
qué
ha
de
estar
un
hombre
por
otro
sometido?
¿Por
qué
se
ve
obligado
a
servir
a
su
prójimo?
Todos
saben
que
nunca
susurré
una
plegaria
que
nunca
intenté
encubrir
mis
defectos.
No
sé
si
existe
una
clemencia,
Pero
si
existe
me
siento
perdonado,
pues
sincero
fui
siempre.
Por
este
destartalado
mundo,
cuyas
únicas
puertas
son
la
noche
y
el
día,
¡qué
de
altivos
sultanes
fastuosos
y
opulentos
pasaron
un
instante,
y
luego
se
marcharon!
No
pretendo
pedir
perdón
de
mis
culpas,
pues
hablar
con
Alá
lo
creó
irreverente.
Sólo
le
bastaría
cubrirme
con
el
manto
de
su
clemencia,
para
hacerme
inmaculado.
Debajo
del
destino
que
inexorablemente,
eterno
e
impasible,
sin
cesar
gira
y
gira,
sabrás
que
sólo
existen
dos
grupos
dichosos:
los
que
lo
saben
todo,
los
que
no
saben
nada.
Igual
que
una
linterna
mágica
es
el
destino
en
torno
del
cual
vamos
todos
girando:
la
lámpara
es
el
sol,
el
mundo
la
pantalla,
nosotros
las
imágenes
que
pasan
y
se
esfuman.
Cielo,
infierno,
esperanzas,
temores...
¡Bah!
Que
traigan
de
beber.
Una
cosa
es
cierta:
que
la
vida
va
pasando,
y
el
resto
vaciedad
es.
La
flor
marchita
nunca
florecerá
de
nuevo.
La
pelota
lanzada
a
derecha
e
izquierda,
de
abajo
a
arriba,
nada
pregunta
al
que
la
arroja.
Quien
lanzó
a
este
mundo
sabrá
por
qué
lo
hizo.
Nadie,
nadie
lo
sabe,
sino
él
únicamente.
Dejemos
que
los
sabios
parloteen
Nada
de
lo
que
dicen
es
cierto,
excepto
que
la
vida
es
muy
breve.
Se fue la flor marchita para siempre;
el
resto
es
mentira
y
locura.
Encontrar
quise
en
vano
el
Cielo
y
el
Infierno
más
allá
de
la
Tierra
y
aun
del
Infinito.
Pero
una
voz
me
dijo.
"
¡Necio!
Cielo
e
Infierno,
hasta
el
fin
de
los
siglos,
viven
sólo
en
ti
mismo".
El
dedo
del
destino
tan
solo
una
palabra
escribió
antes
de
irse.
Nada,
ni
la
inteligencia,
ni
el
amor,
ni
la
compasión,
hará
que
se
retracte.
No
hay
lágrimas
bastantes
para
poder
borrarla.
Entonces
llamé
al
Hado,
preguntándole
¿Es
posible
que
el
destino
nos
lleve
entre
tinieblas?
Y
el
Hado
me
respondió:
"jamás
preguntes
nada
y
déjate
llevar
por
el
más
ciego
instinto".
Señor,
en
mi
camino
tendiste
mil
celadas.
Después
me
amenazaste:
"
¡Ay
de
ti
si
no
sabes
escapar
estos
peligros!
"
Lo
ves,
lo
sabes
todo.
¿Acaso
puedes
reprochar
mi
rebeldía?
El
hombre
es
solo
un
títere
que
el
Destino
maneja
a
su
antojo.
El
Destino
nos
empuja
al
tablado
del
mundo,
pero
cuando
siente
Hastío
no
duda
en
arrojarnos
al
cajón
de
la
Nada.
El
Destino,
que
con
todo
termina,
acabar
puede
con
tu
alma
y
la
mía.
Vaciemos
ya
las
copas
y
vamos
a
tumbarnos
en
el
césped,
pues
pronto
sobre
nuestras
cenizas
ha
de
crecer
la
hierba.
Nunca
te
atormentes
por
lograr
oro
o
plata.
Antes
de
que
tu
aliento
se
enfríe,
haz
lo
posible
por
disfrutar
tus
bienes
con
un
amigo,
antes
de
que
tus
enemigos
los
derrochen
si
mueres.
