CAPÍTULO
10
PROCLAMA
TU
INDEPENDENCIA
En
cualquier
relación
humana
en
la
cual
dos
personas
se
conviertan
en
una,
el
resultado
siempre
será
dos
medias
personas.
El
abandonar
el
nido
psicológico
es
una
de
las
tareas
más
difíciles
de
la
vida.
La
víbora
de
la
dependencia
se
entromete
de
muchísimas
maneras;
y
deshacerse
de
ella
por
completo
es
muy
difícil
ya
que
la
cantidad
de
personas
que
se
benefician
de
la
mutua
dependencia
psicológica
es
muy
grande.
El
ser
psicológicamente
independiente
quiere
decir
estar
totalmente
libre
de
todas
las
relaciones
obligatorias,
e
implica
la
ausencia
del
comportamiento
dirigido
hacia
los
demás.
Quiere
decir
que
eres
libre
de
la
obligación
de
hacer
algo
que
de
otra
manera
no
elegirías
hacer,
de
no
existir
esa
relación.
El
asunto
del
abandono
del
nido
es
particularmente
difícil
porque
nuestra
sociedad
nos
enseña
que
debemos
cumplir
con
lo
que
se
espera
de
nosotros
en
ciertas
relaciones,
que
incluyen
a
los
padres,
hijos,
figuras
de
autoridad
y
los
seres
queridos.
El
abandono
del
nido
significa
convertirte
en
ti
mismo,
en
tu
propia
persona,
es
decir
en
lo
que
en
realidad
eres,
viviendo
y
escogiendo
los
comportamientos
que
tú
elijas
y
deseas.
No
significa
una
ruptura
en
ningún
sentido
de
la
palabra.
Si
disfrutas
de
tu
manera
de
interactuar
con
cualquier
persona
y
ésta
no
interfiere
con
las
metas
que
te
has
puesto
en
tu
vida,
pues
entonces
no
vale
la
pena
cambiarla
sino
más
bien
aferrarte
a
ella.
El
depender
de
alguien
psicológicamente,
por
otro
lado,
quiere
decir
que
esta
relación
no
implica
una
elección,
sino
que
es
una
relación
por
la
cual
te
sientes
obligado
a
ser
algo
que
no
quieres
ser
y
que
te
ofende
el
sentirte
forzado
a
comportarte
de
esa
manera.
Éste
es
el
meollo
de
esta
zona
errónea
y
es
similar
a
la
de
búsqueda
de
aprobación
que
tratamos
en
el
capítulo
III.
Si
lo
que
quieres
es
ese
tipo
de
relación,
entonces
no
es
malsana.
Pero
si
la
necesitas
o
te
sientes
obligado
a
tenerla
y
luego
te
molesta
y
resiente,
entonces
quiere
decir
que
estás
en
una
zona
autofrustrante.
De
ese
modo,
la
obligación
es
lo
que
constituye
un
problema,
más
que
la
relación
en
sí.
La
obligación
engendra
culpa
y
dependencia,
mientras
que
la
libre
elección
inspira
amor
e
independencia.
No
hay
elección
en
una
relación
psicológicamente
dependiente,
consecuentemente
este
tipo
de
alianza
provocará
siempre
indignación
y
rencores.
La
independencia
psicológica
implica
no
necesitar
a
los
demás.
No
digo
no
desear
tener
relaciones
con
los
demás;
lo
que
digo
es
no
necesitarlos.
En
el
momento
que
sientes
esa
necesidad
te
vuelves
vulnerable,
eres
un
esclavo.
Si
te
deja
la
persona
que
necesitas,
o
cambia
de
parecer,
o
se
muere,
caerás
inmovilizado,
te
desmoronarás
e
incluso
puedes
morirte.
Pero
la
sociedad
nos
enseña
a
ser
dependientes
de
una
cantidad
de
gente
empezando
por
los
padres;
y
podría
ser
que
tú
sigas
aún
con
la
boca
abierta
esperando
a
que
caigan
los
gusanos
de
muchas
de
tus
relaciones
más
significativas.
Mientras
pienses
que
tienes
que
hacer
algo
porque
es
lo
que
se
espera
de
ti
en
cualquier
relación,
y
el
hacerlo
te
provoca
resentimientos
contra
esa
persona
y
el
no
hacerlo
te
carga
de
culpa,
puedes
estar
seguro
que
tienes
que
ocuparte
de
esta
zona
errónea.
Para
eliminar
la
dependencia
hay
que
empezar
por
la
familia,
por
la
forma
en
que
tus
padres
te
trataron
cuando
eras
pequeño
y
en
la
que
tratas
tú
a
tus
hijos
ahora.
¿Cuántas
formulaciones
de
dependencia
llevas
hoy
día
en
tu
cabeza?
¿Cuántas
les
impones
a
tus
hijos?
LA
TRAMPA
DE
LA
DEPENDENCIA
EN
LA
EDUCACI¦N
DE
LOS
HIJOS
Y
EN
LA
FAMILIA
Walt
Disney
hizo
hace
algunos
años
una
película
estupenda
y
la
tituló
La
trampa
del
oso
(Bear
Trap).
Narraba
la
vida
de
una
madre
oso
y
sus
dos
bebés
durante
los
primeros
meses
de
vida
de
los
oseznos.
Mamá
osa
les
enseñó
a
sus
cachorros
a
cazar,
a
pescar
y
a
subirse
a
los
árboles.
Les
enseñó
a
protegerse
cuando
se
encontraban
ante
un
peligro.
Entonces,
un
buen
día,
siguiendo
sus
propios
instintos,
Mamá
osa
decidió
que
había
llegado
la
hora
de
irse.
Los
obligó
a
encaramarse
a
un
árbol,
y
sin
siquiera
echar
una
mirada
para
atrás,
se
fue.
¡Para
siempre!
Dentro
de
su
mente
de
osa
había
pensado
que
ya
había
cumplido
con
sus
responsabilidades
maternales.
No
trató
de
manipularlos
para
que
la
visitaran
alternativamente
un
domingo
sí
y
otro
no.
No
los
acusó
diciéndoles
que
eran
desagradecidos,
ni
los
amenazó
con
tener
un
colapso
nervioso
si
la
desilusionaban
en
lo
que
ella
esperaba
de
ellos.
Simplemente
los
dejó.
En
el
reino
animal,
ser
padres
significa
enseñarles
a
los
hijos
a
valerse
por
sí
mismos
para
que
puedan
ser
independientes,
y
luego,
dejarlos.
En
nuestro
caso,
en
el
caso
de
los
seres
humanos,
el
instinto
sigue
siendo
el
mismo,
esto
es,
el
ser
independientes,
pero
nos
domina
la
necesidad
neurótica
de
poseer
y
de
vivir
nuestra
vida
a
través
de
nuestros
hijos
y
el
propósito
de
educar
a
un
niño
para
que
sea
independiente
se
confunde
con
la
idea
de
educar
a
un
niño
para
aferrarse
a
él.
¿Qué
es
lo
que
pretendes
de
tus
hijos?
Te
gustaría
que
tuvieran
muy
buena
opinión
de
sí
mismos,
y
también
mucha
confianza
en
sí
mismos,
que
no
fueran
neuróticos,
se
realizaran
y
fueran
felices?
Por
supuesto
que
sí.
Pero
qué
puedes
hacer
para
ayudarles
a
que
sean
así
?
