Ser-tiempo
A
veces
de
pie
en
la
cima
de
la
más
alta
cúspide,
A
veces
moviéndose
en
el
fondo
del
más
profundo
océano,
A
veces
tres
cabezas
y
ocho
brazos,
A
veces
los
diez
y
seis
pies
o
los
ocho
pies
del
cuerpo
dorado,
A
veces
un
básculo,
o
un
matamoscas,
A
veces
un
pilar,
o
una
linterna
de
piedra,
A
veces
el
tercer
hijo
de
Chang
o
el
cuarto
de
Lee,
A
veces
la
Tierra
y
el
Espacio.
"A
veces"
(uji)
significa
el
tiempo
es
existencia
y
la
existencia
es
tiempo.
Un
cuerpo
dorado
de
diez
y
seis
pies
es
tiempo;
y
porque
es
tiempo,
posee
el
brillo
resplandeciente
del
tiempo.
Debemos
de
entender
esto
como
las
doce
horas
del
día,
simplemente.
Las
tres
cabezas
y
los
diez
y
ochos
brazos
son
el
tiempo
mismo.
Y
porque
son
el
tiempo
son
inseparables
de
las
doce
horas
del
día.
Aunque
no
calculemos
las
doce
horas
del
día
como
cortas
o
como
largas,
próximas
o
lejanas,
de
todos
modos
las
llamamos
las
doce
horas
del
día.
Porque
el
ir
y
venir
del
tiempo
son
obvios,
nadie
duda
de
ello.
Nadie
duda
pero
esto
no
significa
que
entienden.
Nuestras
dudas
como
seres
sintientes,
acerca
de
esto
o
de
aquello,
no
son
nunca
las
mismas.
Por
lo
tanto,
el
tiempo
pasado
de
nuestras
dudas
no
siempre
coincide
con
lo
que
dudamos
ahora.
Aún
así,
las
dudas
no
son
más
que
tiempo.
La
manera
en
que
uno
mismo
se
forma
es
la
forma
del
universo
entero.
Cada
cosa
en
el
mundo
es
un
"momento
del
tiempo"
(ji-ji:
tiempo-tiempo).
Las
cosas
no
se
obstruyen
entre
sí,
los
momentos
del
tiempo
nunca
son
un
obstáculo
el
uno
para
el
otro.
Hay
mentes
hechas
en
el
mismo
momento
del
tiempo
y
hay
momentos
del
tiempo
en
los
que
la
misma
mente
se
hace.
Lo
mismo
sucede
con
la
práctica
y
la
realización.
Es
así
como
uno
mismo
formándose
a
sí
mismo
se
ve
a
sí
mismo.
He
ahí
el
entendimiento
de
que
uno
mismo
no
es
más
que
tiempo.
Hay
que
entender
que
de
esta
manera
hay
innumerables
formas
y
cientos
de
hierbas
através
de
la
Tierra
entera;
y
que,
sin
embargo,
cada
forma
y
cada
hierba
es
la
Tierra
entera.
Esto
hay
que
entenderlo,
pero
en
la
práctica,
desde
la
práctica.
Cuando
se
está
en
el
ámbito
concreto
de
eso
(inmo),
sólo
hay
hierba
y
forma,
sólo
hay
entendimiento
de
la
forma
y
"no
entendimiento
de
la
forma",
entendimiento
de
la
hierba
y
"no
entendimiento
de
la
hierba".
Y
puesto
que
no
hay
nada
más
que
justo
este
momento
(shoti
imuro
ji),
ser-tiempo
es
el
tiempo
del
universo
entero.
Ser-tiempo
y
ser-forma
no
son
más
que
tiempo.
La
totalidad
de
la
existencia,
la
totalidad
del
universo
existen
en
cada
momento
del
tiempo.
Nada
se
aparta
ni
se
queda
fuera
del
universo
en
este
preciso
momento.
Observad
y
meditad
profundamente
en
eso.
Aún
así,
una
persona
que
no
entiende
el
Buddha-dharma
y
oye
hablar
de
la
expresión
"ser-tiempo",
piensa
para
sí
de
esta
manera:
A
veces
llego
a
ser
un
demonio
furioso
de
tres
cabezas
y
ocho
brazos;
y
otras
llego
a
ser
los
diez
y
seis
pies
u
ocho
pies
del
cuerpo
dorado
del
Buddha.