Importa
muy
poco
que
vivas
cien,
mil
años,
pues
llegará
un
momento
en
que
será
preciso
que
abandones
tu
vieja
taberna.
Porque
aunque
seas
sultán
o
pordiosero,
al
fin
lo
mismo
vales.
En
un
ruinoso
alcázar
que
elevó
en
otro
tiempo
sus
cúpulas
al
cielo,
y
del
que
hasta
los
reyes
besaron
sus
umbrales,
escuché
a
un
ave
que
preguntaba:
"¿Dónde?
Dime,
¿dónde,
dónde?
¿Te
entristece
tal
vez
que
no
te
recompensen
cual
mereces?
Olvida
y
no
te
apenes.
Todo
cuanto
deba
llegarte,
escrito
está
en
el
libro
de
lo
eterno,
que
el
viento
al
azar
va
hojeando.
El
Cielo
es
la
visión
de
un
ideal
que
puede
llegar
a
realizarse.
El
Infierno
es
un
símil
del
espíritu
ardiente
que
ha
surgido
del
caos
para
volver
al
caos,
aun
cuando
sea
tarde.
Puesto
que
nuestra
estancia
en
el
mundo
es
precaria,
es
absurdo
vivir
sin
amor
y
sin
vino.
¿A
qué
discutir
sobre
el
mundo?
Cuando
muera
no
ha
de
importarme
nada
que
fuese
o
no
creado.
Desprecia
a
aquel
que
no
ama
la
belleza.
Repugnante
es
el
ser
carente
de
pasiones.
Indigno
es
él
del
sol
que
alumbra,
y
de
ese
beso
con
que
suele
aplacar
nuestras
penas
la
Luna.
Si
ha
sido
Dios
el
que
creó
los
seres,
¿Por
qué
tan
pronto
tiene
que
destruirlos?
Si
son
feos
e
imperfectos,
¿quién
tiene
la
culpa?
Y
si
bellos
y
buenos,
¿para
qué
aniquilarlos?
No
pretendas
Khayyam,
descifrar
el
enigma
de
la
Vida,
que
es
sólo
una
ficción.
Lo
eterno
es
una
copa
llena
de
burbujas;
tú
eres
una.
Goza,
no
pienses
en
el
cielo
o
el
infierno.
A
nadie
le
pedí
vivir.
Por
eso
me
esfuerzo
en
acoger
indiferente
lo
que
me
regala
la
vida.
¿Por
qué
tendré
que
irme
ignorando
a
qué
debo
mi
paso
por
la
tierra?
Ya
ha
pasado
el
tiempo
de
mis
hermosos
años.
Se
fue
la
primavera
de
mi
vida,
y
el
ave
de
juventud
ha
levantado
su
vuelo
rapidísimo.
No
sé
cuándo
ha
venido
ni
cuándo
se
ha
marchado.
Frecuenté
mucho
el
trato
de
sabios
y
de
doctos
en
mi
edad
juvenil.
Grandemente
admiraba
doctrinas,
teorías...
Pero
al
dejar
sus
aulas
estaba
más
confuso
que
al
penetrar
en
ellas.
Lo
mismo
que
ellos,
yo
sembré
la
semilla
de
la
sabiduría,
y
me
he
sacrificado
para
que
germinase.
Coseché
estas
verdades:
que
vine
como
el
viento,
que
me
iré
como
el
agua.
A
través
de
lo
ignoto,
mi
alma
tuvo
empeño
en
descorrer
el
velo
del
más
allá.
De
pronto
volvió
y
me
dijo
esto.
"¿Sabes?
He
comprobado
que
el
ciclo
y
el
infierno
se
encuentran
en
mí
misma".
Te
hasta
saber
que
todo
es
un
misterio:
la
creación
y
el
destino
de
la
Tierra
y
el
tuyo.
Sonríe,
pues,
ante
ellos.
No
sabrás
nada
más
cuando
hayas
franqueado
las
puertas
de
la
nada.
Una
vez
encontré
en
la
taberna
a
un
sabio
venerable
"¿Qué
puedes
-le
pregunté-
decirme
de
aquellos
que
se
fueron?