Sólo
siendo
así
tú
mismo.
Los
niños
aprenden
sus
comportamientos
de
los
modelos
que
tienen
ante
sí.
Si
tú
estás
lleno
de
culpa
y
no
te
sientes
realizado,
y
les
dices
que
sean
lo
contrario,
les
estás
vendiendo
un
producto
fallado.
Si
el
modelo
que
les
presentas
es
bajo
en
autoestima,
les
estás
enseñando
a
tus
hijos
a
adoptar
para
sí
mismos
la
misma
actitud.
Y
lo
que
tiene
aún
más
importancia
y
significación,
si
haces
que
ellos
sean
más
importantes
que
tú
mismo,
no
los
ayudas,
simplemente
les
estás
enseñando
a
poner
a
los
demás
delante
de
ellos
mismos
y
quedarse
en
el
asiento
de
atrás
insatisfechos
y
sin
lograr
realizarse.
Qué
ironía!
No
puedes
darles
confianza
en
sí
mismos
a
tus
hijos;
tienen
que
adquirirla
viéndote
a
ti
vivir
de
esa
manera.
Sólo
al
tratarte
a
ti
mismo
como
la
persona
más
importante
y
no
sacrificándote
a
ti
mismo
por
tus
hijos,
les
enseñarás
a
tener
confianza
y
también
a
tener
fe
en
sí
mismos.
Si
tú
eres
de
los
que
se
sacrifican,
les
presentas
un
modelo
de
comportamiento
sacrificado.
Y
qué
quiere
decir
un
comportamiento
sacrificado?
Poner
a
los
demás
por
delante
de
ti
mismo,
no
quererte
a
ti
mismo
o
no
gustarte,
buscar
continuamente
aprobación
y
otros
comportamientos
erróneos
por
el
estilo.
El
hacer
cosas
para
los
demás
es
algo
admirable
a
veces,
pero
si
se
hace
a
expensas
de
uno
mismo,
simplemente
enseñarás
a
los
demás
a
comportarse
de
una
manera
que
sólo
puede
engendrar
resentimientos.
Desde
muy
pequeños
los
niños
quieren
hacer
cosas
por
sí
solos.
"¡Deja,
mamá,
que
yo
puedo
hacerlo
solito!"
"Mírame,
papá,
no
necesito
ayuda.,"
"Yo
como
solo."
Una
tras
otra
llegan
las
señales.
Y
aunque
hay
mucha
dependencia
en
los
primeros
años,
existe
también
desde
el
primer
día
un
impulso
hacia
la
autonomía.
A
los
cuatro
años,
la
pequeña
Roxana
siempre
acude
a
su
padre
o
madre
cuando
se
hace
daño
o
tiene
necesidad
de
un
apoyo
emocional
de
cualquier
clase
que
sea.
Ella,
cuando
tiene
ocho
o
diez
años,
se
desahoga
con
ellos.
Y
aunque
quiere
que
la
consideren
como
a
una
niña
grande
("Ya
sé
ponerme
el
abrigo,
¡déjame!"),
quiere
también
el
apoyo
de
unos
padres
cariñosos
y
responsables.
("Mira,
mamá,
me
raspé
la
rodilla
y
me
está
sangrando.")
Está
desarrollando
el
concepto
de
sí
misma
a
través
de
la
visión
que
de
ella
tienen
sus
padres
y
la
gente
importante
de
su
vida.
De
pronto
Roxana
tiene
catorce
años.
Llega
a
casa
llorando
porque
ha
peleado
con
su
"novio"
y
corre
a
encerrarse
en
su
dormitorio
pegando
un
portazo.
Mamá
sube
tras
ella
y
con
su
modo
afectuoso
de
siempre
le
pide
que
le
cuente
todo.
Pero
ahora
Roxana
le
contesta
en
forma
terminante:
"No
quiero
hablar
de
esto;
déjame
en
paz".
Mamá
en
vez
de
comprender
que
esta
pequeña
escena
es
una
prueba
de
que
ella
ha
sido
una
buena
madre
y
que
la
pequeña
Roxana,
que
siempre
le
ha
contado
todos
sus
problemas,
ahora
está
enfrentándose
con
sus
problemas
por
su
cuenta
(independencia
emocional),
se
desconcierta.
No
está
lista
para
abandonar
el
terreno,
para
dejar
que
Roxana
se
las
arregle
a
su
manera,
independientemente.
Sigue
viendo
a
Roxana
como
al
polluelo
recién
nacido
que
era
hace
aún
tan
poco
tiempo.
Pero
si
mamá
insiste
y
obliga
a
su
hija,
se
expone
a
recibir
una
fuerte
dosis
de
resentimiento
de
parte
de
Roxana.
El
deseo
de
la
niña
de
abandonar
el
nido
es
muy
grande,
pero
cuando
la
posesión
y
el
sacrificio
han
sido
los
lubricantes
que
hacían
marchar
la
máquina
familiar,
el
acto
natural
del
hombre
de
irse
por
su
cuenta
se
convierte
en
una
crisis.
El
abandono
del
nido
en
una
atmósfera
psicológicamente
sana
no
implica
ni
crisis
ni
disturbios
o
problemas:
es
la
consecuencia
natural
de
una
vida
eficiente
y
positiva.
Pero
cuando
la
culpa
y
el
miedo
a
desilusionar
a
los
padres
marcan
el
hecho
de
abandonar
el
nido,
estos
sentimientos
siguen
influyendo
en
la
gente
durante
toda
la
vida,
hasta
tal
punto
que
a
veces
la
relación
matrimonial
se
convierte
en
una
relación
filial,
más
que
en
una
relación
en
la
que
dos
individuos
comparten
una
vida
en
condiciones
iguales.
¿
Cuáles
son
pues
tus
metas
como
padre
o
en
la
elaboración
de
una
buena
relación
con
tus
propios
padres?
La
familia
es
ciertamente
una
unidad
importante
en
el
proceso
del
desarrollo,
pero
no
debe
ser
una
unidad
permanente.
No
debería
ser
nunca
un
vehículo
para
la
culpabilidad
y
la
neurosis
cuando
uno
de
sus
miembros
hace
un
movimiento
en
dirección
de
la
independencia
emocional.
Algunos
padres
han
llegado
a
decir,
puede
que
los
hayas
oído:
"Tengo
derecho
de
hacer
que
mi
hijo
sea
lo
que
yo
escoja
para
él".
Pero
¿cuál
es
la
retribución
que
ofrece
una
actitud
tan
dominante?
Odio,
resentimiento,
furia
y
culpa
frustrante
cuando
el
niño
crece.
Si
observas
las
relaciones
eficientes
y
positivas
que
existen
entre
algunos
padres
e
hijos
que
no
están
ligadas
por
requerimientos
y
obligaciones,
verás
que
se
trata
de
padres
que
tratan
a
sus
hijos
como
amigos.
Si
un
niño
desparrama
la
salsa
sobre
el
mantel,
no
le
larga
la
clásica
"¿Por
qué
no
te
fijas
en
lo
que
haces?
Eres
tan
torpe".
En
cambio
observarás
que
lo
tratan
como
lo
harían
con
un
amigo
en
el
caso
que
éste
derramara
algo.
"¿Puedo
ayudarte?"
Nada
de
ofenderlo
porque
te
pertenece,
más
bien
respetarlo
por
su
propia
dignidad
de
niño.