Es
como
habiendo
cruzado
los
ríos
y
subido
las
montañas:
aunque
las
montañas
y
los
ríos
existen
todavía
yo
pienso
que
los
he
dejado
atrás,
y
que
ahora
resido
en
el
"preciado
palacio"
y
en
la
"torre
de
bermellón".
Y
me
digo
que
aquellos
ríos
y
aquellas
montañas
están
tan
lejos
de
mí
como
el
cielo
de
la
tierra.
Pero
resulta
que
las
cosas
no
son
tan
simples.
En
el
tiempo
en
el
que
las
montañas
fueron
escaladas
y
los
ríos
atravesados
vosotros
estábais
presentes.
El
tiempo
no
está
separado
de
vosotros.
Y
así
como
ahora
existe,
el
tiempo
jamás
se
aleja;
así
como
el
tiempo
no
está
marcado
por
el
ir
y
venir,
el
momento
en
el
que
ascendistéis
a
las
montañas
es
el
ahora
mismo
(nikon)
de
lo
que
el
tiempo
es.
¿Acaso
este
ser-tiempo
no
se
engulló
el
momento
de
ascender
la
montaña
y
el
momento
en
el
que
residistéis
en
el
preciado
palacio
y
la
torre
de
bermellón?
¿Acaso
este
ser-tiempo
no
devolvió,
al
modo
de
un
vómito,
este
mismo
ahora
del
ser-tiempo?
Tres
cabezas
y
ocho
codos
son
el
tiempo
de
ayer.
Diez
y
seis
u
ocho
pies
son
el
tiempo
de
hoy.
De
todas
maneras,
la
verdad
de
ayer
y
hoy
se
manifiesta,
simplemente,
en
el
momento
en
el
que
entrando
a
las
montañas,
yo
veo
en
torno
a
mí
los
miles
y
miles
de
picos
de
las
montañas.
Y
es
así
como
lo
que
pasa
nunca
pasa.
Por
tanto,
seis
cabezas
y
ocho
codos
son
también
mi
ser-tiempo
en
un
mismo
momento.
Aunque
parezcan
lejanos,
ellos
son
el
ahora
mismo.
Diez
y
seis
u
ocho
pies
son
también
mi
ser-tiempo
en
un
mismo
movimiento.
Aunque
parezcan
muy,
muy
lejanos,
ellos
son
el
ahora
mismo.
Del
mismo
modo,
el
pino
es
también
tiempo,
el
bambú
es
también
tiempo.
No
debes
pensar
que
el
tiempo
meramente
vuela
y
se
escapa.
No
debes
pensar
que
el
vuelo
del
tiempo
es
la
única
función
del
tiempo.
Si
el
tiempo,
sin
más,
volara
entonces
no
habría
más
que
intervalos
entre
"ayer"
y
"hoy",
y
tu
estarías
separado
del
tiempo.
La
razón
por
la
cual
no
comprendéis
el
sendero
del
tiempo
es
porque
consideráis
que
el
tiempo
no
hace
más
que
pasar.
En
suma,
los
seres
de
todos
los
universos,
aún
siguiéndose
los
unos
a
los
otros,
en
realidad
no
son
más
que
momentos
de
un
mismo
tiempo.
Y
puesto
que
todos
los
momentos
son
ser-tiempo,
tu
eres
ser-tiempo.
Ser-tiempo
tiene
el
don
de
la
regeneración:
hoy
regenera
el
mañana,
hoy
regenera
el
ayer,
hoy
regenera
hoy,
mañana
regenera
mañana.
Porque
la
regeneración
es
el
don
del
tiempo,
no
puede
haber
acumulación
de
los
tiempos
antiguos
y
de
los
tiempos
presentes.
Seigen
es
tiempo
también.
Obaku
también
es
tiempo,
Kozein
y
Sekito
también
son
tiempo.
Puesto
que
unos
y
otros
son
siempre
tiempo,
la
práctica
y
el
despertar
son
simultáneamente
tiempo.
Enlodarse
y
entrar
en
el
agua
son
igualmente
tiempo.
A
pesar
de
que
las
maneras
de
ver
de
la
gente
común,
así
como
las
causas
de
estas
maneras,
son
lo
que
son,
en
el
momento
en
que
ven,
esto
no
es
el
dharma
de
la
gente
común.