"
"Bebe
-dijo
solícito-,
porque
muchos
marcharon,
pero
ninguno
ha
vuelto".
¿Por
qué
debe
inquietarme
lo
que
oculta
el
futuro?
desgracia
persigue
al
hombre
temeroso.
Alégrate,
no
tomes
la
vida
muy
en
serio:
las
dudas
no
alteran
el
curso
del
destino.
No
seas
vanidoso.
No
llegarás
al
fondo
de
las
casas.
En
paz
deja
al
Mundo
y
al
Cielo.
Olvida
todo
aquello,
que
nada
te
importe.
Piensa
que
Alá
jamás
te
ha
consultado.
Para
caminar
seguro
por
la
vida,
primero
has
de
tomar
el
fruto
de
la
Verdad
del
árbol
de
la
Ciencia.
Sabrás
que
el
pasado
y
el
futuro
son,
como
el
día
de
la
Creación,
espantosos.
Hay
quien
medita
sobre
la
religión
por
gusto.
Hay
otros
que
vacilan
entre
Certeza
y
Duda.
incluso
surgirá
un
heraldo
de
pronto,
que
les
grite
:
¡Estúpidos!
La
senda
no
es
ésta
sino
aquélla".
Muchos
santos
y
sabios
pasáronse
la
vida
discutiendo
del
mal
y
del
bien.
Pero
el
eco
burlose
de
ellos
cual
de
falsos
profetas,
y
sus
bocas
se
llenaron
de
polvo.
¿Es
posible
sondear
la
Noche?
¿Quién
podría
oscurecer
su
albura?
Vano
empeño
saberlo.
¡Adán
y
Eva!
Su
primer
beso,
¡qué
horrible!
Con
él
nos
engendró,
rebosantes
de
angustia.
¿Al
mundo,
a
qué
venimos?
¿Por
qué
nos
vamos?
¿Qué
quiere
esta
existencia
que
nos
ha
sido
impuesta
Arden
las
almas
y
se
convierten
bajo
su
peso
en
ceniza,
pero
yo
no
veo
la
hoguera.
Unos
se
vanaglorian
de
una
ciencia
vacía.
Otros
siguen
creyendo
en
las
bellas
huríes
y
el
Edén.
Cuando el Velo se descorra,
se
verá
que
todos
se
extraviaron
lejos,
muy
lejos.
A
esa
bóveda
inmensa
que
llamamos
cielo,
bajo
el
cual
vivimos
y
morimos
los
hombres,
no
intentes
levantar
tus
ojos
implorantes.
No
dudes
que
ella
gira,
como
tú
y
yo,
impotente.
Me
dieron
la
existencia
sin
consultar
conmigo.
Luego
aumentó
la
vida
día
a
día
mi
asombro.
Me
iré
sin
desearlo,
y
sin
saber
la
causa
de
la
llegada
mía,
mi
estancia
y
mi
partida.
Cuando
el
dolor
te
doble,
cuando
agotes
tu
llanto,
recuerda
las
gotas
de
lluvia
que
brillan
en
las
hojas.
Y
cuando
te
irrite
el
día
y
quieras
noche
eterna,
no
olvides
el
despertar
de
un
niño.
Confieso
que
si
he
entrado,
devoto,
en
la
mezquita
no
ha
sido
únicamente
para
orar,
sino
porque
cogí
hace
ya
algún
tiempo
de
allí
un
tapiz
hermoso.
El
tapiz
se
hizo
viejo
...
y
he
vuelto
a
la
mezquita.
En
primavera
suelo
pasear
por
los
prados
floridos,
meditando.
Pero
en
cuanto
me
ofrecen
una
copa
de
vino,
olvido
todo
enigma.
De
no
hacerlo
sería
mucho
menos
que
un
perro.
Me
digo,
¿qué
es
mejor,
si
ir
a
la
taberna
y
arrepentirme
luego,
o
inclinarme
en
el
templo?
Bebamos,
que
no
quiero
saber
si
tengo
amo
ni
que
ha
de
ser
de
mi
cuando
me
echen
del
mundo.
En
iglesias,
mezquitas
y
sinagogas,
sólo
se
refugian
los
débiles
que
temen
al
infierno.
Aquel
que
bebe
vino,
en
su
pecho
no
siembra
la
mala
semilla
del
ruego
y
el
espanto.