Descubrirás
también
que
los
padres
eficientes
estimulan
más
los
instintos
de
independencia
que
de
dependencia
y
no
hacen
escenas
por
la
expresión
de
deseos
tan
normales
como
los
de
ser
autónomos.
DIFERENCIAS
ENTRE
FAMILIAS
DIRIGIDAS
A
LA
INDEPENDENCIA
Y
LAS
DIRIGIDAS
A
LA
DEPENDENCIA
En
las
familias
dirigidas
a
la
independencia,
los
impulsos
dirigidos
hacia
la
autonomía
y
el
ser
uno
mismo
son
considerados
normales
y
no
un
desafío
a
la
autoridad
de
uno
de
sus
miembros.
No
se
hace
hincapié
en
la
necesidad
de
los
demás
ni
en
el
aferrarse
a
ellos.
Igualmente,
tampoco
se
exige
la
eterna
lealtad
del
niño
a
su
familia
simplemente
por
pertenecer
a
ella.
De
esta
actitud
resultan
las
familias
que
les
gusta
reunirse
en
vez
de
sentir
la
obligación
de
hacerlo.
Existe
también
un
respeto
por
la
intimidad
de
los
demás
más
que
una
exigencia
de
compartirlo
todo.
En
familias
como
ésta,
la
esposa
tiene
una
vida
propia
aparte
de
la
de
esposa
y
madre.
Es
así
un
modelo
positivo
para
sus
hijos
en
vez
de
vivir
su
vida
para
ellos
y
a
través
de
ellos.
Los
padres
sienten
que
su
propia
vida
es
de
una
importancia
capital
porque
sin
ella
no
puede
haber
armonía
familiar.
Así
los
padres
se
ausentan
ocasionalmente
sin
sentirse
obligados
a
estar
siempre
para
sus
hijos.
La
madre
no
es
una
esclava
porque
no
quiere
que
sus
propios
hijos
(especialmente
las
niñas)
se
conviertan
en
esclavos.
No
siente
que
ella
tiene
que
estar
allí
todo
el
tiempo
para
atender
a
todas
las
necesidades
de
sus
niños.
Ella
piensa
que
puede
apreciar
a
sus
hijos
y
viceversa
tanto
o
más
cuando
ella
se
está
realizando
y
contribuyendo
a
la
vida
de
su
familia,
de
su
comunidad
y
de
su
cultura
en
un
pie
de
igualdad
con
el
hombre
en
este
mundo.
En
este
tipo
de
familia
no
existen
manipulaciones
sutiles
por
medio
de
la
culpa
o
amenazas
para
mantener
a
los
hijos
dependientes
y
bajo
la
responsabilidad
de
los
padres.
Cuando
los
hijos
crecen,
los
padres
no
quieren
que
los
visiten
por
obligación.
Además,
los
padres
están
demasiado
ocupados
en
sus
propias
cosas
para
pasarse
la
vida
esperando
que
sus
hijos
o
nietos
aparezcan
para
darles
una
razón
de
vivir.
Los
padres
como
éstos
no
creen
que
deben
ahorrarles
a
sus
hijos
los
sinsabores
y
dificultades
que
pasaron
ellos,
porque
reconocen
que
el
hecho
mismo
de
trabajar
para
sobreponerse
a
las
dificultades
fue
lo
que
les
dio
confianza
en
sí
mismos
y
la
estima
correspondiente.
Ellos
no
desean
privar
a
sus
hijos
de
experiencias
tan
importantes.
Estos
padres
se
dan
cuenta
de
que
el
deseo
de
sus
hijos
de
luchar
por
sí
mismos
con
la
ayuda
y
no
bajo
el
dominio
de
padres,
es
algo
sano
que
no
hay
que
negarles.
El
Demian
de
Hesse
habla
de
la
variedad
de
caminos
hacia
la
independencia:
10.0pt;font-family:Arial;font-weight:normal;mso-bidi-font-style:italic">
Tarde
o
temprano
todos,
cada
uno
de
nosotros,
tiene
que
dar
el
paso
que
lo
separará
de
su
padre,
de
sus
mentores:
tenemos
que
pasar
todos
por
experiencias
crueles,
solitarias...
Yo
no
había
abandonado
a
mis
padres
y
a
su
mundo,
el
mundo
"luminoso"
con
una
lucha
violenta,
sino
que
gradualmente,
casi
imperceptiblemente,
me
había
alejado
de
ellos.
Me
apenaba
que
tuviera
que
ser
así,
y
por
eso
muchas
de
las
horas
pasadas
en
casa
de
mis
padres
cuando
iba
a
visitarles
fueron
desagradables.
Tú
puedes
hacer
que
todas
tus
visitas
a
la
casa
de
tus
padres
sean
experiencias
afectuosas
si
te
aferras
con
fuerza
a
tu
propia
lucha
por
independizarte
de
ellos.
Y
si
tú
presentas
ante
tus
hijos
un
modelo
de
autoorgullo
y
de
autovaloración
positiva,
ellos
a
su
vez
abandonarán
el
nido
sin
causar
tensiones
ni
problemas
a
nadie.
En
La
esposa
de
su
hijo
(Her
Son's
TJife)
Dorothy
Canfield
Fisher
lo
resume
estupendamente:
10.0pt;font-family:Arial;font-weight:normal;mso-bidi-font-style:italic">
La
madre
no
es
una
persona
que
sirve
de
apoyo,
sino
una
persona
que
hace
innecesario
el
apoyo.
Que
así
sea.
De
ti
depende
el
hacer
que
el
abandono
del
nido
sea
un
hecho
natural
y
normal,
o
un
suceso
cargado
de
traumas
que
marcarán
al
hijo
y
a
la
relación
con
él
para
siempre.
Pero
tú
también
fuiste
niño
un
día,
y
si
entonces
aprendiste
bien
la
rutina
de
la
dependencia,
quizás
al
casarte
fuiste
de
los
que
sustituyeron
una
relación
dependiente
por
otra.
LA
DEPENDENCIA
PSICOLÓGICA
Y
LA
CRISIS
MATRIMONIAL
Puede
que
hayas
solucionado
el
problema
de
tu
dependencia
con
tus
padres
y
quizá
tienes
bien
controlada
la
relación
con
tus
hijos.
Tal
vez
reconozcas
la
necesidad
de
independencia
de
tus
hijos
y
la
estimules.
Pero
también
puede
ser
que
aún
tengas
un
problema
de
dependencia
en
tu
vida.
Si
eres
una
de
esas
personas
que
dejó
una
relación
dependiente
con
sus
propios
padres
para
entrar
en
otra
cuando
se
casó,
entonces
es
evidente
que
tienes
una
zona
errónea
que
necesita
cura.
Louis
Anspacher
escribió
sobre
el
matrimonio
en
América:
10.0pt;font-family:Arial;font-weight:normal;mso-bidi-font-style:italic">
El
matrimonio
es
aquella
relación
entre
un
hombre
y
una
mujer
en
la
que
la
independencia
es
equivalente,
la
dependencia
mutua
y
la
obligación
es
recíproca.
Ahí
están
las
dos
palabras
feas,
dependencia
y
obligación,
que
son
las
responsables
del
estado
actual
del
matrimonio
y
de
la
tasa
de
divorcios
en
nuestro
país.