Es
sólo
el
dharma
de
la
gente
común
lo
que
condiciona
a
la
gente
común
[a
ver
de
esa
manera].
Como
la
gente
común
piensa
que
este
mismo
ser
y
este
mismo
tiempo
están
fuera
del
dharma,
ellos
creen
que
el
cuerpo
dorado
del
Buddha
de
diez
y
seis
pies
no
son
ellos
mismos.
Esta
ceguera
de
cuando
dicen
que
no
son
el
cuerpo
dorado
de
diez
y
seis
pies
del
Buddha
es,
de
hecho,
también
un
fragmento
de
ser-tiempo.
Los
que
todavía
no
habéis
entendido
esto,
¡abrid
los
ojos!
¡Abridlos!
¡Despertad!
El
caballo
y
la
oveja,
en
orden
de
sucesión
en
el
mundo
son
ahora
lo
que
son,
en
su
condición
de
dharma
que
aparece
y
desaparece.
La
rata
también
es
tiempo.
El
tigre
también
es
tiempo.
La
vida
también
es
tiempo.
El
Buddha
también
es
tiempo.
Justo
en
este
momento,
tres
cabezas
y
ocho
codos
despiertan
el
universo
entero.
El
cuerpo
dorado
de
diez
y
seis
pies
despiertan
el
universo
entero.
Cuando
el
universo
es
el
universo
entero,
entonces
lo
impecable
se
actualiza
y
se
hace
evidente.
Cuando
el
cuerpo
dorado
de
diez
y
seis
pies
es
el
cuerpo
dorado
de
diez
y
seis
pies,
entonces
la
motivación~la
práctica~la
sabiduría~el
nirvana
se
nos
revela.
Esto
es
el
ser.
Esto
es
el
tiempo.
El
tiempo
entero
es
el
tiempo
completo.
A
parte
de
esto,
no
se
podrá
encontrar
otro
dharma,
otra
manifestación,
otro
fenómeno.
Puesto
que
todo
dharma
de
más
está
de
más,
aún
el
ser-tiempo
de
una
semi-impecabilidad
es
semi-impecablemente
ser-tiempo.
Aún
lo
que
aparece
como
mitad
impecable
es,
de
hecho,
tiempo
completo.
Aún
más:
desde
un
punto
de
vista
primordial,
aunque
la
mitad
se
revele
tarde
o
temprano,
no
se
trata
de
otra
cosa
que
del
momento
oportuno
(juhoi)
de
ser-tiempo.
Todo
dharma
se
encuentra
en
su
propia
condición,
repleto
de
vida,
repleto
de
energía.
No
os
dejéis
perturbar
por
la
nada.
No
pretendéis
hacer
de
esta
nada
un
ser.
Si
creéis
que
el
tiempo
no
hace
más
que
pasar,
entonces
todavía
no
entendéis
que
el
tiempo
nunca
llega
ni
nunca
se
aparta.
Y
aunque
entender
es
tiempo,
que
entendáis
el
tiempo
o
no,
nada
tiene
que
ver
con
el
tiempo.
No
viendo
del
tiempo
más
que
su
ir
y
venir,
la
bestia
no
puede
tener
la
experiencia
del
ser-tiempo
de
los
dharmas
en
un
momento
justo
(juhoi),
y
menos
aún
traspasar
la
barrera.
¿Pero
quién,
luego
de
haber
entendido
lo
propio
y
lo
justo
de
cada
momento
[de
los
dharmas],
podría
hablar
de
eso
(inmo)
de
cada
momento?
Y
aún
si
alguien
ha
entendido,
y
después
de
mucho
tiempo,
pudiera
hablar
de
eso,
seguiría
buscando
como
si
buscara
su
rostro
original
en
medio
de
la
oscuridad.
Si
os
atenéis
a
lo
que
la
gente
común
piensa
del
ser-tiempo,
entonces
el
despertar~nirvana
no
sería
más
que
el
ir
y
venir
de
ser-tiempo.
Absolutamente
ninguna
trampa,
ni
redes
algunas,
pueden
impedir
la
aparición
(senjo)
de
ser-tiempo.
Apareciendo
ya
sea
a
la
derecha,
apareciendo
ya
sea
a
la
izquierda,
los
reinos
celestes
y
los
seres
celestes
son
la
combustión
total
(jinriki).