Llegó
la
primavera,
la
estación
en
que
nuestros
impacientes
deseos
buscan
la
perfumada
soledad.
Cada
flor,
¿será
la
blanca
mano
de
Moisés,
y
la
brisa,
grato
aliento
del
Señor?
La
primavera,
un
arroyo
que
cruza
un
prado
en
flor,
efebos...
Beber
quiero,
porque
a
aquellos
que
beben
cuando
despuntaba
el
alba
nada
les
preocupan
iglesias
ni
mezquitas.
No,
no
merezco
entrar
en
mezquitas
e
iglesias.
Dios
sabrá
de
qué
barro
me
amasó.
Como
un
pobre
infiel,
o
una
muchacha
fea,
soy.
De
fortuna
carezco,
y
de
esperanzas
en
una
mejor
vida.
El
barro
con
que
fue
hecho
el
primer
hombre,
para
moldear
al
último
ha
de
servir
un
día.
Y
cuanto
en
la
primera
madrugada
fue
dicho,
repetido
será
el
último
atardecer.
Abriré
mi
pecho.
Mi
regla
de
conducta
es
hacer
cuando
quiero
todo,
a
despecho
toda
moral
o
conveniencia.
En
nada,
en
nadie
creo.
No
amo
a
nadie,
y
tampoco
tengo
fe
ni
esperanza.
Imagínate
el
mundo
ordenado
a
tu
gusto,
Supón
que
has
terminado
de
leer
ya
la
carta,
que
has
gozado
cien
años
a
tu
antojo
y
que
puedes
vivir
cien
años
más
del
mismo
modo.
¿Y
luego?
Entre
impiedad
y
fe
tan
sólo
un
soplo
existe,
así
como
también
separa
un
simple
soplo
dudas
y
convicciones.
Goza
el
soplo
presente,
que
está
la
vida
entera
en
el
soplo
que
pasa.
Los
dioses,
adorados
por
mí
tan
largo
tiempo,
una
mala
pasada
me
gastaron.
Entonces
puse
toda
mi
gloria
de
una
copa
en
el
fondo
y
la
cambié
gustoso
por
un
bello
cantar.
La
esperanza
del
Hombre
se
desvanece
rápido,
como
el
humo.
Si
se
realiza
es
parecida
a
los
copos
de
la
nieve
que
caen
en
las
arenas
del
desierto.
Fulguran
un
instante
y
se
funden.
Ven,
siéntate
y
apura
a
mi
lado
esta
copa.
Escucha
lo
que
dice
el
arpa.
"Aquí
se
hallaban
los
salmos
de
David".
Del
pasado
y
futuro
no
te
ocupes,
y
goza
del
presente,
que
es
cierto
.
Juré
cambiar
un
día.
Quise
hacer
penitencia.
Seguro
que
estaba
ebrio
en
aquel
momento.
Cargada
de
rosas,
llegó
la
primavera
y
se
redujo
a
nada
mí
tan
frágil
propósito.
El
pescado
le
dijo
al
pato
en
la
olla
"¿Crees
tú
que
algún
día
se
secarán
los
mares?"
Y
el
pato
contestó.
"Cuando
estemos
asados,
¿qué
importa
que
el
mar
sea
un
yermo,
o
un
mar
la
tierra?
Débiles
son
los
hombres,
y
su
Hado
inevitable,
¡Cuántos
juramentos
son
olvidados!
Queda
la
conciencia,
también
obro
yo
como
un
loco.
Estar
ebrio
de
vino
y
amor
es
mi
culpa.
¿Te
tienes
por
discreto?
En
tal
caso,
bien
puedo
decir
lo
que
fue
Adán
en
su
primer
aurora:
tan
sólo
un
pobre
diablo
amasado
con
penas
y
que
un
día
vivió
clamando
por
la
noche.
Natura
crea
la
rosa
y
la
destruye
luego,
volviéndola
a
la
tierra.
Si
en
vez
de
agua
aspirasen
las
nubes,
hasta
el
último
día
del
mundo,
llovería
sangre
de
enamorados.
En
el
prado
que
llega
a
la
orilla
del
río
que
sabe
nuestros
sueños,
túmbate
dulcemente.