El
hecho
muy
simple
es
que
a
la
mayor
parte
de
la
gente
no
le
gusta
el
matrimonio,
y
a
pesar
de
que
lo
aguantan,
sus
víctimas
psicológicas
siguen
proliferando.
Una
relación
que
se
basa
en
el
amor,
como
ya
dijimos
antes,
es
una
relación
en
la
que
cada
uno
de
sus
miembros
le
permite
al
otro
ser
lo
que
él
quiere,
sin
expectativas
especiales
y
sin
exigencias.
Es
una
asociación
simple
entre
dos
personas
que
se
quieren
tanto
que
ninguno
de
los
dos
querría
que
el
otro
fuese
algo
que
no
haya
escogido
por
sí
mismo.
Es
una
unión
que
se
basa
en
la
independencia,
más
que
en
la
dependencia.
Pero
este
tipo
de
relación
es
tan
rara
en
nuestra
cultura
que
es
casi
mitológica.
Imagínate
una
unión
con
el
ser
que
amas
en
la
que
cada
uno
de
vosotros
dos
puede
ser
lo
que
quiera.
Ahora
piensa
en
lo
que
son
realmente
la
mayoría
de
las
relaciones
que
tú
conoces.
¿Cómo
se
introduce
solapadamente
esa
temible
dependencia
y
lo
fastidia
todo?
UN
MATRIMONIO
TÍPICO
La
trenza
que
se
hila
en
la
mayoría
de
los
matrimonios
es
la
del
dominio
y
la
sumisión.
Y
aunque
los
roles
pueden
variar
con
regularidad,
diferentes
para
distintas
situaciones
conyugales,
esa
trenza
estará
siempre
presente.
Uno
de
los
socios
domina
al
otro
como
condición
de
la
alianza.
Un
caso
típico
de
un
matrimonio
típico
y
sus
crisis
psicológicas
se
desarrollará
más
o
menos
como
los
de
la
pareja
de
la
historia
que
relatamos
a
continuación.
Cuando
se
casaron
el
marido
tenía
veintitrés
años
y
su
esposa
veinte.
Él
tiene
una
educación
algo
superior
a
la
de
ella,
y
se
ha
asegurado
una
posición
en
el
campo
del
prestigio
económico,
mientras
que
la
mujer
trabaja
como
secretaria,
dependienta,
o
quizás
en
una
profesión
de
las
consideradas
"femeninas"
tales
como
enfermera
o
maestra.
El
trabajo
de
la
mujer
es
un
relleno
hasta
que
ella
pueda
convertirse
en
esposa
y
madre.
Al
cabo
de
cuatro
años
de
matrimonio,
ya
hay
dos
o
tres
niños
y
la
mujer
sirve
como
esposa
y
madre
en
el
hogar.
Su
rol
consiste
en
cuidar
y
ocuparse
de
la
casa,
de
los
niños
y
de
su
marido.
Desde
el
punto
de
vista
del
trabajo,
su
posición
es
la
de
una
empleada
doméstica,
y
psicológicamente
está
en
una
posición
de
sometimiento.
Se
le
da
mucha
mayor
importancia
y
significación
al
trabajo
del
hombre,
en
gran
parte
porque
él
es
quien
trae
el
dinero
para
mantener
a
la
familia.
Sus
éxitos
se
convierten
en
éxitos
de
ella;
y
las
relaciones
sociales
de
él
en
las
amistades
de
ambos.
Se
le
otorga
una
posición
más
importante
dentro
del
hogar
y
a
menudo
la
misión
de
la
mujer
es
hacerle
la
vida
lo
más
cómoda
posible.
La
mujer
se
pasa
la
mayor
parte
del
día
interactuando
con
niños
o
habla
con
las
mujeres
del
vecindario
que
se
encuentran
atrapadas
en
la
misma
trampa
psicológica.
Cuando
su
marido
pasa
por
una
crisis
en
su
trabajo,
ésta
se
convierte
en
su
propia
crisis,
y
por
lo
general,
como
cualquier
observador
objetivo
puede
ver,
existe
en
este
tipo
de
relación
un
miembro
que
domina
y
otro
que
está
sometido.
La
mujer
ha
aceptado
y
quizás
incluso
buscado
este
tipo
de
relación
porque
no
ha
conocido
otra
cosa.
Su
matrimonio
ha
imitado
el
modelo
de
matrimonio
de
sus
padres
y
de
otros
que
vio
durante
su
desarrollo.
Y
muy
a
menudo,
la
dependencia
para
con
su
marido
simplemente
ha
reemplazado
la
dependencia
que
tenía
con
sus
padres.
Paralelamente
el
hombre
ha
buscado
una
mujer
suave,
tierna
y
que
pueda
reforzar
el
hecho
de
qué
él
es
el
gana
pan
y
el
que
lleva
las
de
ganar
en
todas
las
interacciones.
Así
ambos
lograron
lo
que
estaban
buscando;
lo
que
habían
visto
toda
su
vida
en
el
sentido
de
cómo
debe
funcionar
una
pareja.
Al
cabo
de
varios
años
de
matrimonio,
quizás
entre
los
cuatro
y
siete
años,
empieza
a
surgir
una
crisis.
El
socio
sometido,
la
mujer,
empieza
a
sentirse
atrapada,
sin
importancia
e
insatisfecha
porque
no
contribuye
de
una
manera
significativa
a
la
vida
familiar.
El
hombre
impulsa
a
su
mujer
a
que
sea
más
ella
misma,
que
sea
más
afirmativa
(asertiva),
a
que
se
haga
cargo
de
su
propia
vida
y
deje
de
sentir
compasión
por
sí
misma.
Estos
son
los
primeros
mensajes
que
contradicen
lo
que
él
quería
cuando
se
casó.
"Si
quieres
trabajar,
¿por
qué
no
te
buscas
un
empleo?"
o
"¿Por
qué
no
sigues
estudiando?".
Él
la
impulsa
a
que
busque
nuevas
salidas,
estímulos,
que
deje
de
ser
infantil.
En
resumen,
que
sea
algo
muy
distinto
a
lo
que
era
cuando
se
casaron,
cuando
él
quería
una
mujer
sumisa
y
doméstica.
Hasta
ahora
la
mujer
ha
sentido
siempre
que
ella
era
la
culpable
de
cualquier
problema
o
tristeza
de
su
marido.
"¿En
qué
me
equivoqué?"
Si
él
se
siente
infeliz
o
frustrado,
ella
cree
que
es
porque
ella
no
vale,
o
que
ya
no
debe
ser
tan
atractiva
como
antes.
La
mujer,
el
socio
sometido
de
esta
unión,
recurre
a
su
propio
estilo
mental
de
sometimiento
y
evalúa
todos
los
problemas
masculinos
como
si
éstos
estuvieran
colocados
en
su
propio
ser.
En
esta
etapa
matrimonial,
el
hombre
está
generalmente
muy
ocupado
con
los
ascensos
en
su
trabajo,
sus
contactos
sociales
y
sus
objetivos
profesionales.
Está
en
un
camino
ascendente
y
no
puede
tolerar
una
mujer
quejumbrosa.
Debido
a
las
múltiples
oportunidades
que
le
brinda
su
trabajo
de
alternar
con
gente
diferente
(algo
que
le
está
vedado
a
su
sumisa
compañera),
él
está
cambiando.