Pero
además,
como
si
esto
fuera
poco,
todo
ser-tiempo
vivo
entre
las
aguas
y
sobre
la
tierra,
aparece
en
virtud
de
mi
combustión
total
en
justo
este
momento.
Las
especies
y
las
criaturas
diversas
que
son
ser-tiempo
en
los
reinos
de
yin
y
de
yang
aparecen
todos
gracias
a
mi
combustión
total,
a
la
regeneración
de
esa
misma
combustión.
Hablando
de
regeneración
no
creáis
que
se
trata
de
cualquier
cosa
que,
como
el
viento
y
la
lluvia,
pasa
del
este
al
oeste.
El
universo
no
está
ni
en
movimiento
ni
en
reposo,
ni
progresando
ni
en
regreso.
El
universo
es
pura
regeneración.
La
regeneración
es
como
la
primavera.
La
primavera
tiene
muchas
caras.
A
esto
se
le
llama
regeneración.
Hay
que
entender
que
la
regeneración
se
regenera
sin
ningún
soporte
externo.
Por
ejemplo,
la
regeneración
de
la
primavera
invariablemente
regenera
la
primavera.
Aunque
la
regeneración
en
cuanto
tal
no
sea
necesariamente
la
primavera,
puesto
que
se
trata
aquí
de
la
regeneración
de
la
primavera,
la
regeneración
de
la
primavera
alcanza
ahora
el
despertar
justo
en
la
primavera.
Estudiad
esto
con
todo
detenimiento.
Hablando
de
regeneración,
si
pensáis
que
las
condiciones
de
regeneración
existen
fuera
de
nosotros
mismos,
que
el
"yo"
de
la
regeneración
por
sí
mismo
le
da
la
cara
al
Este,
atravesando
los
cientos
de
miles
de
mundos
y
los
cientos
de
miles
de
kalpas,
esto
significa
que
no
os
dedicáis
lo
suficiente
a
la
práctica
del
Buddha-Dharma.
Un
día,
siguiendo
el
consejo
de
Musai
Daishi,
Yakusan
Kodo
Daishi
visitó
a
Kozei
Daijaku
Zenji
y
dijo:
"Los
tres
vehículos
y
las
doce
divisiones
de
la
enseñanza
yo
las
entiendo.
Ahora
bien,
¿qué
significa
la
expresión
‘Bodhidharma
viniendo
del
Oeste’?"
Daijaku
Zenji
respondió
así:
"A
veces
yo
le
hago
levantar
las
cejas
y
le
hago
hacer
un
guiño.
Ser-tiempo.
A
veces,
yo
no
le
hago
levantar
las
cejas
ni
le
hago
hacer
un
guiño.
Ser-tiempo.
A
veces,
hacer-le
levantar
las
cejas
y
hacer-le
hacer
un
guiño
está
bien.
Ser-tiempo.
A
veces,
hacer-le
levantar
las
cejas
y
hacer-le
un
guiño
está
mal.
Ser-tiempo."
Escuchando
esto,
Yakusan
cayó
en
cuenta
y
despertó.
Y
le
dijo
a
Daijuku:
"Cuando
estaba
con
Sekito,
yo
era
como
un
mosquito
montando
un
toro
de
hierro."
Daijaku
se
expresa
de
una
manera
poco
común.
Cejas
y
ojos
son
océanos
y
montañas
porque
las
montañas
y
los
océanos
son
ojos
y
cejas.
La
enseñanza
de
"hacer-le
levantar
las
cejas"
es
ver
las
montañas.
La
enseñanza
de
"Hacer-le
hacer
un
guiño"
es
fundar
un
océano.
Lo
correcto
le
es
familiar.
El
está
cubierto
por
la
enseñanza.
Lo
incorrecto
no
está
sin
enseñanza
ni
sin
él.
Sin
enseñanza
y
sin
él
no
es
algo
incorrecto.
Todo
esto
es
igualmente
ser-tiempo.
La
montaña
es
también
tiempo.
El
océano
es
también
tiempo.
Si
no
fueran
tiempo
no
habría
ni
montañas
ni
océanos.
Entendimiento
y
palabras
son,
lo
uno
y
lo
otro,
ser-tiempo.
Hay
y
no
hay
son,
lo
uno
y
lo
otro,
ser-tiempo.