Tal
vez
su
césped
haya
surgido
de
algún
cuerpo
que
en
otro
tiempo
fue
perfectamente
hermoso.
Mira
el
capullo
transformándose
en
rosa.
Fíjate
cómo
abre
sus
pétalos,
y,
alegre,
anuncia
su
venida
a
este
mundo.
Mi
bolsa,
abriré,
derramando
en
el
jardín
el
oro.
Si
sacude
con
fuerza
el
árbol
de
la
verdad,
verás
caer
un
fruto
que
dirá.
"Lo
mismo
es
el
hoy
que
el
ayer.
Los
días
primeros
y
últimos
serán
para
nosotros
exactamente
iguales".
Sueño
sobre
la
tierra.
Sueño
bajo
la
tierra.
Sobre
la
tierra,
bajo
la
tierra,
cuerpos
tendidos.
Nada
en
todas
partes.
Desierto
de
la
nada.
Unos
hombres
llegan.
Otros
se
van.
Me
pregunto
qué
poseo
verdaderamente.
Me
pregunto
qué
subsistirá
de
mí
después
de
mi
muerte.
Nuestra
vida
es
breve
como
un
incendio.
Llamas
que
se
olvidan,
cenizas
que
el
viento
dispersa:
un
hombre
ha
vivido.
El
vasto
mundo:
un
grano
de
polvo
en
el
espacio.
Toda
la
ciencia
de
los
hombres:
palabras.
Los
pueblos,
las
bestias
y
las
flores
de
los
siete
climas:sombras.
El
resultado
de
tu
meditación
perpetua:
nada
¿Qué
se
habrá
hecho
de
todos
mis
amigos?
¿La
Muerte
losha
pisoteado?
¿Dónde
están
todos
mis
amigos,
qué
es
de
ellos?
Oigo
aún
sus
cantos
en
la
taberna.
¿Están
muertos
o
están
ebrios
de
haber
vivido?
Los
sabios
no
te
enseñarán
nada,
pero
la
caricia
de
las
largas
pestañas
de
una
mujer
te
revelará
la
felicidad.
No
olvides
que
tus
días
están
contados
y
que
pronto
serás
la
presa
de
la
tierra.
Cómprate
vino,
llévatelo
aparte
y
luego
déjate
consolar.
Tú
no
ves
más
que
las
apariencias
de
las
cosas
y
de
los
seres.
Te
das
cuenta
de
tu
ignorancia,
pero
no
quieres
renunciar
a
amar.
Aprende
que
Alá
nos
ha
dado
el
amor
de
la
misma
forma
que
ha
dado
veneno
a
ciertas
plantas.
Me
dicen:
«¡No
bebas
más,
Khayyam!»
Yo
les
digo:
«Cuando
he
bebido,
oigo
lo
que
dicen
las
rosas,
los
tulipanes
y
los
jazmines.
Digo,
incluso,
lo
que
no
puede
decirme
mi
bienamada.»
Tal
olor
a
vino
emanará
de
mi
tumba,
que
todo
aquel
que
pase
cerca
se
embriagará.
Tal
serenidad
rodeará
mi
tumba,
que
los
amantes
no
podrán
alejarse
de
ella.
Más
allá
de
la
Tierra,
más
allá
del
infinito,
intentaba
ver
el
Cielo
y
el
Infierno,
Y
una
voz
solemne
me
dijo:
«El
Cielo
y
el
Infierno
están
en
ti»
¡Un
poco
más
de
vino,
mi
bienamada!
Tus
mejillas
no
tienen
aún
el
resplandor
de
las
rosas.
¡Un
poco
más
de
tristeza,
Khayyam!
Tu
bienamada
va
a
sonreírte.
Cuando
yo
ya
no
esté,
no
habrá
más
rosas,
cipreses,
labios
rojos
ni
vino
perfumado.
No
habrá
más
albas
ni
crepúsculos,
alegrías
ni
penas.
El
universo
no
existirá,
pues
su
realidad
depende
de
nuestro
pensamiento.
Lámparas
que
se
apagan,
esperanzas
que
se
encienden.
Aurora.
Lámparas
que
se
encienden,
esperanzas
que
se
apagan.
Noche.