Se
ha
puesto
aún
más
asertivo
y
agresivo,
exigente
e
intolerante
respecto
a
las
debilidades
de
los
demás,
incluyendo
las
de
su
propia
familia.
Éste
es
también
el
momento
en
que
el
marido
suele
buscar
desahogos
sexuales
fuera
del
matrimonio.
Tiene
múltiples
oportunidades
de
conocer
gente
y
busca
la
compañía
de
mujeres
más
estimulantes
y
atractivas.
A
veces
la
mujer,
el
socio
sometido,
empieza
también
a
experimentar
por
su
lado.
Puede
que
acepte
un
trabajo
voluntario
o
se
inscriba
en
algún
curso,
recurra
a
sesiones
de
terapia,
tenga
un
amorío
por
su
lado.
Y
su
marido
apoya
la
mayoría
de
estas
cosas.
Quizá
la
mujer,
el
socio
sometido,
empiece
a
adquirir
nuevas
percepciones,
nuevos
puntos
de
vista
respecto
a
su
comportamiento.
Ve
su
subordinación
como
una
postura
elegida
por
ella
durante
toda
su
vida
no
sólo
durante
su
matrimonio.
Su
comportamiento
de
búsqueda
de
aprobación
ha
sido
ahora
puesto
en
duda
y
ella
empieza
a
encaminarse
hacia
una
mayor
responsabilidad
personal
eliminando
la
dependencia
en
su
propio
mundo,
e
incluyendo
la
de
sus
padres,
la
de
su
marido
e
incluso
la
de
sus
hijos.
Ella
empieza
a
adquirir
confianza
en
sí
misma.
Tal
vez
busque
un
empleo
y
haga
nuevas
amistades.
Empieza
a
enfrentarse
con
su
marido
hasta
ahora
tan
dominante
y
deja
de
aguantar
todos
los
abusos
de
que
ha
sido
objeto
desde
que
se
casó.
Exige
igualdad;
ya
no
le
es
suficiente
esperar
que
se
la
concedan.
La
experimenta
por
su
cuenta
sencillamente.
Insiste
en
compartir
las
tareas
domésticas,
incluso
el
cuidado
de
los
niños.
Esta
nueva
independencia,
este
traslado
del
pensamiento
externo
hacia
el
interno
de
parte
de
la
mujer,
no
es
aceptado
con
facilidad
por
el
hombre.
Se
siente
amenazado.
Siente
que
una
esposa
levantisca
es
precisamente
lo
que
no
le
hace
falta,
a
pesar
de
que
él
mismo
la
alentó
a
salir
por
su
cuenta
y
a
pensar
por
sí
misma.
No
pensó
que
crearía
un
monstruo,
y
mucho
menos
un
monstruo
que
llegaría
a
desafiar
su
propia
supremacía
tan
bien
establecida.
Puede
que
reaccione
con
una
fuerte
dosis
de
dominación,
actitud
que
lograba
siempre
en
el
pasado
poner
en
su
sitio
a
su
sumisa
compañera.
Alega
que
es
un
absurdo
que
ella
trabaje
ya
que
la
mayor
parte
de
su
sueldo
se
va
en
pagar
a
otra
gente
para
que
cuide
a
los
niños.
Le
señala
que
su
creencia
de
que
no
existe
igualdad
entre
ellos
es
ilógica.
En
realidad,
ella
es
la
mimada,
la
que
se
lleva
la
mejor
parte.
"Tú
no
tienes
que
trabajar,
a
ti
te
lo
dan
todo
hecho,
tú
no
tienes
más
que
hacer
que
ocuparte
de
una
casa
y
de
ser
una
madre
para
tus
hijos."
O
intenta
la
culpabilidad:
"Los
niños
sufrirán."
"Yo
no
puedo
aguantar
una
vejación
de
este
tipo."
Quizá
llegue
a
amenazarla
con
el
divorcio
e
incluso
el
suicidio.
A
menudo
esto
le
da
buen
resultado.
La
esposa
se
dice
a
sí
misma:
"Uf,
casi
echo
todo
a
perder".
Y
vuelve
a
su
rol
sumiso.
Las
fuertes
dosis
de
dominación
le
sirvieron
para
recordarle
cuál
era
su
lugar.
Pero
si
ella
rehúsa
volver
atrás,
puede
que
la
estabilidad
del
matrimonio
peligre.
En
todo
caso
el
hecho
es
que
la
crisis
existe.
Si
la
mujer
persiste
en
cambiar
su
sumisión
por
una
actitud
de
confianza
en
sí
misma,
el
marido,
que
necesita
dominar
a
alguien,
puede
dejarla
por
una
esposa
más
joven
que
lo
mirará
llena
de
admiración.
De
este
modo,
él
obtendrá
otra
dependiente
que
además
es
un
bonito
adorno.
Por
otro
lado
podría
ser
que
el
matrimonio
sobreviva
a
la
crisis
y
se
lleve
a
cabo
un
cambio
interesante.
El
hilo
de
la
dominación
y
la
sumisión
se
entremete
aún
por
la
trama
de
la
vida
conyugal.
Ahora
el
marido
asume
a
menudo
el
rol
sumiso
ante
él
miedo
de
perder
algo
que
quiere
y
que
le
importa
mucho
o
por
lo
menos
algo
con
lo
que
cuenta
seguro.
Se
queda
más
en
casa,
está
más
con
los
niños
(por
sentimiento
de
culpa
por
haberlos
abandonado
tanto
antes),
puede
que
diga
cosas
como
por
ejemplo:
"Tú
ya
no
me
necesitas",
o
"Tú
estás
cambiando,
tú
no
eres
la
chica
con
quien
yo
me
casé,
y
no
sé
si
me
gusta
esta
nueva
chica
que
ahora
eres
tú,".
Ahora
es
más
sumiso.
Puede
que
empiece
a
beber
mucho
o
a
compadecerse
a
sí
mismo
por
la
necesidad
de
manipular
a
su
esposa
o
de
recuperar
su
superioridad.
La
esposa
tiene
ahora
su
carrera
o
está
en
camino
de
ello:
tiene
su
propio
círculo
de
amigos
y
está
desarrollando
intereses
propios
fuera
del
ámbito
del
hogar.
Quizás
incluso
tenga
un
amante
como
un
gesto
afirmativo
de
represalia,
pero
al
menos
se
siente
bien
porque
recibe
halagos
y
alabanzas
por
sus
logros.
Sin
embargo
el
hilo
sigue
allí
y
la
crisis
sigue
amenazante.
Mientras
uno
de
los
cónyuges
tenga
que
ser
más
importante
que
el
otro
o
el
miedo
al
divorcio
sea
lo
que
los
mantiene
unidos,
la
dependencia
seguirá
siendo
la
piedra
angular
de
la
alianza.
El
socio
dominante,
sea
el
hombre
o
la
mujer,
no
se
siente
satisfecho
teniendo
un
esclavo
por
cónyuge.
Puede
que
el
matrimonio
siga
existiendo
en
un
sentido
legal,
pero
el
amor
y
la
comunicación
entre
los
esposos
han
sido
destruidos.
Aquí
el
divorcio
es
muy
común,
y
si
no,
dos
personas
empiezan
a
ir
cada
una
por
su
lado
dentro
del
matrimonio:
no
tienen
relaciones
sexuales,
duermen
en
habitaciones
separadas,
la
norma
de
la
comunicación
es
la
de
degradarse
mutuamente
en
vez
de
comprenderse.