Aunque
penséis
que
el
tiempo
de
haber
no
ha
llegado
todavía,
debéis
saber
que
el
tiempo
de
no
haber
está
ya
ahí.
El
entendimiento
es
el
asno,
las
palabras
son
el
caballo:
haced
del
caballo
las
palabras
y
del
asno
el
entendimiento.
El
haber
no
llega,
el
no
haber
no
está
por
venir.
Así
es
el
ser-tiempo.
El
haber
obstruye
el
haber,
pero
no
obstruye
el
no
haber.
El
no
haber
obstruye
el
no
haber,
pero
no
obstruye
el
haber.
El
entendimiento
no
es
más
que
entendimiento,
así
que
no
veáis
más
que
entendimiento.
Las
palabras
no
son
más
que
palabras,
así
que
no
veáis
más
que
palabras.
Obstaculizar
no
es
más
que
obstaculizar,
no
veáis
entonces
más
que
obstaculizar.
El
obstaculizar
obstruye
el
obstaculizar.
Eso
es
ser-tiempo.
Aunque
el
obstaculizar
sea
utilizado
por
los
otros
fenómenos
[dharmas],
no
hay
un
obstáculo
que
obstaculize
a
los
otros
fenómenos
[dharmas].
Yo
lo
encuentro.
El
se
encuentra.
Yo
me
reencuentro.
El
reencontrar
encuentra
el
reencuentro.
Sin
el
tiempo,
eso
no
podría
ser
de
ninguna
manera.
Es
más,
el
entendimiento
es
el
momento
de
actualizar
el
asunto
fundamental.
Las
palabras
son
el
momento
de
traspasar
la
barrera.
Existe
el
tiempo
de
abandonar
el
cuerpo;
no
hay
el
tiempo
de
ser
uno
ni
de
separarse
de
uno.
Es
así
como
debéis
practicar
y
aceptaros.
Es
así
como
debéis
ser-tiempo.
Los
antiguos
maestros
ya
han
dicho
eso.
¿Acaso
hay
algo
más
que
entender?
Pues
sí.
Por
lo
que
digo:
Hay
casi-entendimiento,
y
casi-palabras.
Eso
es
ser-tiempo.
No
hay
ni
siquiera
un
casi-entendimiento
ni
unas
casi-palabras.
Eso
es
ser-tiempo.
Vuestra
práctica
y
vuestro
cuestionamiento
deben
de
hacerse
de
esa
manera.
"Enseñar-le
a
levantar
las
cejas
y
a
hacer
un
guiño:
casi
ser-tiempo.
Enseñar-le
a
levantar
las
cejas
y
a
hacer
un
guiño:
falso
ser-tiempo.
No
enseñar-le
a
levantar
las
cejas
ni
a
hacer
un
guiño:
casi
ser-tiempo.
No
enseñar-le
a
levantar
las
cejas
ni
a
hacer
un
guiño:
ser-tiempo
dos
veces
falso."
Que
eso
sea
yendo,
que
eso
sea
viniendo,
que
eso
sea
haber,
que
eso
sea
no
haber:
debéis
entender
que,
de
todas
las
maneras,
el
tiempo
es
ser-tiempo.
Este traducción se ha hecho en consulta con la siguientes ediciones de las obras del maestro Dogen: Moon in a Dewdrop (Kazuaki Tanahashi: North Point Press, San Francisco 1985), Shobogenzo, Libro I (Gudo Nishijima & Chodo Cross: Windbell Publications, Tokyo 1994) y Shobogenzo Uji, edición limitada de 50 ejemplares en francés, inglés y acompañada de la escritura original en ideogramas sino-japoneses (Eido Shimano Roshi & Charles Vacher: Paris, Editorial "encre marine" 1997). Que sepamos ésta es la primera traducción al español de Uji, opúsculo 11 del total de 95 que completan la edición del Shobogenzo (Tesoro del verdadero ojo del dharma), según la ordenación cronológica hecha entre 1688 y 1703 por el maestro Hangyo Kozen. Esta versión se ha querido hacer sin notas al calce y sin comentarios, de tal manera que el lector o la lectora puedan concentrarse directamente en el texto. Sólo hay que tener en cuenta que para Dogen la escritura es parte de la práctica meditativa y que, por lo tanto, las palabras, el lenguaje o la escritura no son ni un estorbo ni tampoco meros instrumentos para la experiencia de la iluminación.