Sesenta
y
seis
veces
han
contemplado
estos
ojos
la
belleza
del
otoño...
No
pidas
más.
Limítate
a
escuchar
el
rumor
de
los
pinos
cuando
el
viento
está
en
calma
Una monja budista llamada Ryonen
El
pasado
quedó
atrás,
el
futuro
aún
no
ha
llegado,
el
presente
se
nos
escapa;
las
cosas
cambian
continuamente,
sin
ningún
fundamento
firme;
tantos
nombres
y
palabras
confusamente
creados
por
sí
mismos,
¿cuál
es
la
utilidad
de
la
vida,
que
transcurre
inútilmente
día
a
día?
No
retengas
tus
viejas
ideas;
no
persigas
tus
nuevas
fantasías;
sincera
e
incondicionalmente,
indaga
y
reflexiona
en
tu
interior;
indagar
y
reflexionar,
reflexionar
e
indagar,
hasta
que
llega
el
momento
en
ya
no
son
posibles
más
indagaciones;
ése
es
el
momento
en
que
podrás
comprender
que
durante
todo
tu
pasado
has
estado
en
el
error.
Ryokwan
¿De
dónde
viene
mi
vida?
¿Adónde
va?
Me
siento
en
soledad
en
mi
cabaña
y
medito
en
silencio;
con
todo
mi
pensamiento,
no
sé
de
dónde
ni
llego
a
ningún
adónde;
así
es
con
mi
presente,
eternamente
cambiante:
¡todo
Vacuidad!
En
esta
Vacuidad
está
el
ego
por
un
tiempo,
con
sus
síes
y
sus
noes;
no
sé
dónde
establecerlos,
yo
sigo
mi
karma
en
su
movimiento,
perfectamente
contento.
Ryokwan
Somos
arrastrados
como
nubes
a
través
de
nacimientos
y
muertes.
El
camino
de
la
ignorancia
y
el
camino
de
la
iluminación
lo
recorremos
soñando.
Sólo
una
cosa
permanece
todavía
en
mi
memoria,
incluso
después
de
despertar:
el
sonido
de
la
lluvia
que
escuchaba
una
noche
en
mi
retiro
de
Fukakusa.
Dogen
He aquí la historia de Tokujo, el barquero, y de su discípulo Kassan. Durante veinte años Tokujo recibió educación del Maestro Tosen practicando za-zen con él. Antes de morir, Tosen le dio el shiho. Entonces Tokujo se hizo barquero y durante treinta años estuvo aguardando al verdadero discípulo. El poema dice:
«Quería
pescar
un
gran
pez,
pero
ningún
pez
nadaba
en
aquellas
aguas
demasiado
puras.»
Para hacerse sus cañas de pescar había cortado todos los bambúes de la selva y se disponía a replantarlos cuando, un día, un hombre llamado Kassan llegó a la orilla del río. Inmediatamente Tokujo comprendió que este hombre era «el» gran pez.
- ¿De dónde vienes?
- No vengo de ninguna parte
El discípulo parecía interesante.
- Así pues, ¿quién te ha educado?
- Za-zen me ha educado.
Un gran mondo tuvo lugar. Tokujo quería conocer a fondo al nuevo discípulo y, a guisa de respuesta a las palabras de Kassan, Tokujo le echaba cada vez al agua.
- Tus respuestas, aunque sean exactas, no son justas, es lo mismo que golpear a un asno.
Y de un puntapié, Tokujo echaba a Kassan al agua. Cuando Kassan abría la boca para responder, Tokujo gritaba:
- ¡No quiero discutir contigo!
Y plof... volvía a echarlo al agua. Kassan obtuvo un gran satori. Entonces Tokujo lo sacó del agua y, dulcemente, le tomó de la mano.
«¡Hace
treinta
años
que
aguardo
este
momento!
¡Hoy
un
gran
pez
ha
mordido
el
anzuelo!
Mi
pesca,
pues,
ha
terminado.»
Tokujo
transmitió
el
shiho
a
Kassan
y
le
dio
su
kesa.
Entonces,
bruscamente,
la
chalana
volcó
y
Tokujo
murió.
Las
historias
de
la
transmisión
son
siempre
singulares.
Kassan,
el
gran
pez,
llegó
a
ser
un
gran
Maestro
Zen
Taisen
Deshimaru
Un día que estaba lloviendo, Kyosho el maestro dijo a un monje:
- ¿Qué es ese sonido que se oye ahí fuera?
- El sonido de la lluvia, maestro.
Era una respuesta sincera, y el maestro sabía desde el principio de qué se trataba. A continuación, sin embargo, añadió:
- Todos los seres están confundidos, están siempre persiguiendo los objetos externos, sin encontrar el yo real.
Seccho comenta:
Una
sala
vacía
y
el
sonido
de
la
lluvia;
en
verdad,
una
pregunta
difícil
de
responder
incluso
para
un
maestro
experimentado.
Colección
de
la
roca
azul
En tiempos de la dinastía T'ang, un monje preguntó a Joshu:
- Se afirma que el camino perfecto no conoce dificultades; sólo que aborrece la discriminación. ¿Qué se quiere decir con ausencia de discriminación?
Joshu respondió:
- «Por encima de los cielos y por debajo de los cielos yo soy el Único Reverenciado»
- Todavía una discriminación...
- ¡Oh, inútil! ¿Dónde está la discriminación?
D. T. Suzuki
El Zen y la cultura japonesa
Dos seguidores del zen estaban un día discutiendo sobre la doctrina. Uno, llamado Chokei, decía:
- Incluso de un arhat plenamente iluminado puede decirse todavía que abriga algo de las tres pasiones que envenenan (avaricia, ira y locura), pero en cuanto a Buda, nunca hace una afirmación errónea. Cualquier cosa que afirme es la verdad absoluta. ¿Qué dices a esto?
Hofuku respondió:
- ¿Cuál es esa afirmación de Buda?
- El sordo no puede oír.
- Estás bajando a un nivel secundario.
- ¿Cuál es entonces, según tú, la afirmación de Buda?
- Toma una taza de té, hermano monje.
Transformación de la lámpara
Citado por D. T. Suzuki
El Zen y la cultura japonesa