Hay
también
otro
final
posible
si
ambos
socios
deciden
revalorizarse
a
sí
mismos
y
a
su
relación.
Si
ambos
trabajan
para
librarse
de
sus
zonas
erróneas
y
para
amarse
de
verdad,
esto
es
dejando
que
el
otro
socio
o
cónyuge
escoja
su
propia
manera
de
realizarse,
entonces
el
matrimonio
puede
florecer
y
seguir
creciendo
y
desarrollándose
positivamente.
Con
dos
personas
que
tienen
fe
en
sí
mismas,
que
se
quieren
el
uno
al
otro
lo
suficiente
como
para
alentar
una
independencia
en
vez
de
dependencia,
pero
a
la
vez
compartiendo
la
felicidad
con
el
ser
amado,
entonces
el
matrimonio
puede
llegar
a
ser
una
posibilidad
muy
estimulante
y
agradable.
Pero,
cuando
dos
personas
tratan
de
fundirse
hasta
convertirse
en
una
sola,
o
una
de
ellas
trata
de
dominar
a
la
otra
de
cualquier
forma
que
sea,
esa
llamita
que
existe
dentro
de
todos
nosotros
lucha
por
una
de
las
necesidades
más
grandes
e
importantes
del
ser
humano:
la
independencia.
La
longevidad
no
es
un
indicativo
del
éxito
de
un
matrimonio.
Mucha
gente
sigue
casada
por
miedo
a
lo
desconocido,
por
inercia
o
simplemente
porque
eso
es
lo
que
hay
que
hacer.
Un
buen
matrimonio,
un
matrimonio
en
el
que
ambos
compañeros
sienten
verdadero
amor,
se
produce
cuando
cada
uno
está
dispuesto
a
dejar
que
el
otro
escoja
por
sí
mismo
en
vez
de
tratar
de
dominar.
No
existe
ese
forcejeo
constante
que
implica
el
pensar
y
hablar
por
la
otra
persona
y
exigir
que
haga
lo
que
se
supone
que
tiene
que
hacer
o
debería
hacer.
La
dependencia
es
la
serpiente
en
el
paraíso
de
un
matrimonio
feliz.
Crea
patrones
de
dominio
y
sumisión
y
finalmente
destruye
las
buenas
relaciones.
Se
puede
eliminar
esta
zona
errónea,
pero
no
será
nunca
una
batalla
fácil
ya
que
están
en
juego
el
poder
y
el
control,
y
son
pocos
los
que
los
abandonan
sin
luchar
por
ellos.
Y
lo
que
es
más
importante
aún,
es
que
no
se
debe
confundir
nunca
la
dependencia
con
el
amor.
Parece
irónico,
pero
no
lo
es;
el
hecho
de
que
el
poner
distancias
entre
los
cónyuges
consolide
los
matrimonios.
LA
GENTE
TE
TRATA
TAL
COMO
TÚ
LE
ENSEÑAS
QUE
TE
TRATEN
La
dependencia
no
es
algo
que
simplemente
sucede
por
el
contacto
con
gente
dominante.
Como
todos
los
comportamientos
de
las
zonas
erróneas,
es
una
elección.
Tú
le
enseñas
a
la
gente
a
que
te
domine
y
a
tratarte
de
la
manera
que
siempre
te
ha
tratado.
Hay
muchas
formas
de
mantener
el
proceso
de
dominación
y
se
repiten
sólo
si
dan
resultado.
Dan
resultado
si
te
mantienen
en
línea
y
en
una
posición
dependiente
dentro
de
la
relación.
He
aquí
algunas
de
las
estrategias
más
comunes
que
sirven
para
conservar
los
hilos
del
control
y
de
la
dominación
dentro
de
la
vida
conyugal.
-
Chillar,
gritar
o
levantar
la
voz
en
cualquier
sentido.
Esto
te
mantendrá
en
tu
lugar
si
eres
una
persona
suave
y
quieres
que
las
cosas
sean
blandas
y
fáciles.
-
Comportamientos
amenazantes
como:
"Me
iré,
pediré
el
divorcio".
-
Provocar
sentimientos
de
culpa.
"No
tienes
derecho
a..."
"No
comprendo
cómo
puedes
haber
hecho
algo
así."
Si
eres
proclive
a
la
culpa,
con
este
tipo
de
frases
será
fácil
mantenerte
sometido.
-
Hacer
uso
de
la
ira
y
de
comportamientos
explosivos
como
arrojar
objetos,
usar
palabras
fuertes,
golpear
cosas.
-
El
truco
de
la
enfermedad
física.
Tener
dolores
de
cabeza,
un
ataque
al
corazón,
dolor
de
espalda
o
lo
que
sea,
cada
vez
que
uno
de
los
cónyuges
no
actúa
de
la
manera
que
quiere
el
otro.
Será
fácil
manipularte
así
si
le
has
enseñado
a
tu
compañero
o
cónyuge
que
te
portarás
bien
cuando
él
se
enferma.
-
El
tratamiento
silencioso.
El
no
hablar
y
encerrarse
deliberadamente
son
dos
de
las
estrategias
más
eficientes
que
puede
usar
uno
de
los
socios
para
maniobrar
la
conducta
del
otro.
-
La
rutina
de
las
lágrimas.
Lloras
para
conseguir
que
la
otra
persona
se
sienta
culpable.
-
La
escena
del
abandono.
El
levantarse
y
partir
es
una
buena
manera
de
manipular
al
compañero
para
que
asuma
o
abandone
cierto
tipo
de
comportamiento.
El
recurso
de
"Tú
no
me
quieres,
o
"Tú
no
me
comprendes"
para
conseguir
que
se
haga
tu
voluntad
y
mantener
la
dependencia
dentro
de
la
relación.
La
treta
del
suicidio.
"Si
tú
no
haces
lo
que
yo
quiero,
me
mato,"
o
"Si
me
dejas,
yo
terminaré
con
todo".
Todas
las
estrategias
mencionadas
más
arriba
son
los
métodos
que
sirven
para
mantener
a
la
otra
persona
dentro
del
rol
deseado
en
el
matrimonio.
Si
uno
de
los
cónyuges
rehúsa
dejarse
manipular
por
ellas,
el
otro
dejará
de
usarlas.
Sólo
cuando
uno
de
los
cónyuges
reacciona
de
acuerdo
a
este
tipo
de
tretas
el
otro
se
acostumbra
a
usarlas.
Si
respondes
con
las
actitudes
sumisas
esperadas,
le
enseñas
al
otro
lo
que
tolerarás.
Si
te
maltratan
es
porque
has
estado
emitiendo
señales
de:
por
favor
maltrátame.
Tú
puedes
aprender
a
enseñarle
a
los
otros
a
tratarte
de
la
manera
que
te
gusta
que
te
traten,
como
hubieras
querido
que
te
hubieran
tratado
hasta
ahora.
Pero
puedes
lograr
el
cambio
ya
sea
en
el
trabajo,
en
la
familia,
en
un
restaurante,
en
el
autobús,
en
cualquier
lugar
en
que
te
traten
con
desconsideración.
En
vez
de
decir:
"¿
Por
qué
no
me
tratas
mejor?",
empieza
a
decir:
"¿
Qué
es
lo
que
estoy
haciendo
para
que
los
demás
me
traten
de
esta
manera?".
Pon
el
enfoque
en
ti
mismo
y
empieza
a
cambiar
esas
reacciones.
ALGUNOS
DE
LOS
COMPORTAMIENTOS
DE
DEPENDENCIA
MAS
COMUNES
Y
ALGUNOS
COMPORTAMIENTOS
QUE
ALIENTAN
LA
DEPENDENCIA
-
Sentirse
incapaz
de
abandonar
el
nido
o
abandonarlo
con
sentimientos
de
culpabilidad
por
los
dos
lados.
-
Sentirse
obligado
a
visitar
a
alguien,
a
telefonear,
invitar,
a
hacer
de
chófer
y
cosas
por
el
estilo.
-
Pedirle
permiso
al
cónyuge
para
cualquier
cosa,
incluso
para
gastar
dinero,
para
hablar
o
para
usar
el
coche.
-
Indiscreciones
que
son
como
invasiones
a
la
intimidad
de
los
demás,
como
por
ejemplo
revisar
los
cajones
de
los
niños
o
sus
cartas
o
cuadernos
secretos.
-
Frases
como:
"Yo
no
podría
decirle
lo
que
siento
a
él
no
le
gustaría".
-
Quedarse
inmovilizado
o
tener
una
depresión
después
de
la
muerte
de
un
ser
amado.
-
Sentirte
atado
a
algún
trabajo
especial
y
no
atreverte
a
trabajar
por
tu
cuenta.
-
Tener
ideas
preconcebidas
respecto
de
lo
que
debe
ser
el
comportamiento
de
un
padre,
esposo
o
hijo.
-
Sentirse
incómodo
por
la
conducta
de
un
cónyuge,
o
un
padre
o
un
hijo,
como
si
lo
que
ellos
son
fuese
parte
de
lo
que
tú
eres.
-
Pasarte
la
vida
entrenándote,
es
decir
preparándote
para
algún
trabajo
o
un
puesto.
Sin
dejar
jamás
la
fase
de
entrenamiento
por
una
de
confianza
en
ti
mismo.
-
Molestarse,
sentirse
dolido,
por
lo
que
los
otros
digan,
piensen
o
hagan.
-
Poderte
sentir
feliz
o
realizado
sólo
si
tu
compañero
se
siente
de
la
misma
manera.
-
Dejar
que
los
demás
te
den
órdenes.
-
Dejar
que
otros
tomen
decisiones
por
ti
o
pedir
siempre
consejo
antes
de
tomar
una
decisión.
-
"Estás
en
deuda
conmigo,
mira
lo
que
hice
yo
por
ti."
Las
obligaciones
que
van
con
la
dependencia.
-
No
hacer
algo
delante
de
los
padres
o
de
la
persona
dominante
porque
no
estarían
de
acuerdo
o
porque
no
les
gustaría.
No
fumar,
o
beber,
o
decir
malas
palabras,
o
comer
un
helado
de
chocolate,
o
lo
que
sea,
por
cumplir
con
tu
rol
de
sometimiento
y
sumisión.
-
Abandonarte
completamente,
sin
importarte
tu
vida,
cuando
algún
ser
amado
muere
o
se
enferma
gravemente.
-
Tener
cuidado
con
el
lenguaje
que
se
usa
ante
una
persona
dominante,
para
no
molestarla.
-
Mentir
constantemente
respecto
a
tu
propio
comportamiento,
y
tener
que
tergiversar
la
verdad
para
no
perturbarlos
a
"ellos".
LA
COMPENSACIÓN
PSICOLÓGICA
DE
LA
DEPENDENCIA
Los
motivos
para
aferrarse
a
este
comportamiento
frustrante
y
entorpecedor
no
son
demasiado
complicados.
Quizá
sepas
cuáles
son
las
retribuciones
de
la
dependencia,
pero
sabes
lo
destructivas
que
son?
La
dependencia
puede
parecer
algo
muy
inocuo
e
inocente,
pero
en
realidad
es
el
principal
enemigo
de
la
felicidad,
de
la
plenitud
y
de
la
posibilidad
de
realizarse.
He
aquí
algunos
de
los
dividendos
más
comunes
que
te
impulsan
a
mantenerte
dentro
de
este
estado
de
dependencia:
-
La
dependencia
puede
mantenerte
bajo
la
custodia
protectora
de
otra
gente
y
ofrecerte
los
beneficios
que
reciben
los
niños
pequeños
porque
no
son
responsables
de
su
propio
comportamiento.
-
Al
seguir
siendo
dependiente,
puedes
culpar
a
los
demás
de
tus
propias
deficiencias.
-
Al
depender
de
los
demás,
no
tienes
necesidad
de
emprender
la
difícil
tarea
ni
el
riesgo
de
cambiar.
Puedes
sentirte
seguro
fiándote
de
quienes
son
responsables
de
ti.
-
Puedes
sentirte
bien
porque
satisfaces
a
los
demás.
Aprendiste
que
la
manera
de
ser
bueno
es
satisfaciendo
a
mamá
y
ahora
hay
numerosas
mamás
simbólicas
que
te
manipulan.
-
Puedes
evitar
la
culpa
que
escoges
cuando
te
comportas
de
manera
afirmativa.
Resulta
más
fácil
portarte
bien
que
aprender
a
eliminar
la
culpa.
-
No
habrá
necesidad
de
que
tomes
decisiones
ni
hagas
elecciones
por
ti
mismo.
Sigues
el
modelo
que
te
presenta
tu
padre
o
madre,
tu
cónyuge
o
el
individuo
de
;
quien
dependes.
Mientras
pienses
lo
que
ellos
piensan
y
sientas
lo
que
ellos
sientan,
no
habrá
necesidad
de
determinar
lo
que
tú
sientes
o
piensas.
-
Resumiendo,
luego
de
agotar
elucubraciones,
simplemente
es
mucho
más
fácil
ser
uno
de
los
que
siguen
que
ser
un
líder.
Puedes
hacer
lo
que
te
digan
y
evitarte
problemas
aunque
no
te
guste
ser
de
los
que
siguen.
Siempre
será
más
sencillo
que
correr
todos
los
riesgos
que
implica
el
ser
tu
propia
persona.
La
dependencia
es
desagradable
porque
te
convierte
en
algo
menos
que
una
persona
completa
que
funciona
independientemente.
Pero
es
más
fácil;
de
eso
puedes
estar
seguro.
UN
PROGRAMA
PARA
LIBERARTE
DE
LA
DEPENDENCIA
-
Escribe
tu
propia
Declaración
de
Independencia
en
la
que
anuncies
claramente
ante
ti
mismo
y
para
ti
mismo
que
quieres
funcionar
en
todas
las
relaciones
humanas
eliminando
por
completo
las
manipulaciones
externas.
"Yo,
esta
persona,
para
lograr
una
unión
más
perfecta,
etc.,"
-
Habla
con
todas
las
personas
de
quienes
te
sientes
dependiente
psicológicamente.
Declara
tus
propósitos
de
funcionar
independientemente.
Explica
lo
que
sientes
cuando
haces
cosas
por
obligación.
Ésta
es
una
estupenda
estrategia
para
comenzar
este
proceso,
pues
la
otra
persona
puede
que
ni
siquiera
se
dé
cuenta
ni
que
sienta
que
eres
dependiente.
-
Ponte
metas
de
cinco
minutos
de
duración
para
tratar
con
la
gente
dominante
de
tu
vida.
Prueba
una
frase
corta:
"No,
yo
no
quiero
hacerlo"
y
observa
cómo
reacciona
la
otra
persona.
-
Organiza
una
sesión
de
planificación
con
tu
socio
dominante
en
un
momento
en
que
no
te
sientas
amenazado.
Durante
esta
sesión,
explícale
que
a
veces
te
sientes
manipulado
y
sometido
y
que
te
gustaría
tener
una
señal
convenida
entre
los
dos
para
hacérselo
notar
cuando
suceda
y
tú
no
quieras
hablar
de
ello.
Por
ejemplo
un
tironcito
de
oreja
o
ponerte
el
dedo
en
la
boca
para
anunciarle
que
te
estás
sintiendo
sometido
en
ese
preciso
instante.
-
Cuando
te
sientas
empujado
a
hacer
cosas,
manipulado
psicológicamente,
díselo
a
la
otra
persona
y
actúa
de
la
manera
en
que
te
gustaría
comportarte.
-
Recuérdate
a
ti
mismo
que
los
padres,
cónyuges,
amigos,
jefes
y
otros,
a
menudo
desaprobarán
tu
comportamiento
y
que
eso
nada
tiene
que
ver
con
lo
que
eres
o
quien
eres.
Es
sabido
que
en
cualquier
tipo
de
relación
habrá
siempre
desacuerdos.
Si
los
esperas,
no
te
desesperarás
cuando
sucedan.
De
esta
manera
podrás
romper
con
muchas
de
las
relaciones
de
dependencia
que
te
esclavizan
emocionalmente.
-
Incluso
aunque
trates
deliberadamente
de
evitar
a
la
gente
dominante
(padre
o
madre,
cónyuge,
jefe,
hijos),
seguirás
estando
controlado
por
ellos
durante
su
ausencia
si
te
sientes
inmovilizado
emocionalmente
por
su
culpa.
-
Si
te
sientes
obligado
a
visitar
ciertas
personas,
pregúntate
si
quisieras
que
otras
te
visiten
simplemente
porque
se
sientan
obligadas
a
ello.
Si
no
es
así,
otorga
un
trato
correspondiente
a
quienes
estás
tratando
de
esta
manera
y
háblalo
con
ellos.
Esto
es,
revierte
la
lógica
del
comportamiento
y
verifica
la
falta
de
dignidad
que
existe
en
una
relación
obligada
de
este
tipo.
-
Toma
la
decisión
de
salirte
de
tu
rol
de
dependencia
haciendo
un
trabajo
voluntario,
leyendo,
tomando
a
alguien
para
que
se
ocupe
de
los
niños
(aunque
cueste
demasiado
dinero
y
pienses
que
no
te
lo
puedes
permitir),
aceptando
un
empleo
que
no
pague
demasiado
bien.
¿Por
qué?
Simplemente
porque
la
remuneración
que
significa
el
aumento
del
aprecio
y
valoración
de
ti
misma
bien
vale
la
pena,
cueste
lo
que
cueste
en
dinero
o
en
tiempo.
-
Insiste
en
tu
independencia
económica
sin
ataduras
y
sin
tener
que
darle
cuenta
a
nadie.
Si
tienes
que
pedir
el
dinero
que
quieres
o
necesitas,
eres
un
esclavo.
Si
eso
no
es
posible,
arréglatelas
para
ganar
tu
propio
dinero
de
la
manera
más
creativa
que
puedas.
-
¡Déjalos
estar!
;Déjate
estar
tú!
¡Deja
de
dar
órdenes!
¡Deja
de
recibir
órdenes!
-
Reconoce
tu
deseo
de
intimidad,
de
no
tener
que
compartir
todo
lo
que
sientes
y
experimentas
con
alguien.
Tú
eres
único
y
privado.
Si
sientes
que
tienes
que
compartir
todo,
no
tienes
elección
y
eres
en
consecuencia
una
persona
dependiente.
-
Deja
que
la
habitación
del
niño
sea
realmente
la
suya.
Dale
un
espacio
que
él
pueda
controlar
y
siempre
que
no
sea
perjudicial,
deja
que
él
decida
cómo
la
va
a
organizar.
Una
cama
hecha
no
es
más
sólida
psicológicamente
que
una
sin
hacer,
aunque
te
hayan
enseñado
lo
contrario.
-
En
las
fiestas
haz
grupo
aparte
de
tu
marido
o
mujer.
No
sientas
que
tienes
que
estar
con
esa
persona
todo
el
tiempo.
Separáos
y
luego
unid
vuestras
fuerzas
cuando
todo
haya
acabado.
Así
duplicaréis
vuestras
experiencias.
-
Si
tú
tienes
ganas
de
ir
al
cine
y
tu
compañero
quiere
jugar
al
tenis,
hacedlo
de
esa
manera.
Permitíos
más
separaciones
y
así
las
reuniones
serán
más
alegres
y
estimulantes.
-
Haz
cortos
viajes
solo
o
con
amigos
sin
tener
que
sentirte
atado
a
tu
cónyuge
o
compañero.
Os
sentiréis
más
unidos
cuando
volvais
y
apreciaréis
el
hecho
de
poder
funcionar
independientemente.
-
Recuerda
que
no
tienes
la
responsabilidad
de
hacer
feliz
a
los
demás.
Los
demás
se
hacen
felices
a
sí
mismos.
Es
posible
que
realmente
disfrutes
de
la
compañía
de
otra
persona,
pero
si
sientes
que
tu
misión
es
hacerla
feliz,
entonces
dependerás
de
ella
y
te
sentirás
deprimido
cuando
esa
persona
esté
deprimida.
O
peor
aún,
pensarás
que
eres
tú
quien
le
ha
fallado.
Tú
eres
el
responsable
de
tus
propias
emociones,
y
la
demás
gente,
de
las
suyas.
Nadie
puede
controlar
tus
sentimientos,
salvo
tú
mismo.
-
Recuerda
que
el
hábito
no
es
razón
suficiente
para
hacer
algo,
cualquier
cosa
que
sea.
El
que
siempre
hayas
estado
sometido
a
los
demás
no
es
motivo
ni
justificación
suficiente
para
seguir
estándolo.
-
La
clave
de
una
vida
eficiente
reside
en
la
independencia.
Igualmente,
la
clave
de
un
buen
matrimonio
reside
en
el
mínimo
de
fusión
y
el
máximo
de
autonomía
y
autodependencia.
Y
aunque
sientas
verdadero
temor
a
romper
tus
relaciones
dependientes,
seguro
que
si
les
preguntas
lo
que
piensan
a
las
mismas
personas
con
las
que
mantienes
estas
relaciones
de
dependencia
emocional,
descubrirás,
con
gran
sorpresa,
que
ellos
admiran
más
a
quienes
piensan
y
actúan
por
sí
mismos.
Otra
ironía.
Quienes
más
te
respetarán
por
ser
independiente
serán
los
mismos
que
con
más
fuerza
trataron
de
mantenerte
subordinado.
El
nido
es
un
lugar
maravilloso
para
que
se
desarrolle
el
niño,
pero
abandonar
el
nido
es
aún
más
maravilloso
y
puede
sentirlo
así
tanto
el
que
se
va
como
el
que
se
queda
observando
el
despegue.